Saturday, October 08, 2016

Tras la estupidez del Nobel de la Paz a Obama, la progresía oficial internacional reincide: Apología de la astracanada - Ramón Pérez-Maura - ABC



Parecía imposible que el Comité Nobel de la Paz superase el infinito ridículo que ya había hecho cuando otorgó su premio a Barack Obama en 2009, siendo así que él apenas llevaba ocho meses en el cargo. La paz de Obama ya sabemos cuál ha sido desde entonces: la de ceder Crimea a los rusos, la de la guerra en Ucrania, la de Siria absolutamente asolada… por no enumerar sus incompetentes actuaciones en otros territorios del planeta en los que la paz ha sido recortada.

Como casi todo acto humano es superable, el Comité Nobel dio ayer el premio al presidente colombiano Juan Manuel Santos. Debió de ser un gran consuelo para quien tenía ese objetivo en la mente desde hace tiempo. No en vano, ya el 5 de junio último el director de ABC, Bieito Rubido, le planteó en una entrevista: «Dicen que el presidente Santos está obsesionado con el premio Nobel de la Paz»; a lo que este respondió: «Mi única obsesión es lograr la paz. Los premios para mí, en esta ocasión, no tienen ningún tipo de importancia. Esa es otra de las acusaciones malévolas de mis oponentes». Pues hay que ver lo acertada que es la malévola oposición colombiana. Cuando el río suena…

La primera impresión que saca uno del galardón otorgado por el Comité Nobel noruego es que sus criterios de otorgamiento fueron engendrados en el despotismo ilustrado, que se regía por el principio de «todo para el pueblo, pero sin el pueblo». ¿Que los colombianos rechazan el plan de paz elaborado por el presidente Santos? El error no es de Santos. El error es de los colombianos. Ellos no saben lo que de verdad les conviene. Pero el Comité Nobel instalado en Oslo, después del muchísimo dinero que se ha gastado el Gobierno noruego en este proceso, sabe mejor que nadie lo que necesitan los colombianos.

Sólo con lo que ha pagado Noruega durante años al comunista madrileño Enrique Santiago, el del despacho en el barrio de Salamanca [N.P.: el barrio de la gente rica y pudiente de Madrid capital], para que llevara adelante este proceso, tenían que demostrar que la razón era de los que perdieron. El contribuyente noruego es muy mirado a la hora de analizar en qué se gastan sus impuestos. Y si se ha derrochado tanto en Colombia y en el bolsillo de Enrique Santiago habrá que sentenciar que es un dinero bien gastado. Por decreto Nobel.

En su justificación del premio, el Comité Nobel explica que los que votaron «no» también querían la paz. ¡Andá! Pues Santos y sus corifeos –los colombianos y los madrileños que cobraban de su fundación– decían que los que votaron «no» querían la guerra. O sea, que ¿han premiado ustedes a Santos por mentir en la campaña? No paramos de mejorar…

Es difícil conseguir hacer más contra la paz de lo que hizo ayer el Comité Nobel.
1) Exaltó la ya infinita vanidad del presidente Juan Manuel Santos. 
2) Instaló en las FARC-EP la certeza de que son dueñas de hacer lo que les dé la gana porque el proceso sigue contando con un aval que – para ese cártel de la droga – continúa siendo del máximo prestigio (Dios los cría y ellos se juntan). 
Y 3) El Comité Nobel convenció a media Colombia de que el premio había sido otorgado contra la mayoría de los colombianos que se manifestaron en las urnas libremente. 
¿De verdad hay alguien que crea que el galardón otorgado ayer en Oslo contribuye algo a la paz? Qué insuperable apología de la astracanada más zafia…

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