El mito de los Mizrahim - Lyn Julius - The Guardian
(Si teníamos poco con el mito de las Tres Culturas, y de su supuesta válidez túristica y sobre todo política en ciertas áreas internacionales [ya en casa, el tema emigración "suena" de otra forma], también tenemos este mito que últimamente tratan de vendernos de una supuesta "simbiosis judeo-árabe" que precedió al estado de Israel y que murió con él. El objetivo perseguido ya lo conocen ustedes, el de siempre, y para ello, y dentro de esos mismo sectores de la izquierda israelí post o anti-sionista, el judío Mizrahim antisionista y pan-árabe es un nuevo factor muy utilizable en Occidente, pero sin ningún valor tangible en casa, como suele ocurrir en todos los demás casos, ya que la inmensa mayoría de la población Mizrahim vota al Likud y al Shas.
Una apreciación, si bien se suele dividir por su procedencia a la población judía entre ashkenazíes (centro y este de Europa) y sefardíes (descendientes de la península ibérica y orientales), el término Mizrahim sería más bien un subgrupo de estos últimos aplicable a los de procedencia última de los países árabes del Oriente Medio, sin incluir Israel.)
El término que hace referencia a los "judíos árabes" ignora la realidad de Oriente Medio y la infeliz historia de los judíos en tierras árabes
No se puede negar que en Israel hay una discriminación y una fractura étnica. La senda que marcaron los líderes de Israel en la década de 1950 revelaba un cierto desprecio por la cultura de los Mizrahim, de los cuales descienden un 40% de los judíos israelíes. Como escribe Rachel Shabi en "No el enemigo", ellos fueron retratados como "débiles, sucios, pobres, culturalmente deficientes y supersticiosos".
Esto se debía a que muchos inmigrantes provenientes del Oriente Medio y del Norte de África eran pobres, pobremente educados, poco aseados y supersticiosos. Y es que Israel tomó a los más desposeídos, a los más pobres, a los enfermos, a los ancianos y a los apátridas, porque eran judíos que no tenían otro lugar a donde ir. Aquellos con mayor educación, medios y conexiones, en su mayoría emigraron a Europa occidental o a las Américas.
¿Quién no sentiría amargamente decepcionado por los campamentos de tránsito (ma'abarot) que esperaban a los Mizrahim en el "paraíso"? Seiscientos mil judíos inundaron a un estado judío en guerra en la década de 1950: sin dinero, los refugiados fueron alojados en tiendas de campaña sin una suficiente alimentación.
Pero el Israel de los años 50, donde la cultura europea y la del Oriente Medio estaban enfrentadas, no era el Israel de hoy. La afirmación de Shabi de que "la música étnica Mizrahim está proscrita en las listas musicales" causa una enorme incredulidad cuando artistas Mizrahim como Sarit Haddad, David Broza, Dana International, Avinoam Nini y Ofra Haza son sumamente importantes y populares. El chaqshooka, el falafel y la mujadera son alimentos básicos de los israelíes. Los Mizrahim han alcanzado los niveles más altos de la vida política israelí, habiendo existido y existiendo ministros, presidentes de la nación y altos mandos militares.
Lo que es más importante, la exogamia (matrimonios ínter-étnicos) llega hasta un 25%. Más y más israelíes son el producto de matrimonios mixtos. Si esta tendencia continúa, no habrá tal cosa como un puro Mizrahi o un puro Ashkenazi en el crisol de Israel.
Es cierto, Israel rechazó inicialmente a esos inmigrantes de "cultura del Oriente Medio", se burlaron de su acento y desaprobaron su uso de la lengua árabe. Sin embargo, Israel también rechazó la vieja cultura mitteleuropea y al yídish, por razones igualmente etnocéntricas [N.P.: para intentar conseguir una sociedad unitaria con la imposición del hebreo en una sociedad de inmigrantes de casi un centenar de nacionalidades y lenguas]. Al menos miles de judíos de lengua árabe fueron capaces de poner sus conocimientos y su inteligencia al servicio de Israel, dotando de personal con conocimientos de árabe en áreas como la información, la radiodifusión y la creación de departamentos de estudios de cultura árabe en las universidades israelíes lo que las convirtió en la envidia del Oriente Medio.
