Tuesday, March 04, 2014

Para recibir a Netanyahu, Obama se descuelga con un explosivo ataque político personal – David Horovitz – Times of Israel



"Hola, señor Primer Ministro (Netanyahu). Usted está tratando de mantener una situación crónica en lo que respecta a los palestinos. Usted ha estado llevando a cabo en dos últimos dos la construcción de asentamientos más agresiva que hayamos visto en mucho tiempo. Se llegará a un punto, ya sabe, donde no se podrá manejar eso más, y luego se comenzará a tener que tomar decisiones muy difíciles. ¿Debería resignarse a lo que equivale a una ocupación permanente de Cisjordania? ¿Perpetuará, en el transcurso de una década o dos, más y más políticas restrictivas en lo referente al movimiento de los palestinos? ¿Impondrá unas restricciones a los árabes israelíes que vayan en contra de las tradiciones de Israel?  Pero aparte de eso, señor Primer Ministro, bienvenido a la Casa Blanca".

Hasta que leyó las noticias de última hora de la entrevista del presidente Obama con el periodista judío americano del Bloomberg, Jeffrey Goldberg (que ya ha servido en otras ocasiones como propagador de las ideas del presidente), el primer ministro Benjamin Netanyahu podía haber previsto que la reunión del lunes con Obama sería una de las reuniones donde menor nivel de confrontación y de desagradable franqueza reinarían, y donde más diplomacia habría con su buen amigo Barack.

Claro que las apuestas iban a seguir estando en lo alto: El presidente instaría a Netanyahu a que asintiera a la propuesta marco preparada por el secretaria de Estado John Kerry para la continuación de las conversaciones de paz. Y el primer ministro israelí instaría a Obama para que endureciera sus demandas a Irán, para asegurarse de que a los ayatolás se les privaría de los medios para construir esas armas nucleares que juran que no quieren construir, sólo en la remota posibilidad de que pudieran estar mintiendo.

Pero Netanyahu, como sus asistentes llevan bastante tiempo señalando, estaba dispuesto a aceptar las propuestas marco - como base no vinculante para unas futuras negociaciones -. Así que no existía la posibilidad y la necesidad de una confrontación sobre ese tema. Y Netanyahu debía tener pocas esperanzas de poder cambiar la postura de Obama sobre Irán, por poderosos que creyera que fueran sus argumentos. Así que tampoco tenía mucho sentido una confrontación sobre este otro tema.

Y entonces llegó el bombazo de la entrevista del Bloomberg y el maltrato a Netanyahu.

El momento no podría haber sido más deliberado: un ataque directo a las políticas del primer ministro israelí ejecutado precisamente cuando Netanyahu volaba para reunirse con él, y durante el primer día de la conferencia anual del lobby pro-israelí AIPAC que se desarrollaba en esa misma ciudad.

Como poco, eso podría considerarse como un ejercicio de mala educación y de mala diplomacia, una rotunda bofetada preventiva en pleno rostro de Netanyahu: a fin de cuentas, Obama sólo ha dicho al mundo que usted está llevando al desastre y a la ruina a Israel, señor Primer Ministro. Ahora bien, ¿qué era de lo que quería hablar conmigo Mr. Netanyahu?

Más sustantivamente, los comentarios del presidente Obama refuerzan los años de quejas que se han venido acumulando en los círculos de Netanyahu y la distancia existente, en el sentido de que el presidente Obama hace caso omiso de las inconsistencias, duplicidades y falsedades de la Autoridad Palestina y de su líder Mahmud Abbas, mientras exageradamente sitúa la culpa del posible fracaso de los esfuerzos de paz ante la puerta del gobierno israelí.

A medida que le leían la transcripción de la entrevista, Netanyahu y sus ayudantes lamentaron sin duda lo que ven como la obsesión de Obama con los asentamientos, con exclusión de cualquier otra cuestión sobre la que los israelíes y los palestinos están en punto muerto. Ellos ciertamente lamentan que la exhibición pública de desafección del presidente Obama difícilmente alentará a los palestinos a adoptar posiciones más flexibles sobre las restantes cuestiones básicas, como la demanda de un "derecho de retorno" para millones de palestinos a Israel. Y puede ser que se hayan preguntado si algunas de las municiones utilizadas precisamente ahora por Obama son una señal de su descontento con el AIPAC, ese lobby irritante que no acaba de guardar silencio a la hora de presionar sobre Irán.

Y es que incluso antes de ser presidente, Obama había dejado en claro su convicción de que la empresa de los asentamientos de Israel era profundamente contraproducente para el Estado judío. Muchos israelíes comparten esta creencia. Pero que Obama eligiera destacar su preocupación en términos tan ominosos y agudos, yendo tan lejos como para advertir que haría imposible que en el futuro los EEUU pudieran proteger a Israel de las consecuencias de sus erróneas construcciones en Cisjordania, sugiere que ha perdido toda esperanza en la buena voluntad de Netanyahu para frenar la construcción. De lo contrario, seguramente, habría contenido el fuego, y lo hubiera consultado primero, cara a cara, con el primer ministro.

Para una cosa es cierta, el recurso del presidente Obama de utilizar una entrevista de prensa en la víspera de una reunión personal para emitir unas advertencias apocalípticas sobre el riesgo que puede conllevar para Israel la desastrosa política - según él - de Netanyahu, es casi la última cosa que probablemente pueda reforzar la creencia y la confianza del primer ministro israelí sobre la alianza de Obama con Israel, y casi la última cosa que pudiera favorecer que el propio Netanyahu se alejara aún más de su base de operaciones de línea dura en el Likud, adoptando medidas tales como detener la construcción fuera de los bloques de asentamientos.

Ahora será particularmente interesante contemplar las perogrulladas que puedan dirigirse cuando inviten a la prensa para el breve y tradicional “preguntas y respuestas” tras finalizar su reunión en la Casa Blanca. Sin duda sucederá algo. Pero lo cierto es que Obama eligió exponer su verdadera voz sobre Netanyahu antes de que el primer ministro hubiera llegado, y que dio lugar a un ataque político brutal.

"Aparte de eso, señor Primer Ministro, ¿está disfrutando de Washington DC?"

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