Friday, November 09, 2018

El ascenso de los "supremacistas diáspóricos" - YIsrael Medad - JNS



La plantilla de Babilonia contra Sión ha tomado muchas formas desde que la mayoría de los judíos en el exilio, después de la destrucción del Primer Templo y la pérdida de la independencia política judía, se negaron a regresar a la Tierra de Israel. Existe entre los judíos ortodoxos y los judíos menos religiosos. Entre judíos de derecha y de izquierda. Entre judíos de fuerte identidad y aquellos que buscan asimilarse definitivamente. Pero actualmente hay una nueva categoría.

Si, mientras en el pasado el nacionalismo judío era desfavorecido o más rechazado debido a cómo los judíos que preferían una existencia en la diáspora se veían a sí mismos, ahora vemos una voluntad creciente, si no un deleite perverso, a la hora de negar a Israel como un asunto judío interno. Desde los Bundistas, los comienzos del Movimiento de la Reforma, el Consejo Americano para el Judaísmo hasta Neturei Karta y los opositores judíos británicos a la Declaración Balfour, todos ellos deben ser juzgados según forma en que los judíos se vieron afectados en sus ubicaciones de la Diáspora.

Un tweet de Mairav ​​Zonszein marca el tono para esta segunda amenaza más peligrosa para los judíos actuales después de los no judíos antisemitas, el resurgimiento del "supremacismo diaspórico". Ella escribió:
"El tiroteo en Pittsburg expuso de la manera más burda y atroz que los líderes israelíes y pro israelíes manipulan el antisemitismo y abusan de la identidad judía para servir a sus intereses políticos".
Su acusación destaca lo que Dennis Prager escribió quince días después:
"La seguridad del único estado judío del mundo es, con mucho, el mayor problema de seguridad para el mundo judío. Sin embargo, muchos judíos de izquierdas atacan a Israel, apoyan a muchos que desean destruir a Israel o, por lo menos, no hacen nada para fortalecer la seguridad de Israel"
Y agregó una preocupación específica: "El ADL, que en un momento estuvo preocupado por combatir el antisemitismo, ahora está preocupado por luchar contra Donald Trump y luchar en nombre de la izquierda estadounidense".

Miro al difunto profesor Tony Judt, quien recalibró este nuevo pensamiento supremacista de que "en la diáspora somos mejores que en la patria judía". En 2003, publicó esta infame frase:
La idea misma de un "estado judío", un estado en el que los judíos y la religión judía tengan privilegios exclusivos de los cuales los ciudadanos no judíos estén excluidos para siempre, está arraigada en otro tiempo y lugar. Israel, en definitiva, es un anacronismo.
Y proporcionó el nuevo giro en su justificación para alejarse de Sión:
Israel continúa burlándose de su patrón estadounidense, construyendo asentamientos ilegales con un cínico desprecio de la "hoja de ruta". El presidente de los Estados Unidos de América se ha reducido a un muñeco de ventrílocuo, recitando lastimosamente la línea del gabinete israelí...
En una entrevista posterior, y su última, en 2001, Judt expresó un sentimiento de "un decreciente sentido de identificación con el lugar: su comportamiento, su cultura, su política, su insularidad, sus prejuicios no tienen nada que ver con ser judío", y agregó de manera puntual y profética, "sé que esto es especialmente cierto para los judíos más jóvenes". Lo más relevante para mi tesis son estas palabras suyas, que también contienen un pensamiento sobre el peligro que presenta su ilusión para un futuro judío en conjunto en la diáspora:
En cuanto al futuro de los judíos en la diáspora, (nosotros) volveremos a ser la comunidad predominante (una vez más como en los tiempos clásicos). Creo que Israel se volverá cada vez más marginal para la mayoría de los judíos, aunque no sé cómo se verá su vida judía en un mundo secularizado.
Pero Israel no se ha vuelto marginal. Sus éxitos en la ciencia y la tecnología afectan ahora a más no judíos que a judíos. Incluso los países que no han sido históricamente favorables para los judíos, ya sea en Europa o, sorprendentemente, en el mundo árabe musulmán, están realineando sus relaciones.

Sin embargo, lo que se ha desarrollado es el incremento dentro de la generación más joven de la redefinición de su judaidad como algo que tiene poco que ver con el judaísmo, ya sea como religión, cultura o identidad étnica. Su judaidad es la diáspora, y sus amarres no se fijan en relación con algo judío: buscan aplicar cualquier tipo de vestigio de judaísmo que tengan y tratan de vincularlo con el entorno general en el que viven.

