Sunday, January 08, 2006

Un mundo sin Israel - Josef Joffe (Primera parte)

Este pequeño ensayo más que artículo del periodista alemán Josef Joffe y publicado en la revista
Foreign Policy (cuya versión en castellano no lo considero interesante o políticamente correcto), en
su número de Enero/Febrero del 2005, desató una pequeña tormenta en cierto círculos, como en los departamentos de estudios del Oriente Medio de ciertas universidades americanas, muy dominadas por los herederos de Edward Said, a los que se sumó el inefable Illan Pappe, muy de moda ultimamente entre nosotros por su reivindicación por parte del escritor hispano-peruano Mario Vargas Llosa en la última serie de artículos que publicó sobre el "conflicto".

El artículo o ensayo es un clásico y espero traducir y colocar su segunda parte rapidamente.

http://www.upjf.org/desinformation/
article-9386-125-5-monde-israel-josef-joffe.html#


Un mundo sin Israel - Josef Joffe - Primera parte.


"Imaginad que Israel no haya existido nunca. ¿El marasmo económico y la represión política que empuja a los jovenes encolerizados a transformarse en martires suicidas cesaría de existir? ¿Los palestinos tendrían un Estado independiente? ¿Los Estados Unidos, desembarazados de su "molesto" aliado, serían de golpe queridos en todo el mundo musulman?
Eso sería tomar a los sueños por la realidad. Lejos de crear tensiones, en realidad, Israel refrena más antagonismos que los causa realmente.

Desde la segunda guerra mundial, ningún estado a sufrido tanto como Israel unos crueles cambios de estimación.

Incondicionalmente admirado en los años 70 como el estado de "esos judíos llenos de coraje", que han sobrevivido contra toda esperanza y han hecho florecer la democracia y el desierto, y ello en un clima hostil tanto a la libertad como al verdor, Israel se ha convertido en el objeto de una deslegitimación creciente.

La denigración se manifiesta bajo dos formas. La primera - la versión suave - imputa a Israel, primeramente y sobretodo, aquello que no funciona en el Oriente Medio, y le acusa de haber desviado la política exterior de los Estados Unidos. Es el leitmotiv de los editoriales en todo el mundo, sin hablar del veneno que destilan las páginas de la prensa arabo-islámica. La versión reciente más dura se acoge a la existencia misma de Israel. Según esta interpretación, es Israel en tanto que tal, y no su comportamiento, quien esta en el origen de los problemas del Oriente Medio. Por consecuente, la conclusión 'estaticida' es que el nacimiento de Israel, el cual presidieron los Estados Unidos y la URSS en 1948, fue un error grave, tan grandioso y digno de respeto como el acontecimiento haya podido tener entonces.

La versión 'suave' es bastante familiar. Uno de sus motivos es la teoria consistente en "sacudir las pulgas del perro". Asi, en los Estados Unidos, el "lobby judío" y una "cábala" de neoconservadores habrían embarcado a la administración Bush en una estupida política pro-israeli, contraria al interes nacional. Como eso se ha producido tan a menudo en la historia, ese punto de vista incrementa la importancia de los judíos. Pero, detrás de esta acusación, se perfila otra, más general, según la cual sería, de todas maneras, antidemocrático que "grupos sub-nacionales" se embarquen en política cuando es cuestión de política exterior. Pasemos pues a revisar las diferentes maneras por las cuales "entidades sub-nacionales" luchan en materias de interés nacional: los sindicatos y las sociedades reclaman execciones fiscales, las organizaciones no gubernamentales hacen campaña para intervenciones humanitarias, los cubano-americanos nos impiden fumar habanos de Vuelta Abajo. Estos últimos años, los polacos han militado en favor de Solidarnosc, los afro-americanos han luchado contra la segregación en Africa del Sur, y los letones, contra la URSS. En otros terminos, la gresca democrática no conoce límites.

Otra versión 'suave' es la teoria de la "causa original", en sus numerosas variantes. Puesto que los israelies, "obstinados y recalcitrantes" son los principales culpables, deben ser castigados y expulsados por el bien de la paz. "Haced presión sobre Israel", "suprimid la ayuda económica y militar", "hacedles saber que no cerraremos los ojos ante sus brutalidades" - tales han sido las homilías, las obsesiones incluso, de las clases charlatanas y de los ejecutivos del ministerio de asuntos exteriores durante los últimos decenios. Sin embargo, como Sigmund Freud nos ha recordado, las obsesiones tienen tendencia a difundirse. También existen otros añadidos a la teoría bastante expandida de la causa original. Anatol Lieven, de la Fundación Carnegie para la Paz Internacional, afirma que lo que pasa entre israelies y palestinos es "un obstaculo enorme para la democratización, por que inflama todos los aspectos mas negativos y regresivos del nacionalismo y de la cultura árabe".
En otros terminos, el conflicto alimenta la patología, y no a la inversa - un poco como sí un agresor de paseantes por la vía pública explicará a la policía "todo ha comenzado cuando ese tipo se ha revuelto contra mi agresión".

