Monday, January 21, 2019

Por qué David Duke, David Icke, Louis Farrakhan y el régimen de Assad aman a Shlomo Sand - Esther Solomon - Haaretz



Y también Irán, George Galloway, Gilad Atzmon y el Daily Stormer. ¿Por qué un espectro tan diverso de antisemitas ha convergido en el trabajo de este historiador israelí? ¿Debería él ser culpable de cómo han utilizado sus palabras?

En comparación con su anterior artículo, el reciente artículo de opinión de Shlomo Sand en Haaretz fue relativamente moderado.

"No entiendo por qué todos los gatos tienen que ser llamados gatos y todos los perros, perros, y solo un gato tiene que ser llamado perro... El  'exilio' [de los judíos] es un evento formativo que nunca tuvo lugar... Y no confiere a los judíos una especie de 'derecho histórico' imaginado a Tierra Santa".

Esto es un Sand de baja intensidad en comparación con los estándares habituales del profesor emérito de historia de la Universidad de Tel Aviv, cuya obra ha demostrado ser muy adecuada para ser utilizada por parte de los antisemitas desde Damasco hasta el Daily Stormer.

Es el mismo Sand que ha declarado que la continuidad y la identidad judías son un gran engaño, que la mayoría de los judíos provienen del imperio turco (y quizás de la legendaria Khazaria) y no de Tierra Santa, que tenemos "la obligación moral de romper definitivamente" con la identidad de una "raza-pueblo" conocida como los judíos, una especie de "club exclusivo de los elegidos y sus acólitos", y que condenado la explotación por los judíos de la "industria del Holocausto" que busca "maximizar" su capital político y financiero...

Ese mismo Sand que ha declarado públicamente que deseaba "renunciar y dejar de considerarse a sí mismo judío", porque el etnocentrismo y el racismo, según él, son una elemento funcional de la judeidad.

La fama, o notoriedad de Shlomo Sand, ha durado décadas y no muestra signos de desvanecimiento. Su artículo en Haaretz fue compartido más de 11.000 veces en Facebook. Sus libros se traducen habitualmente a más de 20 idiomas. El único problema es que una de sus bases de fans más entusiastas está constituida por aquellos con un marcado disgusto, sino un violento odio, hacia los judíos.

De hecho, Sand es considerado como una "autoridad de primera clase sobre los judíos por parte de muchos de aquellos que de forma nada tímida odian públicamente a los judíos".

Sand tiene la distinción única de atraer un espectro increíblemente amplio de antisemitas que siguen diferentes escuelas de antisemitismo, desde el teológico al político, el racial y el cultural. Sand funciona para todos ellos como el destino simbólico donde se produce "la reunión de los antisemitas", por así decirlo.

¿Pero es un asunto relevante quienes adoptan sus tesis con tanta prontitud? ¿Es él realmente responsable de dónde se admira y valora su trabajo, y por quién?

Tomemos una de las afirmaciones más extrañas que el historiador (no el etnólogo) Sand ha realizado: que los orígenes reales de la mayoría de los judíos europeos proceden de la tribu khazara ("ignorando", como comentó un historiador, "el abrumador consenso histórico de que ellos nunca existieron").

La teoría del "origen khazaro" de los judíos asquenazis fue popularizada por vez primera por Arthur Koestler en su libro de 1976 "La tribu número trece". Eso se convirtió rápidamente en "un artículo de fe entre los políticos antisemitas y antiisraelíes..". El grupo neonazi Partido de los Derechos de los Estados Nacionales de los EEUU declaró que era "la bomba política del siglo porque destruía todas las posibles reclamaciones de los actuales judíos-jázaros sobre cualquier derecho histórico a ocupar Palestina".

Eso encaja perfectamente en dos direcciones: primero la teológica, como la teología de reemplazamiento literal de Louis Farrakhan.

Según declaró "audazmente" este líder de la Nation of Islam, "el pueblo judío que actualmente ejerce su dominio en Israel y en todo el mundo... [no tiene] ninguna evidencia biológica, antropológica, histórica, científica o bíblica para respaldar la afirmación de que... [ellos] son ​​los hebreos de la Biblia". No es de extrañar pues que Farrakhan sea un fanático seguidor de Sand.

La segunda dirección es política. Tal como informó la televisión estatal siria hace varios años, "el nacionalismo judío no es válido ... los judíos inventaron leyendas... para defender este nuevo proyecto imperialista sionista contra la nación árabe". Esto fue tomado de un simposio en la Universidad de Damasco dedicado a la "Invención del pueblo judío" de Sand, y organizado por el Comité Popular Árabe Sirio para apoyar al pueblo palestino y resistir al proyecto sionista.

También para la izquierda antisionista, Sand es una bendición.

Corbynista y cofundador de un medio de comunicación de extrema izquierda, Aaron Bastani lo entrevistó con entusiasmo con ocasión de la publicación de su libro "La invención de la Tierra de Israel", y los libros de Sand aparecen constantemente como una lectura obligatoria sobre Israel-Palestina en los grupos de Facebook de la izquierda radical corbynita, esa que se ha visto salpicada abundantemente en acusaciones de antisemitismo. La web declaradadmente antisionista Mondoweiss entregó copias de la "Invención del pueblo judío" como regalo a los nuevos suscriptores en 2012. El autodeclarado antisemita, ex israelí, negador del Holocausto y activista pro palestino Gilad Atzmon, afirmó que es el libro que se "debe leer".