Un ejemplo de esto es la recitación de Kaddish por IfNotNowers (cuyo sitio incluye esta propaganda: “¿Quieres detener a Trump y su alianza con Netanyahu?”), así como ese grupo de judíos británicos que se reunieron fuera del Parlamento para la ceremonia de un Kaddish por la muerte de activistas de Hamas en Gaza. Si creían que sus muertes no estaban justificadas, ¿por qué no unirse a una ceremonia musulmana? ¿Por qué tomar algo bastante judío, por no mencionar su conexión con el Holocausto, y explotarlo con el propósito de expresar su apoyo a unos activistas árabes que buscan invadir a Israel para matar a judíos, según publicitan ellos mismos? Incluso Leonard Bernstein, en el luto de John F. Kennedy, sintió la necesidad de dar marcha atrás en su Tercera Sinfonía basada en el Kaddish, a pesar de que había pocas similitudes en las víctimas conmemoradas.

Como indica la propaganda citada anteriormente, la batalla para rechazar a Israel como factor preferente dentro de la diáspora está aquí vinculada a una posición política e ideológica que es básicamente de carácter diaspórico. Y busca culpar a Israel no solo por lo que Israel "hace", por así decirlo, a los árabes que intentan erradicarlo, sino también culpar a Israel por lo que hace un presidente estadounidense.

En el New York Post, Jonathan Neuman señaló: “Antes de que los cuerpos de los muertos (en la sinagoga de Pittsburg) se hubieran enfriado, y mucho menos de haber sido enterrados y llorados, la izquierda judía sacrificó la oportunidad de llorar en unidad, y en cambio optó por llamar a la división". La coalición de los grupos de Torah Trumps Hate, Hitoreri y Uri L'Tzedek, sin importar cuán minúsculos puedan ser, emitió una demanda para que el Consejo Nacional de Israel joven
Retiren su mensaje de gratitud para un presidente que aviva las llamas del antisemitismo y cuyas políticas son un anatema para los valores judíos. Es hora de que la comunidad judía ortodoxa reafirme su lugar como líderes y promotores de la ética abrahámica".
Si bien es posible que nosotros conozcamos la importancia insignificante de estos grupos ampliamente publicitados en los medios, eso no ayuda cuando 11 miembros de otro grupo extremista, Bend the Arc , lograron que fueran descritos como "líderes judíos" en The Washington Post y The Hill al exigirle al presidente Trump que no fuera a Pittsburgh. Incluso Bari Weiss se enredó en esta actitud supremacista cuando escribió, de manera aparentemente inocente, en The New York Times:
"Pero para aquellos que han pasado su vida en lugares como Karachi o Aleppo, las cosas que los judíos de Pittsburgh dan por sentado, nuestra libertad frente a la violencia y el miedo, no son más que ilusiones".
Pero como un amigo me comentó:
Al parecer, las simpatías y empatías de la Sra. Weis (y del The New York Times) no son lo suficientemente amplias como para incluir a Sderot, Ashkelon y Jerusalén. Para los liberales interseccionalizados de hoy, especialmente los judíos, Israel no parece existir en el radar de sus sensibilidades. Solo los judíos muertos en su propio patio pueden merecer el luto que sí otorgan a los muertos de Allepo y Karachi.
Y mientras que, como Yair Rosenberg ha destacado, existe una tendencia a universalizar el Holocausto (negando su particularidad judía), estos supremacistas diaspóricos patrocinan y promueven un nuevo paradigma de universalización de Israel porque para ellos, y sus políticas e identidades, es la judeidad de Israel la que parece oponerse en su camino.

Para los supremacistas diásporicos, no se trata solo de diluir el judaísmo para elaborar otro judaísmo que esté en línea con su esencia externa al judaísmo (universalista). No se trata solamente de hasta punto quieren ser judíos, inclusive no es lo importante. No se trata de una perspectiva que ve a la diáspora como mucho mejor que ese Israel representado como un "renovado ghetto de clanes", es el concepto de Israel en sí mismo, así como su tergiversación de lo que Israel es y hace.

Para los supremacistas diásporicos, no solamente ellos son los mejores judíos (una nueva forma de Ostjudenfahr o de judíos que culpan a los judíos - alusión al desprecio de los judíos alemanes en las primeras décadas del siglo XX a los judíos orientales, ya fueran polacos, rusos, galitzianos, etcétera -, sino que ellos son los judíos genuinos y esos judíos ilegítimos, en Israel, los están amenazando.

Al buscar ser supremos y luego dominar, estos judíos están canalizando un odio más grande que el que dicen estar combatiendo.

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