Friday, March 09, 2018

New York Times culpa a Israel por el antisemitismo de Stalin - Ira Stoll - Algemeiner



El crítico de arte del New York Times ya fue visto por última vez quejándose de que una exhibición de un museo judío no era lo suficientemente comprensiva con el nazi Adolf Eichmann.

La última pieza del crítico, Jason Farago, es una revisión de una exhibición en el Museo Judío de Viena. La exhibición explora la participación judía en el comunismo.

La imprecisión de Farago se muestra desde el comienzo de su historia, que aparece bajo el titular "Los judíos que soñaban con la utopía". Farago escribe:
Entren al Museo Judío de Viena, justo al lado de la calle comercial principal de esta ciudad imperial, y será recibido por un busto de Karl Marx, el descendiente de los rabinos que definiría a la religión como el "opio de las masas". Severo y salvaje, el busto del cabelludo Karl preside la primera galería de un ambicioso y enérgico programa sobre religión y revolución, que une pinturas, carteles, propaganda, partes de películas y una buena cantidad de kitsch soviético. Su romántico titular: "Camarada. Judío. Solo buscamos el paraíso en la tierra",  establece el tono de una extensa descripción de los sueños y las pesadillas del comunismo y el socialismo internacional, todo visto a través de la vida y la obra de políticos, filósofos y artistas judíos: no solo Marx, sino también León Trotsky. Rosa Luxemburgo, El Lissitzky y muchos otros.
Farago llama a Marx "judío" y "descendiente de rabinos" sin decirle a los lectores del NYT que los padres de Marx se habían convertido al cristianismo y que el propio Marx se convirtió formalmente al cristianismo a los seis años y fue confirmado como cristiano a los 15 años, según la Enciclopedia Judaica.

El resto de la revisión del NYT se caracteriza por una inexactitud similar. “Fue después de la Segunda Guerra Mundial, y especialmente después del establecimiento del estado de Israel en 1948, que las posturas erráticas de Stalin hacia los judíos dieron el paso definitivo al antisemitismo”, escribe Farago.

Es una distorsión de la verdad histórica relacionar y culpar "al establecimiento del estado de Israel en 1948" por el antisemitismo de Stalin. Stalin se alió con Hitler y la Alemania nazi en 1939 en el pacto Hitler-Stalin que duró hasta 1941. Joshua Rubenstein cuenta algo de la historia en su introducción al libro de 2001 "El secreto pogrom de Stalin: La inquisición de la posguerra del Comité antifascista judío", que fue publicado por Yale University Press en asociación con el Museo Conmemorativo del Holocausto de los Estados Unidos.

Rubenstein señala que dos líderes del Bund, un grupo socialista judío no sionista, Henryk Erlich y Viktor Alter, fueron arrestados por la policía secreta de Stalin en 1939 y nuevamente en 1941. Los comunistas soviéticos asesinaron a Alter en 1943 y Erlich murió en el confinamiento soviético en 1942. Rubenstein señala además que ya a finales de la década de 1920, bajo Stalin "el hebreo estaba prohibido", y a fines de la década de 1930 "los libros yiddish fueron retirados de las bibliotecas".

Es difícil encontrar casos más claros de inexactitud. El NYT afirma que Marx era judío cuando, de hecho, fue criado como cristiano. El NYT dice que Stalin solo se convirtió en un antisemita de gran calibre después del establecimiento de Israel en 1948, cuando de hecho Stalin prohibió el hebreo, encarceló a líderes judíos y se alió con la Alemania nazi, todo eso antes de 1948.

Uno puede especular acerca de cómo sucedió esto. ¿Acaso Farago y su editor no consultaron a otros periodistas más hábiles, conocedores y experimentados del NYT? ¿El crítico tiene alguna cuestión ideológica que remover? Cualquiera que sea el motivo, el resultado es una decepción para cualquier lector que se preocupe por los judíos o por la verdad.

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