Friday, December 05, 2014

Un análisis típicamente foráneo (de trazos gruesos): Lo que hay que tener en cuenta para las próximas elecciones israelíes - Dan Perry - Associated Press


¿Los posibles perdedores con Netanyahu? Aunque Livni parece querer aliarse con los laboristas

"Las próximas elecciones serán acerca de una pregunta: ¿Quién va a dirigir al gobierno israelí en medio de los enormes desafíos a los que se enfrenta Israel", ha señalado el Primer Ministro Netanyahu después de que optara por enviar a Israel hacia unas elecciones anticipadas.

Aunque su victoria se da casi como asegurada, hay unas cuantas bolas salvajes en juego, desde el nuevo plan de paz regional del ministro de Exteriores, hasta el regreso y participación de una ex estrella política del Likud.

El chico nuevo en la ciudad

El ex ministro de Comunicaciones de Netanyahu, Moshe Kahlon, se hizo un nombre al tener éxito en la reducción de las facturas de la telefonía móvil de Israel. Ahora está formando un nuevo partido con la promesa de centrarse en el alto coste de la vida en general.

Kahlon viene del Likud, pero probablemente sabe que Israel es caro en gran parte debido a los altos costes en seguridad, el muy subsidiado proyecto de asentamientos en Cisjordania, y el rápido crecimiento de un sector ultra-ortodoxo económicamente dependiente.

Todos estos son temas que representan una "piedra de toque" para la izquierda, y Kahlon ha llevado a insinuar que la Tierra Santa debe ser dividida entre israelíes y palestinos cuanto antes. Los sondeos le dan en torno al 10% de los votos, y es probable que robe votos de ambos campos, derecha e izquierda [N.P.: yo diría que más bien su fuente será el centro político, es decir, Yair Lapid].

En teoría, podría llegar a negarse a formar parte de una coalición de la derecha (más haredis) y unirse con la izquierda, o unirse con el ministro centrista de Finanzas Lapid o con otros antes de las elecciones. Nadie sabe si realmente lo haría, quizás tal vez ni siquiera lo sabe el propio Kahlon.

El factor Lieberman

Nacido en la Unión Soviética, Avigdor Lieberman es un ex asesor de Netanyahu que lidera un partido que apela principalmente a los votantes de habla rusa, situándose en general dentro de la línea dura, y con una estimación de voto de alrededor del 10%..

Él siempre ha formado parte del bloque de la derecha, aunque Lieberman siempre ha hablado de la necesidad de dividir la tierra. Él ahora va aún más lejos, ya que sugiere que Israel no solamente debería renunciar a gran parte de Cisjordania, sino también a fragmentos de su territorio reconocido internacionalmente que están fuertemente poblados por ciudadanos árabes israelíes, una idea que confunde a los observadores por parecer a la vez pacifista y ultranacionalista al mismo tiempo .

Algunos ven en su plan un complot para robar votos a la izquierda. Tan profundo es el cinismo que proyecta este político que ideológicamente es poco precisable. Procedamos pues con precaución: Lieberman, descrito por los palestinos como el único ministro de Exteriores del mundo que vive en el extranjero, es un colono en la ocupada Cisjordania al que no le importaría abandonar su lugar de residencia.

El rencor ultraortodoxo

Netanyahu no sólo echó a los partidos ultra-ortodoxos de su coalición en 2013. Para apaciguar a un Lapid incondicionalmente secular, su gobierno aprobó leyes que limitaban el proyecto de exenciones a un reclutamiento militar (o a un servicio civil sustitutivo) de los estudiantes de yeshiva, y consideró otras medidas que conmocionaban su situación insular, como la reducción de sus ayudas - a un electorado ya de por sí pobre - y sus subsidios a sus escuelas, imponiéndoles estudios de ciencia con la esperanza de convertir a sus graduados en más empleables.

Existe la sensación de que esta traición podría haber roto el bloque de la derecha religiosa, y que en las próximas elecciones los religiosos podría mirar hacia la izquierda (siempre que vuelvan  los subsidios). Eso básicamente condena a Netanyahu, pero él tiene la esperanza de que van a perdonarle y olvidar (a cambio de subsidios). Puede que no esperan en vano: todo apunta a que preferirán culpar a Lapid.

Es la seguridad, estúpido

En un país cuyo derecho a existir aún es impugnado, cuyas fronteras no están claras y cuyos habitantes nunca han conocido un día de paz verdadera, aún es importante lo que la gente que ha trabajado en los servicios seguridad diga tras su jubilación y pueden decir lo que piensan.

Por ello es políticamente relevante que en un reciente documental seis ex jefes del servicio de seguridad Shin Bet criticaran la ocupación de Cisjordania. El jefe del Shin Bet más recientemente retirado, Yuval Diskin, ha sido el más mordaz en sus ataques a Netanyahu.

Algunos jefes retirados del Mossad parecen expresarse en la misma línea. Uno de ellos, Shabtai Shavit, escribió recientemente  un apasionado artículo acerca de su temor por el futuro de Israel. La mayoría de las figuras militares superiores parecen cortados por un tejido similar. Se espera que la oposición trate de reclutar a algunas de estas figuras.

La participación de los árabes israelíes

Los árabes israelíes, esos palestinos que se encontraban en lo que se convirtió en Israel después de la guerra 1948-1949, representan alrededor de una quinta parte de una población de 8 millones. Sin embargo, los partidos que los representan - considerados como parte del bloque de la izquierda - tienen menos de una décima parte de los asientos debido a la baja participación. Muchos árabes israelíes son ambivalentes acerca de Israel y algunos se muestran abatidos después de décadas de vivir en comunidades con una financiación insuficiente y con limitadas oportunidades.

Los líderes de los tres partidos árabes del parlamento están hablando de unirse y poner en marcha una campaña por el voto en la que estarían buscando ser decisivos en el momento en que sus compañeros palestinos buscan un estado. El nuevo presidente de Israel, Reuven Rivlin, otro veterano del Likud, parece haber vuelto con Netanyahu y se ha dirigido también a esta población. Una gran concurrencia de su parte podría cambiar el juego.

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