Thursday, December 04, 2014

Muy, muy bueno: Últimas noticias de un complicado Oriente Próximo. La historia de la mosca, el café y Palestina - Roland Jaccard - Causeur



Estábamos, el rabino Yosef Geisinski y yo, en la lujosa boutique de Nespresso en Lausanne en trance de evocar en el mostrador los asesinatos perpetrados por dos palestinos en una sinagoga de Jerusalén, cuando de repente apareció una mosca, una visión inesperada en un lugar donde George Clooney no tolera ninguna diversión. El rabino Yosef Geisinski siguió el vuelo de la mosca y me preguntó: "¿Qué pasaría si (la mosca) cayera en una taza de café?". "Yo prefiero no pensar en ello", le dije. "Yo te voy a sugerir algunas respuestas", insistió, "y me comentas si las compartes o la desapruebas...".  Asentí con la cabeza y comenzó el juego.

- Si la mosca cae en la taza de un italiano, él la rompe y sale furioso del bar.

Estuve de acuerdo.

- Si se trata de un alemán, pide una nueva taza de café, esterilizada si es posible.

Estuve de acuerdo de nuevo.

- Si se trata de un francés, echará a la mosca fuera de la taza y beberá su café.

!Bien hecho!

- Si se trata de un chino, se comerá la mosca y tirará el café...

Expresé mi desacuerdo con mi silencio.

- Si se trata de un ruso, continuó, beberá su café con la mosca, como si se beneficiara de un tratamiento preferencial.

No pude evitar sonreír.

- Si se trata de un israelí, venderá el café al francés, la mosca al chino, venderá una nueva taza al italiano, beberá té, y con todo lo que ha ganado tratará de desarrollar un sistema que evite que este tipo de incidente vuelva a suceder...

Asentí con la cabeza.

- Y si se trata de un palestino, él acusará a los israelíes de haber dejado caer la mosca en su café, protestará ante la ONU contra esta agresión, pedirá una indemnización a la Unión Europea para una nueva taza de café, utilizará el dinero para comprar explosivos y tratará de hacer saltar el restaurante donde los italianos, franceses, alemanes, rusos y chinos están a punto de explicar a los israelíes que deben ofrecer su taza de té a los palestinos.

Me reí. Sin saber por qué. O tal vez, sabiéndolo demasiado bien. Ninguna mosca cayó sobre nuestros cafés. Sin embargo, acabamos de conocer que los socialistas franceses están dispuestos a reconocer al Estado palestino.

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