Este argumento de la causa original presenta una triple dificultad: desordena, cuando no lo invierte, la causa y el efecto. Hace el "impasse" sobre un conjunto de conflictos sin relación con Israel. Y absuelve a los árabes de toda culpabilidad, haciendo recaer la reprobación sobre Israel. De creer al antiguo inspector Scott Ritter, la busqueda de armas arabo-islámicas de destrucción masiva, y, por extensión, la guerra contra Irak, llevan también la marca de Israel. "En tanto que Israel tenga armas nucleares, estima Scott Ritter, se elige una vía que implica confrontación ... Porque los paises árabes, el mundo musulman, no van a permanecer a remolque sin hacer nada, ellos buscarán asi pues procurarse su propia fuerza de disuasión. Se ha visto en Irak, no solamente por la fuerza de disuasión nuclear, sino igualmente por la fuerza de disuasión biológica,,, que los iraquies desarrollarón para contrabalancear la superioridad nuclear israelí".

Esta teoria sería seductora si no chocará con algunos hechos molestos. Los iraquies no han utilizado sus armas de destrucción masiva contra el usurpador israelí, sino contra sus correligionarios musulmanes, durante la guerra Irak-Iran, y contra sus conciudadanos iraquies, durante el ataque con gas mortal contra los kurdos en Halabja, en 1988 - ahora bien, ni los unos ni los otros enarbolabán la menor amenaza nuclear. Respecto el programa nuclear iraquí, estamos ahora en posesión del 'informe Duelfer', realizado a partir de informes de iraquies leales al regimen, y que concluye: "Iran era la causa preponderante de esta política. Todos los altos dirigentes iraquies considerán al Iran como el principal enemigo en la región. La aspiración a llegar a un equilibrio de fuerzas con Israel y a adquirir un estatus y una influencia en el mundo árabe, constituía también una motivación, pero secundaria."

Pasemos ahora a la versión del "denigramiento" de Israel. Siempre tan sutil, una tonalidad más siniestra se desliza en este relato: Israel no es simplemente un vecino indisciplinado, sino un intruso no deseado. Aunque esta versión se expresa aun timidamente fuera del mundo árabe, sus promotores en Occidente ocupan la escena como "expresadores de verdades que osan transgredir el tabú". Asi, el autor británico A.N.Wilson, sin tapujos, ha llegado a la conclusión de que Israel ha provado, por sus propios actos, que no tenía derecho a existir. Y, después del 11-S, el sabio brasileño Giannotti a declarado: "Convengamos que la historia del Oriente Medio sería enteramente diferente sin Israel, que ha abierto una plaga entre el Islam y Occidente. ¿Se puede conseguir el fin del terrorismo musulman sin llegar a cerrar esa herida, que es la fuente de la frustración de los terroristas potenciales?".

La idea misma de un estado judío es un "anacronismo", argumenta Tony Judt, profesor y director del instituto de Investigación de la universidad de Nueva York. Se parece a "un proyecto separatista de fines del s.XIX", que no tiene "ningun lugar" en ese nuevo mundo maravilloso que se dirige hacía la perfección teleológica de la unidad multietnica y multicultural, ligada al derecho internacional. El mundo ha llegado a pensar lo impensable, y, por consecuente, de abandonar ese estado judío en provecho de un único estado binacional garantizado, por supuesto, por una fuerza internacional.

Y bien, supongamos que Israel sea un anacronismo y un error histórico, sin el cual el mundo arabo-islámico, que se extiende desde Marruecos a Egipto, y desde Siria al Pakistan, sería un lugar bastante mas feliz, sobretodo por el hecho de que el pecado original, la creación de Israel, no se hubiera cometido jamas. Después, remontemos en el pasado hasta llegar a la época presente, como si pudieramos dar un golpe de varita mágica, a continuación del cual Israel desaparecería del mapa.

