Thursday, June 16, 2016

Un artículo de abril: Los controvertidos diputados árabes israelíes saben exactamente lo que están haciendo - Gadi Taub - Haaretz



Los diputados del partido árabe Balad puede apuntarse otro logro: la Knesset acaba de pasar la primera lectura del proyecto de ley de "suspensión de diputados". Si las visitas de condolencia a las familias de los terroristas que dieron lugar al proyecto no fueron suficientes, la defensa de Hezbolá que realizaron dio al proyecto el impulso necesario.

Un editorial del Haaretz describía su apoyo a Hezbolá como una "locura". Sin embargo, a estos diputados se les debe dar más crédito ya que sus movimientos muestran consistencia. Dado que están muy familiarizados con la escena interna en Israel, el resultado obtenido se ajusta mucho más a sus intenciones de lo nos gustaría admitir

Los diputados del Balad nunca han disimulado su aspiración de cambiar la naturaleza de este país como Estado-nación del pueblo judío. Lo que es cada vez más evidente es la estrategia que han elegido para este propósito: la incitación sistemática de la minoría árabe contra la mayoría judía, y viceversa. Uno tiene la impresión de que creen que un enfrentamiento y un deterioro entre las dos partes finalmente conducirá a un colapso de la estructura que llamamos "un estado judío y democrático".

Tenemos la tendencia a interpretar sus constantes provocaciones como una lucha contra el carácter judío de este estado en nombre de la democracia. Sin embargo, la estrategia de fomentar el conflicto implica atacar a la democracia. Así es como funcionan: en primer lugar, se crea una provocación que se dirige a los puntos más sensibles de la mayoría judía, después de la cual, la derecha israelí responde con iniciativas legislativas que violarían la democracia, al menos simbólicamente. Al final de esta cadena de acontecimientos, la izquierda israelí despierta con el objetivo de defender la democracia atacando a su vez el carácter judío del Estado.

Parece que nadie sepa mejor que los diputados de Balad cómo activar a la derecha israelí contra el "carácter democrático" del país y a la izquierda israelí en contra de su "naturaleza judía". Ambos sectores, en un reflejo pavloviano, desempeñan el papel que se espera de ellos. Uno de ellos, la derecha israelí, responde con leyes relativas al Estado-nación, la bandera, la suspensión de diputados, etc., mientras que la otra parte, la izquierda israelí, utiliza y expande el término fascismo para definir a cualquier expresión del sentimiento nacional judío.

La derecha parece querer comerse la democracia y la izquierda querer actuar en detrimento de las características nacionales del estado.

Afortunadamente para Israel, la gran mayoría del público israelí es mucho más moderada. Las medidas y leyes vacías de la derecha no han dado lugar a un colapso de la democracia y los ataques de la extrema izquierda a las características nacionales del estado no han llevado al público a promover su expulsión. A pesar de las exposiciones de furia que a menudo se convierten en bastante desagradables, la mayoría del público está dispuesto a tragar saliva y absorber estas provocaciones constantes, y eso es lo mejor.

Un miembro de la Knesset como Haneen Zoabi es una refutación de los argumentos que ella utiliza y un testimonio de la solidez de la democracia israelí. Muy pocas democracias permitirían a miembros de su parlamento conservar sus asientos después de manifestaciones activas de simpatía por los enemigos y los terroristas. Por otra parte, si Israel fuera tan fascista como Zoabi afirma que es, ella lo habría abandonado hace ya tiempo y no puede decir nada a ese respecto.

Las proclamas hechas por los diputados del Balad en "apoyo a la democracia" tampoco convencen a demasiada gente. Es difícil argumentar que se apoya a la vez a la democracia y a Hezbolá. Según Balad, Israel debería ser una democracia sin una base nacional, pero dicha base nacional sí debería poseerla Palestina, y perdonarían (como ya han perdonado a Siria) que no fuera una democracia. El argumento democrático no es más que un ariete para allanar el camino al nacionalismo palestino, algo Balad está tratando de disimular.

Sin embargo, lo que es más desalentador de la conducta irresponsable de estos diputados árabes no es el peligro que suponen para la estructura constitucional de Israel. Hasta el momento, se está sosteniendo muy bien.

Más risible es la facilidad con la que están dispuestos a sacrificar el bienestar de la minoría árabe en el altar de su apocalípsis favorito. Es esa minoría la que tiene que soportar el peso del sufrimiento engendrado por su incitación, fomentada tan asiduamente por algunos de los representantes parlamentarios de esa misma minoría.

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