Y también vamos a decirlo claramente: no toda la cultura árabe valía la pena mantenerla. Algunos aspectos de la cultura árabe era mejor no aceptarlos: la corrupción, la extorsión, la falta de democracia. Pero el pensamiento crítico, la educación y la transparencia son valores occidentales que Israel esperaba ansioso que abrazaran los Mizrahim. Y con razón.
La idea subyacente del libro de Rachel Shabi parece ser una premisa errónea: si sólo los askenazíes hubieran permitido que los guiarán los Mizrahim, y se hubieran vuelto así más "árabes", habría habido paz.
Si ustedes añaden el termino "árabe" a los judíos Mizrahim y a los árabes cristianos y musulmanes que viven en Israel sabrán que el 60% de la población de Israel procede del Oriente Medio. Pero la estadística es engañosa. Los judíos pueden haber estado arabizados, pero no son árabes. Incluso muchos que no son judíos y que viven en el mundo árabe rechazarían para ellos el epíteto "árabe". Conozco a egipcios que retroceden ante él y a iraquíes que rechazan los valores de la cultura beduina.
Comunistas y antisionistas han sostenido y defendido durante mucho tiempo una identidad "judío árabe" como forma de repudiar el nacionalismo judío y justificar su participación en la política revolucionaria. Se presupone que los árabes y los judíos Mizrahim son aliados naturales, y que ambos son víctimas de los askenazíes.
Pero referirse a unos "judíos árabes" no sólo es dar a entender que el sionismo les alejó de su verdadera patria por el falso atractivo de un estado judío, es degradar a esos Mizrahim porque les niega su propio sentido de sí mismos y pretende que olviden su infeliz historia en tierras árabes .
El elefante en la habitación ejemplifica, seguramente, esa triste historia en tierras árabes, la opresión de los judíos por los árabes y el legado de amargura que les dejaron. Estos judíos Mizrahim llevan tan dentro de sí una tal instintiva desconfianza hacia los árabes, que se refleja en su tendencia a apoyar en su gran mayoría a los partidos de derecha en Israel .
Libros como el de Rachel Shabi, "No el enemigo", se basan en la mentira de que judíos y musulmanes convivieron pacíficamente durante siglos hasta que esos mismos judíos que residían en tierras árabes fueron víctimas de una "comprensible" reacción a la creación del Estado de Israel en 1948. Esos libros niegan cualquier responsabilidad por parte de los árabes en la opresión, despojo y expulsión en masa de los judíos del Oriente Medio y del Norte de África, a la vez que la destrucción de sus antiguas comunidades, algunas pre-islámicas. Los judíos Mizrahim pueden ser un puente para la reconciliación con los árabes, siempre que esta se base sobre la verdad.
Una apreciación, si bien se suele dividir por su procedencia a la población judía entre ashkenazíes (centro y este de Europa) y sefardíes (descendientes de la península ibérica y orientales), el término Mizrahim sería más bien un subgrupo de estos últimos aplicable a los de procedencia última de los países árabes del Oriente Medio, sin incluir Israel.)
El término que hace referencia a los "judíos árabes" ignora la realidad de Oriente Medio y la infeliz historia de los judíos en tierras árabes
No se puede negar que en Israel hay una discriminación y una fractura étnica. La senda que marcaron los líderes de Israel en la década de 1950 revelaba un cierto desprecio por la cultura de los Mizrahim, de los cuales descienden un 40% de los judíos israelíes. Como escribe Rachel Shabi en "No el enemigo", ellos fueron retratados como "débiles, sucios, pobres, culturalmente deficientes y supersticiosos".
Esto se debía a que muchos inmigrantes provenientes del Oriente Medio y del Norte de África eran pobres, pobremente educados, poco aseados y supersticiosos. Y es que Israel tomó a los más desposeídos, a los más pobres, a los enfermos, a los ancianos y a los apátridas, porque eran judíos que no tenían otro lugar a donde ir. Aquellos con mayor educación, medios y conexiones, en su mayoría emigraron a Europa occidental o a las Américas.
