Saturday, September 23, 2017

Hace un siglo, la judía Salónica ardió. Fue reconstruida, pero solamente para ser destruida de nuevo - Devin E. Naar - JTA





Hace exactamente un siglo, el 18 de agosto de 1917, un incendio de grandes dimensiones rugió a través de la ciudad portuaria mediterránea de Salónica, en Grecia, entonces el hogar de la comunidad judía sefardí, que utilizaba el ladino, más grande y dinámico del mundo.

Según la leyenda local, el incendio estalló una tarde de sábado en medio de la Primera Guerra Mundial, cuando se descontrolaron las brasas de un refugiado de guerra que estaba asando berenjenas . Un violento golpe de viento catapultó las llamas a una gran deflagración que dejó dos tercios de la ciudad en cenizas y a 70.000 habitantes sin hogar, de los cuales 52.000 eran judíos. Treinta y dos sinagogas, 10 bibliotecas rabínicas, ocho escuelas judías, los archivos comunales y numerosas obras filantrópicas, negocios y clubes judíos fueron destruidos.

Un maestro local lamentó el destino de su ciudad: "De la brillantez y grandeza de esta famosa comunidad judía, sólo quedaban montañas de cenizas. Todo estaba perdido, todo desapareció". Un periodista se lamentaba aún más: "Lo más importante que destruyó el fuego fue el judaismo de Salónica. Es una historia terrible".

Sin embargo, esta devastación palidecía en comparación con lo que ocurriría exactamente 26 años después con los judíos de Salónica. En la primavera y el verano de 1943, las fuerzas de ocupación nazi deportaron a casi 50.000 judíos de Salónica a Auschwitz, afectando a un 96% de su población. El último de los 18 transportes de deportación llegó a Auschwitz precisamente el 18 de agosto de 1943.

Si el incendio de 1917 fue el principio del fin, las deportaciones a Auschwitz significaron el final, o al menos así se puede contar la historia.

Pero la realidad no fue sencilla. Sorprendentemente, después del incendio, los judíos de Salónica perseveraron y reconstruyeron sus instituciones - a pesar de la resistencia del gobierno griego - hasta tal punto que los nazis encontraron una sólida presencia comunal judía al ocupar la ciudad.

Discusiones recientes han puesto de relieve el papel de la gentrificación en la transformación dramática de la demografía y el paisaje urbano, especialmente a raíz de las catástrofes, como es el caso reciente de Nueva Orleans. Un artículo reciente de la New Republic  explica que la gentrificación no es sólo sobre esas personas con ingresos que se trasladan a un vecindario y desplazan a los que allí vivían antes, sino más bien "el lucro y el poder, el racismo y la violencia a gran escala". Similares dinámicas se dieron en Salónica.

Salónica había sufrido una serie de incendios en su historia, pero durante los cuatro siglos bajo el dominio relativamente benigno del Imperio Otomano, a los residentes de la ciudad se les permitió reconstruir sin mucha interferencia del Estado. No fue así después del Gran Fuego de 1917. El gobierno griego, que había anexionado recientemente Salónica durante las Guerras Balcánicas (1912-13), vio en el fuego una oportunidad para transformar de una vez por todas la Salónica judía y otomana en la Tesalónica griega.

Con este objetivo nacionalista en mente, el gobierno expropió el terreno incendiado y evitó que los residentes reconstruyeran sus tierras. En cambio, con el pretexto de promover los intereses del Estado y un moderno plan urbano europeo que transformaría el centro de la ciudad en un espacio griego de clase media y alta, el gobierno subastó la propiedad arrasada: los que podían pagarla, vivieron en la zona y se convirtieron en los nuevos ocupantes del centro de la ciudad. El Banco Nacional de Grecia pujó más alto que la comunidad judía por el edificio en que se levantaba la Talmud Torá, la principal escuela comunal judía. Asimismo, el actual hotel de lujo Electra Palace, que se encuentra en el corazón de la ciudad, se ubica donde otra escuela judía, la Alliance Israélite Universelle, una vez se levantó.

El primer ministro, Eleftherios Venizelos, animó a los urbanistas británicos y franceses a ver la ciudad como una "pizarra en blanco" e ignorar la huella de siglos dejada por los judíos y los musulmanes. Uno de los urbanistas describió a Venizelos como "particularmente entusiasta con una nueva Salónica, casi hasta el punto de considerar al fuego como providencial" y admitiendo que "el propósito fundamental del plan era privar a los judíos del control total de la ciudad". Pero el planificador también señaló, como para ofrecer cierto consuelo: "No hubo un deseo de expulsar por completo a los judíos".