Una civilización con una cultura y una tradición de enfrentamientos.

Comencemos por la letanía "que hubiera pasado si ..." en 1948, cuando Israel ha nacido en la guerra. ¿Estado recien nacido y fallecido, eso habría liquidado el problema palestino en su raiz? No exactamente. Egipto, la Transjordania (la actual Jordania), Siria, Irak y el Libano han marchado sobre Haifa y Tel Aviv no para liberar Palestina, sino para apoderársela. La invasión era un ejemplo clásico de lucha de poder entre estados vecinos preocupados de apropiarse territorios. Si ellos hubieran conseguido la victoria, esta no habría dado lugar a la emergencia de un estado palestino, y habría generado tambíen una pletora de refugiados. (Recordemos que la mitad de la población de Kuwait ha huido trás la "liberación" de ese país por el dictador Sadam Hussein en 1990. En efecto, en la hipotesis de que el nacionalismo palestino se hubiese también despertado, como lo ha hecho a finales de los años 60 y 70, los palestinos podrían enviar hoy terroristas suicidas a Egipto, Siria y otros lugares.

Imaginemos que Israel haya desaparecido por contra en 1967, en lugar de ocupar Cisjordania y la banda de Gaza, entonces dominadas respectivamente por el rey
Hussein de Jordania y el presidente egipcio Gamal Abd el-Nasser. ¿Esos dirigentes habrían entregado su soberanía al jefe palestino Yasser Arafat y abandonado Haifa y Tel Aviv en buena medida? Probablemente no. Los dos potentados, enemigos en todo, sin que eso sea recordado, no estaban unidos más que por su odio y sus temores comunes a Arafat, fundador de Fatah, del cual sospechaban, con razón, de conspirar contra los regimenes árabes. En resumén, la "causa original" de la ausencia de un Estado palestino habría persistido, aún sin Israel.

Finalmente, supongamos, por hipotesis, que Israel desapareciera de un solo golpe hoy. ¿Como ese desarrollo afectaría a las patologías políticas del Oriente Medio? Solo esos que piensan que la cuestión palestina esta en el corazón del conflicto del Oriente Medio encararían, a la ligera, un porvenir feliz para esta región eminentemente problemática, una vez Israel ausente. Porque, no exista nada igual como el pretendido "conflicto". Un rapido calculo hace aparecer cinco situaciones previsibles de deslizamientos peligrosos en la situación de la región.

1. Estados contra estados.
La eliminación de Israel del concierto regional no contribuiría apenas a la concordia inter-árabe. La retirada de las potencias coloniales, Gran Bretaña y Francia, a mediados del s.XX, ha dejado un grupo de jovenes estados árabes rediseñar el mapa de la región.
Desde el principio, Siria ha exigido el Libano. En 1970, solo el ejercito israeli ha disuadido a Damasco de invadir Jordania bajo el pretexto de sostener el levantamiento palestino. A lo largo de los años 50 y 60, el Egipto de Nasser se ha erigido en el nuevo campeón del panarabismo y ha intervenido en el Yemen, en los años 60. El sucesor de Nasser, el presidente Anouar el Sadat, se ha encontrado mezclado en los desacuerdos con Libia hacía el final de los años 70. Siria ha entrado en el Libano en 1976, después ha anexionado el país 15 años más tarde e Irak a desencadenado dos guerras contra estado correligionarios musulmanes: Iran en 1980 y Kuwait en 1990. El conflicto con Iran fue el origen de la mayor guerra convencional del s. XX. Ninguno de estos enfrentamientos tiene la menor relación con el conflicto israelo-palestino. De hecho, la desaparición de Israel permitiría solamente afectar la distribución de los presupuestos militares a la gestión de esas rivalidades internas.

2. Creyentes contra creyentes.
Esos que piensan que el conflicto de Oriente Medio es un "affaire entre musulmanes y judíos" harían mejor en mirar más de cerca los siguientes puntos: 14 años de carnicería fanática en el Libano; campaña de exterminación de chiitas por Saddam, al día siguiente de la primera guerra del Golfo; la masacre de 20 000 personas por el gobierno de Siria, en la plaza fuerte de los Hermanos Musulmanes sirios, en Hama 1982, y la violencia terrorista contra los cristianos egipcios en los años 90. Añadid a esta enumeración la opresión interconfesional, como en Arabia Saudita, donde la secta fundamentalista de los wahhabitas enarbola el poder del estado para imponer y exportar su estilo de vida austero a los menos devotos."

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