¿Quién no sentiría amargamente decepcionado por los campamentos de tránsito (ma'abarot) que esperaban a los Mizrahim en el "paraíso"? Seiscientos mil judíos inundaron a un estado judío en guerra en la década de 1950: sin dinero, los refugiados fueron alojados en tiendas de campaña sin una suficiente alimentación.
Pero el Israel de los años 50, donde la cultura europea y la del Oriente Medio estaban enfrentadas, no era el Israel de hoy. La afirmación de Shabi de que "la música étnica Mizrahim está proscrita en las listas musicales" causa una enorme incredulidad cuando artistas Mizrahim como Sarit Haddad, David Broza, Dana International, Avinoam Nini y Ofra Haza son sumamente importantes y populares. El chaqshooka, el falafel y la mujadera son alimentos básicos de los israelíes. Los Mizrahim han alcanzado los niveles más altos de la vida política israelí, habiendo existido y existiendo ministros, presidentes de la nación y altos mandos militares.
Lo que es más importante, la exogamia (matrimonios ínter-étnicos) llega hasta un 25%. Más y más israelíes son el producto de matrimonios mixtos. Si esta tendencia continúa, no habrá tal cosa como un puro Mizrahi o un puro Ashkenazi en el crisol de Israel.
Es cierto, Israel rechazó inicialmente a esos inmigrantes de "cultura del Oriente Medio", se burlaron de su acento y desaprobaron su uso de la lengua árabe. Sin embargo, Israel también rechazó la vieja cultura mitteleuropea y al yídish, por razones igualmente etnocéntricas [N.P.: para intentar conseguir una sociedad unitaria con la imposición del hebreo en una sociedad de inmigrantes de casi un centenar de nacionalidades y lenguas]. Al menos miles de judíos de lengua árabe fueron capaces de poner sus conocimientos y su inteligencia al servicio de Israel, dotando de personal con conocimientos de árabe en áreas como la información, la radiodifusión y la creación de departamentos de estudios de cultura árabe en las universidades israelíes lo que las convirtió en la envidia del Oriente Medio.
Y también vamos a decirlo claramente: no toda la cultura árabe valía la pena mantenerla. Algunos aspectos de la cultura árabe era mejor no aceptarlos: la corrupción, la extorsión, la falta de democracia. Pero el pensamiento crítico, la educación y la transparencia son valores occidentales que Israel esperaba ansioso que abrazaran los Mizrahim. Y con razón.
La idea subyacente del libro de Rachel Shabi parece ser una premisa errónea: si sólo los askenazíes hubieran permitido que los guiarán los Mizrahim, y se hubieran vuelto así más "árabes", habría habido paz.
Si ustedes añaden el termino "árabe" a los judíos Mizrahim y a los árabes cristianos y musulmanes que viven en Israel sabrán que el 60% de la población de Israel procede del Oriente Medio. Pero la estadística es engañosa. Los judíos pueden haber estado arabizados, pero no son árabes. Incluso muchos que no son judíos y que viven en el mundo árabe rechazarían para ellos el epíteto "árabe". Conozco a egipcios que retroceden ante él y a iraquíes que rechazan los valores de la cultura beduina.
Comunistas y antisionistas han sostenido y defendido durante mucho tiempo una identidad "judío árabe" como forma de repudiar el nacionalismo judío y justificar su participación en la política revolucionaria. Se presupone que los árabes y los judíos Mizrahim son aliados naturales, y que ambos son víctimas de los askenazíes.
Pero referirse a unos "judíos árabes" no sólo es dar a entender que el sionismo les alejó de su verdadera patria por el falso atractivo de un estado judío, es degradar a esos Mizrahim porque les niega su propio sentido de sí mismos y pretende que olviden su infeliz historia en tierras árabes .
El elefante en la habitación ejemplifica, seguramente, esa triste historia en tierras árabes, la opresión de los judíos por los árabes y el legado de amargura que les dejaron. Estos judíos Mizrahim llevan tan dentro de sí una tal instintiva desconfianza hacia los árabes, que se refleja en su tendencia a apoyar en su gran mayoría a los partidos de derecha en Israel .
