Sunday, January 05, 2014

El revisionismo del Holocausto del Haaretz y Denigrando la rebelión del gueto del Varsovia - Eugene Kontorovich



El revisionismo del Holocausto del Haaretz - Eugene Kontorovich

Un nuevo nivel de bajeza se ha alcanzado en las páginas de Haaretz. Ya se publican artículos que unilateral y exageradamente critican al Estado de Israel e inclusive algunos columnistas apoyan el boicot al estado.

Pero independientemente de las propias opiniones sobre la cuestión palestina, al diario le gusta mostrar que vive en un mundo totalmente divorciado de cualquier consenso judío, y que no puede reclamar el título de ser una leal oposición. Pero ahora ha cruzado todos los límites anteriores de decencia y ha publicado una crítica a la rebelión del Gueto de Varsovia, calificándolo como un "mito", y acusando a sus héroes de ser responsables de la liquidación final del gueto. A pesar de los desacuerdos sobre cuestiones diplomáticas, territoriales y religiosas, la memoria del Holocausto - sus héroes y víctimas - había sido un elemento unificador de la conciencia judía de post-guerra. Ahora el juego limpio sobre el Holocausto también se ha desvanecido.

El argumento del artículo es que tal vez si los combatientes no hubieran sido tan arrogantes, si no hubieran montado un escándalo, entonces los nazis, que no olviden que ya habían asesinado a 500.000 judíos de Varsovia, quizás habrían permitido que los restantes 50.000 vivieran algún tiempo más.

¡Quizás! No se trata de un argumento nuevo. Por el contrario, el autor increíblemente resucita y hace suyo los argumentos de la Judernat, el gobierno de colaboradores judíos que dirigían los guetos. Ante cada nueva deportación de judíos, y ante la creciente certidumbre sobre el destino final, ellos instaban a frenar la reacción con una urgencia cada vez mayor, tal vez para dejar que el resto pudiera vivir, ya que si luchaban, todas las últimas deportaciones serían un sacrificio en vano.

No puede haber un caso más terrible de "culpar a la víctima" que poner toda la responsabilidad de la liquidación del gueto a los pies de los combatientes.

Es cierto, el "liderazgo comunal" judío - y los rabinos - se opusieron a la insurrección. Eso es todo lo que hicieron de valiente. Pero el Judenrat no tenía derecho a decidir si los residentes del gueto debían morir en las cámaras de gas o luchando por su libertad.

Por supuesto, el Haaretz quiere ser "provocador" e "iconoclasta", y le gusta derrumbar los mitos más preciados. Pero a pesar del título del artículo - "El Mito del Gueto de Varsovia" -, el artículo parece revelar que no hay mitos en absoluto, sólo faltaba la precisión de que siempre lo supimos. A su juicio, resulta que no muchas personas participaron en el levantamiento, un hecho ya bien conocido. Entonces se trata de introducir confusión diciendo las cifras exactas son aún así "problemáticas", y hace suyas las bajas estimaciones basadas en los recuerdos de una persona. La reproducción de estos juegos de contar cuantos fueron no deja de resultar vil. Nadie sabe el número de participantes, así como nadie conoce el número auténtico de víctimas del Holocausto. Y el "revisionismo" de un número tan vago hacia la baja es ahora el estándar habitual de los negadores del Holocausto.

Una vez más, los números pequeños no "desacreditan" cualquier mito, sino que lo refuerzan. Ese fue un pequeño grupo de jóvenes que se arriesgaron valientemente jugándose su captura y su muerte mediante tortura lenta, en contradicción con el liderazgo colaboracionista que hasta ese momento había estado equivocado en todas sus predicciones.

En última instancia, el objetivo del artículo no es realmente el Holocausto. El autor se opone a la glorificación de los glorificados (y que en buena medida no eran sionistas) por el movimiento sionista en los primeros años del estado. Tal vez los luchadores deberían haber esperado su deportación y ser así poder vistos por el Haaretz como "sacrificados por la paz", para usar la palabra de moda de la Segunda Intifada.

