Monday, October 23, 2017

Los judíos liberales estadounidenses y ese tan inconveniente consenso israelí - Jonathan Tobin - JNS



Las instituciones judías están bajo asedio en estos días, y sus principales críticos no son neonazis. A pesar de la clara inclinación hacia la izquierda de las organizaciones judías, los críticos liberales nos dicen constantemente que los grupos dominantes como AIPAC y las federaciones judías son organismos fanáticos de un gobierno israelí que está siguiendo unas políticas que los judíos estadounidenses aborrecen. El fermento en la izquierda va desde los más dóciles grupos sionistas liberales, y en gran medida irrelevantes, como J Street, hasta los grupos opositores más radicales como IfNotNow y el virulentamente antisionista Voz Judía por la Paz, que también introduce libelos antisemitas y apoya los boicots de Israel

Estos críticos y detractores reciben la atención de muchos judíos liberales. La razón de esto tiene más que ver con el colapso demográfico y el declive del sentimiento de pertenencia con un pueblo judío entre las denominaciones no ortodoxas que conforman el 90% de los judíos estadounidenses, que con las deficiencias del primer ministro israelí Netanyahu. Pero también es cierto que la mayoría de la comunidad judía estadounidense no ortodoxa tiene poca simpatía por las posiciones del gobierno israelí en el proceso de paz.

La idea promovida por el presidente Barack Obama de que Israel necesita ser salvado de sí mismo aún resuena entre la mayoría de los judíos liberales estadounidenses que votaron por él. Este punto de vista sostiene que la continua presencia de Israel en Cisjordania es el principal obstáculo para la paz, así como también para el futuro del estado judío. Pero aunque este consenso judío liberal estadounidense considera que Netanyahu es un problema, sus promotores rara vez se detienen a preguntarse por qué fue elegido primer ministro cuatro veces, incluido ganar las últimas tres elecciones consecutivas.

La respuesta es simple. Existe un amplio consenso dentro de la sociedad israelí que contradice las suposiciones de la mayoría de los judíos estadounidenses. La mayoría de los compatriotas de Netanyahu consideran sus políticas como la única respuesta posible ante una cultura política palestina que todavía se niega a aceptar la legitimidad de un estado judío, sin importar dónde se establezcan sus fronteras. Además, ese consenso israelí no es simplemente confirmado por Netanyahu y sus aliados, sus rivales en el centro y la izquierda también lo abrazan.

El último ejemplo de este hecho provino esta semana del nuevo líder del partido Laborista, Avi Gabbay. La Unión Sionista es una coalición de partidos que incluye a los laboristas, los cuales alguna vez fueron la facción dominante en la política israelí y la personificación de ese ethos de centro izquierda con el que los judíos estadounidenses tienden a identificarse, y a cuyos representantes de Israel les gustaría apoyar.

La Unión Sionista es el partido de la oposición más grande en la Knésset, y su número de posibles escaños en los sondeos ha ido en aumento desde que Gabbay derrotó al ex líder Isaac Herzog en unas primarias a principios de este año. Junto con Yair Lapid, del partido centrista Yesh Atid, él es el hombre que muy probablemente pueda reemplazar a Netanyahu en las próximas elecciones, suponiendo que Netanyahu sobreviva a las investigaciones sobre corrupción y pueda postularse nuevamente.

Pero en el tema que, además del pluralismo religioso, desacredita a Netanyahu a ojos de los judíos estadounidenses, Gabbay no ofrece nada muy diferente a las posiciones del primer ministro. Esta semana Gabbay dijo que no desarraigaría los asentamientos tras ningún acuerdo como parte de un acuerdo de paz con los palestinos. Si la paz fuera posible, él considera que los asentamientos deberían permanecer en su lugar. Eso es exactamente lo que Netanyahu, que compara el deseo de los palestinos y de sus partidarios foráneos de destruir las comunidades judías en Judea y Samaria con una limpieza étnica, también cree.

A principios de año, tanto Lapid como Herzog, el predecesor de Gabby, también dejaron en claro que ninguno de ellos veía una paz real como una posibilidad en un futuro previsible. Herzog pensaba que les llevaría 10 años a los palestinos demostrar que habían alterado suficientemente su cultura política para hacer posible la paz con un estado judío. Lapid dijo que les llevaría 20 años. Eso está en línea con la creencia de Netanyahu de que si bien la paz, e incluso la retirada de algún territorio podría ser algún día necesaria, cualquier movimiento de este tipo debe esperar un cambio radical en la sociedad palestina que rechace la violencia y la deslegitimación del sionismo.

Hay algunas voces en la izquierda que dicen que Lapid y Gabbay solo están postulando estas opiniones para obtener el apoyo de los votantes centristas y que, de hecho, seguirían políticas muy diferentes que implicarían retirarse de los territorios si fueran elegidos. Quizás tengan razón en esto. Pero si es así, eso simplemente demuestra que ambos líderes entienden que la mayoría de los israelíes aún ven más posibles retiradas sin un genuino cambio entre los palestinos como no solamente equivocadas, sino locas.

Pero la postura de Gabbay también plantea una pregunta más importante para los judíos estadounidenses liberales. ¿Acaso crees que sabes más sobre el conflicto que los propios israelíes? Es hora de que los judíos liberales estadounidenses muestren algo de humildad y reconozcan que la respuesta es no, y con mucho.

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