Libros como el de Rachel Shabi, "No el enemigo", se basan en la mentira de que judíos y musulmanes convivieron pacíficamente durante siglos hasta que esos mismos judíos que residían en tierras árabes fueron víctimas de una "comprensible" reacción a la creación del Estado de Israel en 1948. Esos libros niegan cualquier responsabilidad por parte de los árabes en la opresión, despojo y expulsión en masa de los judíos del Oriente Medio y del Norte de África, a la vez que la destrucción de sus antiguas comunidades, algunas pre-islámicas. Los judíos Mizrahim pueden ser un puente para la reconciliación con los árabes, siempre que esta se base sobre la verdad.
Labels: Amenazas, Antisionismo, Israel, Mizrahim
5 Comments:
Los artículos de Rachel Shabi para el Guardian (quizás especialmente este: http://www.guardian.co.uk/commentisfree/2008/jun/27/religion.israelandthepalestinians) han venido insistiendo machaconamente en la premisa de que, antes de la independencia de Israel, la vida de los judíos en los países árabes era un remanso de paz.
¿Un remanso de paz? ¿No será la que proporcionan los cementerios?
Que raros esos remansos de paz en los que, años antes incluso de declararse la Independencia de Israel, como en Irak y Egipto, se producen pogromos y todo tipo de actos de violencia en tu contra.
Que raro que esos supuestos remansos de paz queden tan rápidamente en nada y se conviertan en todo lo contrario
Por cierto, y siento autocitarme, puedes ver un poco más abajo, en un post previo, cierta opinión divergente a la simbiosis:
"De la simbiosis judeo-árabe.... Judíos y cristianos bajo la dominación islámica en 1811, según Chateaubriand"
Totalmente de acuerdo. Y eso es lo que el actual revisionismo pone en solfa. Y ya cuando se trata de una israelí, como Shabi, quien defiende esas patrañas, es miel sobre hojuelas para todo el movimiento antisionista.
Un israelí también puede ser un antisionista.
El tema está ligado a varios hechos, su propia ideología de extrema izquierda, su afán de asimilación a unas ideas de la izquierda occidental, post-nacionales y universalistas, y en otros casos la existencia de un mesianismo muy presente en general en toda la izquierda israelí, el de la paz, que idealizó a los palestinos como unas víctimas, sin exigirles responsabilidades por sus hechos, y les consideró como unos socios responsables en la búsqueda de la paz.
El fracaso de esa paz y la "revelación", evidente para todos menos para esa izquierda, que la otra parte mantenía unos objetivos contradictorios con lo que Israel puede ofrecer, y que esa izquierda no quería ver o bien los consideraba efusiones que se apagarían con el tiempo y la razón, así pues, el descubrimiento del fracaso de una paz con esos socios
se han vivido de dos formas en esa izquierda:
- reconocimiento del otro, "del socio palestino" tal como realmente es, y de sus objetivos nada ocultos, y revisión por lo tanto de su consideración y de las posibilidades de una paz conjunta tal como están las cosas, o bien
- la huida hacia adelante, y ya que con los palestinos no se puede contar exigir a Israel que lo haga todo, que de pasos, que se retire, que se "mueva", ya sea para alejarse definitivamente (un ejemplo serían las retiradas unilaterales) o bien, para "darles ejemplo y hacerles razonar" a la otra parte y conseguir así su participación menos maximalista, es decir, tratarles como gente poco madura ha quienes hay que guiar con el ejemplo.
El problema es que la otra parte no cree en razones y en ejemplo, sino en sus objetivos últimos.
Rache Shabi da la impresión que se apunta a las corrientes europeos post-nacionales y a una idealización del mundo palestino y árabe como rival del sistema occidental (representado aquí por Israel), y de ahí la "identidad" con ellos que trata de vender.
El artículo lo expresa bien, la inmensa mayoría de los Mizrahim recuerdan bien lo que era vivir allí y conoce qué futuro proporciona ese mundo árabe idealizado a sus propios ciudadanos.
Por otro lado, es una constante historiográfica buscar la "originalidad", un "puesto bajo el sol", algo de reconocimiento, defendiendo cosas cuanto más chocantes y en contra de lo que dicta la razón, mejor
No te preocupes por ella, Rachel Shabi no se irá a vivir al objeto de sus amores
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