Los líderes judíos locales solicitaron a las organizaciones judías en el extranjero y a las grandes potencias que intervinieran ante el gobierno griego, pero tuvieron poco éxito. Incluso el New York Times señaló en 1919 que el gobierno griego nunca ofreció una "explicación satisfactoria" sobre la causa del incendio - la historia de la berenjena quemada no era muy convincente - y que "las sospechas naturales de los habitantes se acentuaron con los gritos de alegría "procedentes de los principales diarios de Atenas celebrando la desaparición del antiguo gueto de Macedonia".

La comunidad judía comenzó a reconstruirse en las afueras de la ciudad, incluyendo nuevos barrios establecidos en cuarteles militares aliados para albergar a las víctimas judías más pobres. Otros optaron por emigrar. Un líder judío de Salónica explicó que no fue tanto el fuego mismo, tan devastador como fue, sino el impacto "profundamente desmoralizador" del plan para una ciudad "nueva y moderna" lo que impulsó a muchos judíos a huir. Un satirista ladino bromeó: "¿Acaso significa 'modernismo'... 'antisemitismo'?".

Pero un sentimiento de optimismo coexistió con la sensación de desesperación. El incendio provocó la creación de un importante diario en ladino, El Puevlo, que aspiraba a "devolver a nuestra gran comunidad a su anterior estado floreciente" y "asegurar el futuro del pueblo judío". Lamentado la destrucción ocasionada por el fuego, también expresó su esperanza, diciendo "Poco a poco ... nuestra gran comunidad, tan cruelmente afligida hoy, renacerá de las cenizas más brillante que nunca".

Notablemente, el período después del incendio de 1917 fue testigo de la más vibrante productividad cultural judía en la historia de la ciudad, con más periódicos, revistas y libros judíos publicados en ladino (y en francés, griego y hebreo) que nunca. Puesto que tanta literatura había sido destruida - tanto religiosa como secular - había una necesidad desesperada de nuevas publicaciones. La edición Ladino-Hebrea resultante de los salmos incluso terminó en bibliotecas sefardíes tan lejanas como en la de Seattle, Washington.

A pesar de las crecientes tensiones entre los judíos de Salónica y el Estado griego, y las crecientes demandas de que los judíos - como el paisaje urbano - se volvieran más "griegos", la comunidad judía logró construir varias docenas de sinagogas y un nuevo sistema escolar. Reinició el hospital judío y el dispensario médico, y estableció nuevas instituciones, incluyendo una clínica de tuberculosis, un orfanato de niñas y una maternidad. Hacia 1938, se hablaba de que las oficinas comunales judías serían trasladadas al centro de la ciudad, pero el estallido de la guerra impidió el traslado.

Si bien la comunidad judía de Salónica se recuperó del incendio de 1917, la destrucción causada por la ocupación alemana resultó insuperable. Más allá de la desposesión, deportación y asesinato de casi todos los judíos de Salónica por parte de los nazis, todo el carácter de la ciudad se transformó irrevocablemente. Varias docenas de sinagogas, con la excepción de una o dos, fueron destruidas por los nazis y sus colaboradores. Los rastros visibles de la presencia judía habían desaparecido.

El vasto cementerio judío de Salónica, el más grande de Europa, que databa de 1492 y tenía más de 300.000 tumbas sobre un terreno del tamaño de 80 campos de fútbol, ​​también se convirtió en presa de las ostensibles demandas de la planificación urbana moderna. Debido al incendio de 1917 y la posterior expansión de la ciudad (agravada por la llegada de 100.000 refugiados cristianos ortodoxos procedentes de Turquía tras un intercambio forzado de población), el cementerio judío se convirtió en el nuevo centro geográfico de lo que se suponía sería la Salónica griega. Durante 20 años, la comunidad judía logró evitar los esfuerzos realizados en nombre del "progreso" urbano para expropiar el cementerio.

Pero la defensa fracasó una vez que la ciudad estuvo bajo ocupación nazi. Las autoridades griegas usaron la ocupación como pretexto para demoler el cementerio judío. Utilizaron lápidas de mármol para erigir gran parte de la ciudad moderna reconstruida - como restaurar las iglesias dañadas en el incendio de 1917 y construir pasarelas y plazas "modernas" en la ciudad - y para construir el campus de la universidad más grande de los Balcanes que ahora se erige sobre el cementerio judío.

Las reliquias de los muertos judíos se convirtieron en bloques de la renovación urbana - un proceso sistemático y violento iniciado hace un siglo, ya a raíz del incendio de 1917, pero que se intensificó durante la ocupación alemana y continuó a su paso -. El resultado se puede ver hoy en día. Un paseo por Salónica revela muchos edificios modernos y un gran campus universitario en una ciudad que aún sufre la crisis financiera. Pero pocos notarán que muchos de esos edificios modernos fueron construidos sobre una tierra habitada por judíos y que expropiada primero en 1917, y de nuevo en 1943.

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