Saturday, April 05, 2014

Por qué las conversaciones de paz están colapsando – David Horovitz - Times of Israel



"Nuestro objetivo será lograr un acuerdo sobre el estatuto definitivo en el transcurso de los próximos nueve meses... Cuando alguien les dice que israelíes y palestinos no pueden encontrar un terreno común o abordar las cuestiones que los dividen, no les crean", dijo el Secretario de Estado de EEUU John Kerry flanqueado por los jefes negociadores de las partes, Tzipi Livni, y Saeb Erekat, en el Departamento de Estado el 30 de julio 2013.

Pese a todo ese optimismo insondable del Secretario Kerry de hace ocho meses, las negociaciones entre israelíes y palestinos no han ido a ninguna parte durante estos meses antes de estrellarse espectacularmente esta semana.

Los palestinos interrumpieron las conversaciones directas con los israelíes en noviembre, en protesta por la construcción de asentamientos israelíes en curso (Israel argumentaría de manera legalista que, según los acuerdos que rigen el reanudado esfuerzo de paz, no estaba obligado a limitar la construcción en Cisjordania). Posteriormente los palestinos torpedearon los esfuerzos de Kerry por redactar un documento que expusiera los "principios de un acuerdo final", bajo el cual se preparaba que el primer ministro israelí Benjamin Netanyahu aceptara la continuación de las negociaciones sobre la base de las líneas previas a 1967. El presidente de la Autoridad Palestina Mahmoud Abbas rechazó el quid pro quo de Palestina, que especificaba una meta de dos Estados-nación para dos pueblos - un Estado-nación judío y un Estado-nación palestino -.

Todo está cerca, pero aún no completamente perdido. A partir del jueves por la tarde, algunos de los que saben aún estaban describiendo la situación como "todavía fluida". Es revelador que casi dos días después de que Abbas firmara dramáticamente por parte de "Palestina" los 15 tratados y convenciones internacionales en un aparente gesto de forzar a los EEUU e Israel, la oficina de Netanyahu seguía echando fuera una avalancha de solicitudes de comentarios. El acuerdo “para todo el mundo podría aún - Israel libera la cuarta y última tanda de convictos de terrorismo de largo plazo incluyendo una docena de árabes israelíes, así como a 400 prisioneros de seguridad 400 no involucrados en crímenes violentos; Israel detiene las nuevas ofertas de viviendas en asentamientos; los palestinos vuelven a la mesa durante al menos nueve meses más y evitan la vía unilateral de un Estado; los EEUU liberan Jonathan Pollard – ser, posiblemente, revivido. Netanyahu había conseguido seguir en el camino para reunir una mayoría para un acuerdo de este tipo cuando Abbas consiguió remover todo el asunto la noche del martes.

Pero en Jerusalén ese jueves ya existía un grado de desconcierto en cuanto a las intenciones palestinas - hoy en día, y mirando hacia atrás a los infelices ocho meses desde que Kerry tan alegremente acogió Livni y Erekat en Washington -. Netanyahu enfáticamente quiere que las conversaciones continúen, a pesar de que no hay indicación alguna de que él y Abbas puedan encontrar posiciones mutuamente aceptables en la mayoría de los temas centrales de un acuerdo permanente. ¿Pero quiere Abbas que esta crisis se resuelva? ¿O las negociaciones lideradas por Kerry sólo eran para Abbas un pretexto, en virtud del cual la Autoridad Palestina se aseguraría la liberación de prisioneros, y luego cambiaría de nuevo y proseguiría por la vía unilateral - atacando a Israel en todos los foros posibles, en busca de apoyo internacional para la estatalidad, mientras afirmaba haber negociado de buena fe - ?.

La confiada afirmación de Kerry de que podía dar a luz una futura paz en nueve meses fue siempre injustificada. Pero uno de los aspectos más tristes de este parto más preocupantes es su propio papel de partera imperfecta: el facilitador a veces se convirtió en una complicación.

Porque fue Kerry quien inexplicablemente le dio a entender a Abbas que Israel estaría dispuesto a liberar a algunos de sus propios ciudadanos en el curso de la liberación acordada, en un programa de cuatro fases, de 104 terroristas, y que Israel había refrendado tal compromiso. Y fue entonces Kerry quien trató de endulzar esa amarga píldora y terminó provocando un revuelo político en los Estados Unidos al arrastrar a Pollard en la ecuación.

No está claro que Israel pudiera haber liberado al último lote de prisioneros en la fecha prevista, el pasado fin de semana, sin una promesa de Abbas de continuar con las conversaciones. Pero la disputa por los terroristas árabes israelíes presentes en la lista ciertamente no ayudó. Y fue la demora en la liberación de prisioneros lo que llevó a Abbas a utilizar la artimaña de los tratados internacionales, que anuncia la crisis actual.

Habrá un montón de consecuencias terribles, incluyendo la terrible posibilidad de un giro hacia atrás y un regreso a una confrontación violenta y al aumento del terrorismo, y mucha culpa que asignar si esta semana efectivamente se decide el final de la candidatura de Kerry a un acuerdo.

Los palestinos tienen un presidente débil que, aunque no parezca practicar la duplicidad ni el fomento del terror de Arafat, nunca se enfrentó a la narrativa legada por su antecesor, que se resume en que los judíos no tienen ninguna legitimidad soberana en esta parte del mundo. Los israelíes tienen un primer ministro que, frente a una variedad de exigencias para fomentar la creación de confianza en la Autoridad Palestina, optó por no tomar el camino pragmático de frenar la expansión de los asentamientos y sí lo hizo a cambio por traicionar a las familias de las víctimas, socavando el sistema de justicia, y animando a los futuros terroristas a creer que podrán salir libres de sus crímenes, mediante la liberación de decenas de asesinos despiadados.

En el corazón de este callejón sin salida, se encuentra sin embargo una asimetría fundamental: los judíos israelíes han llegado a creer que su propio interés, y específicamente el imperativo de conservar un Israel judío y democrático, requiere un acuerdo con los palestinos. No hay ningún imperativo comparable en el lado palestino, y no habrá siempre y cuando gran parte de la comunidad internacional persista en indicar a los palestinos que van a ser capaces de alcanzar la plena independencia y la soberanía sin el inconveniente de hacer las paces con Israel.

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