Tuesday, October 07, 2014

La hipocresía de los derechistas e izquierdistas - Ben-Dror Yemeni - Ynews



Una vez cada varios meses ocurre de nuevo. Una vez son unos árabes que compran una casa en un pequeña comunidad judía. Otra vez se trata de judíos que compran una casa en un barrio árabe. Casi cada vez, después de dicha compra, se crea una conmoción, al igual que la reciente compra de viviendas en el barrio de Silwan en Jerusalén Este.

Quién está apuntando ahora con su dedo acusador es Peace Now, que se las arregló para conseguir una condena por parte de la administración estadounidense. ¿Por qué, acusan desde la derecha israelí (a los funcionarios americanos), a un judío se le permite comprar una casa en Manhattan, pero no debería permitírsele comprar una casa en Jerusalén?

En el puro plano jurídico, y no habría necesidad ni siquiera de mencionarlo, se trata de una compra legal. Pero aquí la legalidad es irrelevante. La izquierda y la derecha están actuando como gemelos ante este problema. La izquierda no tiene en cuenta las resoluciones judiciales cuando se trata de Sheikh Jarrah, de las comunidades de beduinos o de Silwan. La derecha no es muy diferente. Los árabes no son bienvenidos en los asentamientos y en los kibutzim, vale la pena señalarlo, tampoco se aceptan miembros árabes.

[N.P.: hay un artículo muy interesante sobre este tema, los "comités de aceptación" en las pequeñas comunidades, de Seth. Frantzman. En primer lugar puntualiza que los casos de rechazo a ciudadanos árabes son mínimos, aunque desde luego son ampliamente publicitados por la izquierda y los medios de comunicación. De hecho, el 99% de los rechazados son judíos, y sin publicidad e interés por parte de la izquierda y de los medios, y todo ellos por pertenecer a grupos "no idóneos" para la población asquenazi que generalmente puebla esas comunidades, estamos hablando de una discriminación étnica, ideológica, social y religiosa a judíos rusos, mizrahim, etíopes y haredim]

No toda expresión de miedo a los extraños y foráneos representa una expresión de racismo. A veces, y tenemos que admitirlo, los extranjeros constituyen un problema. Sucedió en el norte de Israel cuando un rabino loco llegó a una comunidad con sus seguidores y poco a poco se hizo con el mando de ella, volviendo miserable la vida de los residentes originales

La sureña comunidad de Nevatim, situada en el sur del Negev, se opuso en el pasado a la entrada de una familia beduina. Las mujeres de la familia vestían burkas. Eso es algo que también asusta a los liberales europeos. Inclusive algunos países han introducido una legislación contra el burka.  Es evidente que eso resulta aún más alarmante en una pequeña comunidad. ¿Qué pasaría cuando otras cinco familias de las que utilizan el burka pidieran poder ingresar en la comunidad?

El derecho a mantener un tipo de estilo de vida, una vida comunitaria, una mayoría nacional, es un derecho básico.  Los que se manifiestan en contra de la entrada de judíos en los barrios de mayoría árabe de Sheikh Jarrah o Silwan protestan exactamente por esa razón: debido a que es un derecho de los árabes vivir sin extranjeros, sin judíos en estos tiempos, y que probablemente no lleguen con intenciones limpias.

¿Pero por qué a la izquierda israelí, que entiende y se muestra comprensiva con esta negativa cuando la protagonizan árabes, le resulta tan difícil entender esa misma negativa cuando proviene de judíos? ¿Y por qué algunos consideran que es justo que cualquier judío pueda establecerse  dentro de cualquier barrio árabe, pero a los árabes no les permiten instalarse en el corazón de un barrio judío?

Podríamos elaborar una norma para distinguir entre el racismo y los casos en los que el mantenimiento de una mayoría es una decisión apropiada: en primer lugar, el derecho a residir en un lugar debe ser dado solamente a aquellas personas que respetan la presencia de otras personas; en segundo lugar, está permitido oponerse a la entrada de miembros de una comunidad foránea que no estén interesados ​​en su integración en la comunidad receptora, sino que pretenden socavarla y hacerse cargo de ella a la fuerza.

¿Los judíos que insisten en vivir en Silwan darían la bienvenida a familias musulmanas que utilizan el burka si éstas desearan vivir en un barrio judío? Sabemos cual sería su respuesta. Pero esta misma pregunta también debería formularse  a esos árabes que desean alquilar un apartamento en una comunidad judía. ¿Les darían ellos a los judíos el mismo derecho pero en sus comunidades árabes?

Nosotros también sabemos cual sería su respuesta.

Kurt Lewin, el padre de la psicología social moderna, dijo cosas similares cuando sostuvo que no se debe ser tolerante con aquellos que son intolerantes. Eso es a la vez simple y cierto. Aunque estemos en la era multicultural, la tolerante Europa no parece haber obtenido mucho éxito. Toda Europa está presa de miedo y luchando. Los antiguos residentes de ciertos barrios están huyendo de ellos y emigran a otras zonas.

Debemos tener cuidado. Las personas que impiden a un estudiante árabe alquilar un apartamento en Tel Aviv son racistas, porque hay una diferencia entre vivir en una gran ciudad e instalarse "sólo para fastidiar" en una pequeña comunidad.

Los asentamientos judíos en Silwan y Sheikh Jarrah plantean otro dilema, ya que la parte oriental de la ciudad no es el único lugar donde hay propiedades judías desde antes del establecimiento del Estado. También existían propiedades árabes en la parte occidental de la ciudad. Aquellos que insisten en que actúan basándose en el derecho a la propiedad y el derecho de retorno están justificando demandas similares de la parte árabe.

Esto es una locura. Quien quiera un Estado nacional judío y democrático, el que se oponga al derecho de retorno de los refugiados palestinos y de sus descendientes, el que no quiera las reclamaciones de esos refugiados, debería entender que a veces, sólo a veces, cierta insistencia en estos temas por parte de grupos derechistas no sirve a la causa nacional, de hecho su insistencia es antisionista.

Labels: ,

0 Comments:

Post a Comment

<< Home