Del mismo modo, allí donde la extrema izquierda y los medios de comunicación del régimen iraní se encuentran, Sand puede estar seguro de que encontrará una recepción agradable. En 2009, fue entrevistado en Press TV por nada menos que por el amigo de Hamas y Hezboláh, George Galloway, y nuevamente en 2013 con motivo de la publicación del segundo libro.

Eso puede parecer, repugnante o emocionante por romper tabús, dependiendo de la visión de cada cual.

Pero seguramente es inevitable que Sand haga una pausa cuando su trabajo se ve respaldado por la extrema derecha neonazi, después de todo sus propios padres fueron sobrevivientes del Holocausto. Entonces, ¿qué pasa cuando David Duke, el ex jefe del KKK, alabó "los sorprendentes pronunciamientos recientes del israelí Shlomo Sand que revela la verdad sobre el racismo hiper judío en Israel y en todo el mundo"?

Duke también comentó que las "observaciones de Sand sobre la verdadera naturaleza del tribalismo judío son exactas", y se involucró en gran medida en la teoría de Sand del origen khazaro, que una vez respaldó antes de darse cuenta de que no era lo suficientemente reduccionista de la historia judía, es decir, no era lo suficientemente antisemita: "El problema que enfrentamos no es un problema khazaro, es un problema judío, es un problema de extremismo y supremacismo judíos que continuamente sumerge a nuestro mundo en la guerra, el odio, la tiranía y la degradación".

Cuando Sand declaró a través de las páginas de The Guardian que ya no quería ser considerado un judío, sus antiguos seguidores de extrema derecha se mostraron ostentosos: "Shlomo Sand renuncia a ser judío como si eso lo convirtiera mágicamente en un ser humano" titulaba el Daily Stormer. El artículo profundizaba más: "No hay forma de alejarse de eso, Shlomo, la sangre de Cristo está sobre ustedes y sus hijos para siempre, ya sea que vayan a la sinagoga o no, eso es inmaterial".

A Sand se le ha preguntado si está preocupado por tantos personajes poco atractivos que acuden a utilizar su trabajo. En una entrevista de 2009 en el Wall Street Journal, así respondió: "No me importa si los locos antisemitas en los Estados Unidos usan mi libro". (Estoy seguro de que a él tampoco le importaría incluir a un británico loco en eso: al conspirador y antisemita David Icke).

Sand agregó: "El antisemitismo en Occidente, por el momento, no es un problema".

Ahh, quizás aquí es donde el tema de la responsabilidad se complica. ¿Sand está sugiriendo que si el antisemitismo en Occidente se convierte en un problema (y en este momento, estamos hablando después de Pittsburgh y una década de ataques terroristas particularmente feroces contra los judíos en Europa), él reconsideraría su lenguaje?

Cuando se trata de cómo las palabras pueden ser armadas para el odio y los delitos de odio, claramente debe haber una cuestión de intención. El ejemplo más actual es claramente Donald Trump. Para algunos, su incitación racista tiene consecuencias obvias en el mundo real, una conclusión rechazada por otros.

Otro ejemplo, quizás más cercano, es el académico italo-israelí Ariel Toaff, descendiente de una comunidad judía de Roma con miles de años de experiencia en el antisemitismo teológico católico, quien decidió escribir un libro titulado “Sangrienta Pascua: los judíos de Europa y los asesinatos rituales".

Un miembro de la comunidad judeo-italiana en Jerusalén observó que a pesar del posterior intento de Toaff de aclarar que realmente no creía que los judíos del siglo XV asesinaran ritualmente a un niño de 2 años, el daño ya estaba hecho: "La gente simple no lee los artículos de los profesores. La gente sencilla solo recordará que el hijo de Toaff, el ex rabino de Roma, había dicho que los judíos asesinaron a Simonino (un supuesto asesinato ritual nunca demostrado)".

Toaff finalmente retiró el libro de la circulación. Pero hay una traducción de su obra disponible en Amazon que amplía su título hacia su público objetivo: "Los sangrientos rituales de los sacrificios satánicos de la raza judía: la Pascua de sangre, versión en inglés", cuya propaganda anuncia que los judíos no querían que los gentiles conocieran los "asesinatos que habían cometido" y obligar así a los lectores a "salir de la oscuridad y ver la luz. Léanlo y difúndanlo".

La defensa de la ingenuidad no es una defensa, ya que Sand es totalmente consciente de cómo se ha utilizado su lenguaje y del aumento del antisemitismo en la última década. Esto no implica sugerirle que lo silencie, pero parece razonable volver a evaluar a qué plataformas debería ofrecerse voluntariamente, y al mismo Sand a reevaluar el lenguaje en el que están redactadas sus tesis.

Hay aquí una evidente lección para una amplia gama de personas que se oponen legítimamente a las políticas de Israel y a la ocupación, sobre si el lenguaje que utilizan se desvía hacia el antisemitismo y proporciona sustento para los antisemitas violentos.

Hay una ironía final en el artículo de Sand para el Haaretz, y no es la que él pretendía. La foto que ilustra su artículo de opinión es un judío que ingresa en una sinagoga en Sarcelles, un suburbio de París anteriormente con un 25% de judíos (en la última década comenzó la huida con el minusvalorado antisemitismo en Francia) y que, como informó Anshel Pfeffer, "fue el escenario [en 2014]... del primer pogrom en Europa del siglo XXI", un motín antijudío que tomó como pretexto la violencia entre Israel y Hamas en Gaza como desencadenante de la violencia.

Eso parece indicar que, a pesar de la afirmación de Sand de que "el pueblo judío" es una ficción imaginaria y dañina, hay muchos judíos cuyas vidas giran en torno a esa identidad. Y muchos antisemitas que también apuntan a esa identidad colectiva.

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