Sin duda, esta es la razón por la que el Haaretz ha elegido, de manera algo extraña, volver a visitar el Gueto de Varsovia. Este periódico ha intentado durante mucho tiempo convencer a los judíos de Israel de que ya no necesitan luchar, que pueden confiar en alguien para que les salve. El último de ellos, John Kerry, se dirige a Jerusalén con un argumento de este tipo. Con el fin de avanzar en su agenda política, el diario no se detiene en mancillar una de las páginas de mayor orgullo de nuestra historia, ni teme tampoco alinearse con una de las páginas más vergonzosas, el Judenrat.

La memoria santificada del Gueto de Varsovia no se basa en su importancia militar, su tamaño o su conformidad con el ethos sionista. Lo importante más bien es la resolución unánime en la historia judía de que los combatientes tenían razón.

PD personal: Hemos pasado de reprobar al Judenrat como colaboradores de los nazis, según la polémica opinión de Hannah Arendt, quien pensaba que dicha colaboración facilitó el aniquilamiento de los judíos al proporcionar una falsa sensación de "normalidad" ante la aniquilación a las puertas, a reivindicar ahora según el articulista del Haaretz su labor. Uno pensaría que el Haaretz estaría más bien de parte de Arendt.


Denigrando la rebelión del gueto del Varsovia - Isi Leibler

Me froté los ojos con incredulidad esta semana cuando leí un artículo en un lugar destacado de la web del Haaretz titulado "El Mito del Gueto de Varsovia". El artículo afirmaba que la rebelión del Gueto de Varsovia, la mayor revuelta enprendida solamente por judíos durante la ocupación nazi, fue extremadamente limitada en su alcance y duración. El aspecto más obsceno del artículo es la afirmación de que los combatientes fueron responsables de la muerte de los 50.000 judíos del gueto que aún no habían sido deportados.

Esta interpretación distorsionada de los acontecimientos, sin duda, tipifica del revisionismo histórico al que el Haaretz está tan predispuesto, no sólo con respecto a su post-sionismo, sino ahora también aplicado a la historia judía. Que a tal artículo se le de tal protagonismo en un diario israelí con un amplio número de lectores de internet en inglés, envía una visión negativa sobre todos nosotros.

El autor, Eli Gat, es un sobreviviente del Holocausto que en 2009 publicó de manera privada un libro de mala calidad titulado "No sólo otro Holocausto", en el que describía sus sufrimientos y aludía a su sentido revisionista ahora incorporado en su artículo. Su libro fue completamente ignorado y muy poca gente ni siquiera había oído hablar de él hasta que el Haaretz publicó su artículo.

En su artículo Gat deshonra a los héroes del Gueto de Varsovia y disminuye su importancia histórica y simbólica. Él insiste en que hubo menos de 700 combatientes del gheto y que la revuelta duró sólo dos días, después de lo cual muchos combatientes huyeron. Gat tiene el descaro de repudiar la visión aceptada de que la parte más importante de la sublevación tuvo lugar en el transcurso de un mes y rechaza específicamente la afirmación que confirma esto por parte del difunto profesor Israel Gutman, un historiador del Holocausto respetado y un participante en el levantamiento.

El aspecto más obsceno de "El Mito del Gueto de Varsovia" es la afirmación de que los combatientes del gheto fueron responsables de la muerte de los 50.000 judíos que aún permanecían en el gueto y que se dedicaban a trabajar en las fábricas que producían bienes para el esfuerzo de guerra nazi, afirmando que estos judíos podían haber llegado a sobrevivir si la revuelta no hubiera tenido lugar. Él justifica las políticas trágicamente equivocadas y fracasadas de la mayoría de los Judenrats (los comités judíos nombrados por los nazis para supervisar a los habitantes del gueto) que nunca opusieron resistencia y estaban convencidos de que si consentían las demandas nazis podría salvarse.

El hecho evidente, no obstante, es que los nazis se vieron afectados por la decisión de los héroes del Gueto de Varsovia de morir con honor en lugar de ser llevados al matadero, y es que su compromiso con un programa de exterminio total ya era absoluto.

Este artículo es sólo un ejemplo del periodismo irresponsable y tendencioso que practica el Haaretz. En los últimos años este diario ha servido como el principal vehículo para la promoción destructiva del post-sionismo. Ha participado en campañas deliberadas para demonizar a Israel y con frecuencia sus artículos promueven el movimiento de boicot BDS.

De hecho, su edición en línea ahora representa una de las principales fuentes de promoción del odio global contra el Estado judío por medios internacionales hostiles y por políticos anti-israelíes. El Haaretz ha causado, y sigue causando, enormes daños a Israel.

Uno de los ejemplos más flagrantes del enfoque de auto-odio del Haaretz fue su campaña vitriólica contra el IDF, cuando publicó supuestos numerosos ejemplos de presuntos crímenes de guerra cometidos por soldados israelíes de manera individual. Estas acusaciones fueron probadas ulteriormente como infundadas, pero sólo después de que se hubiera hecho mucho daño: las historias fueron reproducidos en las portadas de los principales medios de comunicación de todo el mundo, haciendo fermentar un clima hostil que allanó el camino para el tristemente célebre Informe Goldstone.

De hecho, hay una serie de periodistas del Haaretz que a menudo son indistinguibles de los propagandistas palestinos. Por ejemplo, en abril de este año, después de un incidente en el que una niña israelí de tres años de edad fue gravemente herida cuando el coche conducido por su madre fue atacado con piedras, la periodista Amira Haas, de notorio sesgo pro-palestino, justificó ese acto diciendo: "Tirar piedras es el derecho hereditario y el deber de una persona en virtud de vivir bajo un poder extranjero". El propio editor del Haaretz, Amos Schocken, la defendió diciendo: "A veces tienes que luchar contra la violencia con violencia".

Otro de esos periodistas, Gideon Levy, que publica regularmente artículos que citan textualmente las alegaciones palestinas de obscena opresión y de criminalidad israelí, publicó en octubre del año pasado un artículo en primera plana titulado "La mayoría de los israelíes apoyan un régimen de apartheid en Israel", basándose en una manipulación por su parte de los resultados de una pequeña encuesta ya de por si preparada y sesgada. Los israelíes se indignaron ante dicha manipulación y cinco días después el Haaretz se vio obligado a publicar una disculpa. Pero de nuevo el daño ya estaba hecho y los periódicos de todo el mundo recogieron una amplia difusión de esa mentira.

Hay numerosos ejemplos similares de esa difamación rabiosa y constante de Israel, a quien culpa de ser el único responsable de la imposibilidad de alcanzar un acuerdo de paz con los palestinos. Pero en los últimos años años, este diario ha ampliado su post-sionismo para promocionar una narrativa revisionista que socava el núcleo de la continuidad judía, cuestionando los vínculos de los judíos de hoy en día con los de la era bíblica, y cuestionando la validez de una nación judía.

El año pasado resucitó en un artículo la teoría de que la mayoría de los judíos asquenazis de hoy en día son descendientes de los turcos jázaros que se convirtieron en el siglo VIII, y de los que supuestamente descenderían la mayor parte de los judíos europeos. Esta idea absurda ya fue utilizado en el pasado por los antisemitas y ahora es fuertemente promovida por los árabes para "probar" que los judíos actuales no tienen ningún vínculo con la tierra bíblica de Israel.

La falta de profesionalismo del Haaretz es simplemente inexcusable. En su celo por socavar los principios fundamentales del sionismo, ha hecho un daño irrevocable a Israel. La distorsión de los hechos, y sus mentiras, han ayudado a nuestros enemigos y confundido a nuestros amigos, incluyendo a los judíos que viven en la diáspora con una comprensión limitada de la historia judía o israelí.

El artículo Gat demuestra hasta qué grado puede tergiversar y torcer los hechos el Haaretz - incluso la historia del Holocausto - para provocar en sus lectores la disminución, todo lo que sea posible, de su identificación y su orgullo de ser judío.

Sin embargo, los periódicos dependen de sus lectores y el número de sus suscriptores disminuye rápidamente, por lo que quizás puedan llegar a tomarse las medidas más eficaces para influir en el editor y en unos redactores y así evitar que el diario sirva como plataforma de promoción de los enemigos de Israel y del pueblo judío.

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