Tuesday, March 20, 2018

Esa élite judía americana que exculpa al antisemitismo de la izquierda: Una visión engañosamente asimétrica del odio - Jonathan Tobin - JNS



¿Los judíos estadounidenses son tímidos a la hora de oponerse al antisemitismo?

Esa es la presunción de un asombroso "análisis" del tema que apareció en The New York Times este domingo. Escrito por Jonathan Weisman, uno de los editores del periódico de su oficina de Washington, la pieza pinta una oscura imagen de "ser judío en la era de Trump", tal como el título del libro del que se extrajo el ensayo.

Según Weisman, una creciente oleada de antisemitismo de derechas alentado por el presidente Donald Trump está amenazando a los judíos estadounidenses mientras que el mundo judío organizado permanece relativamente silencioso. Afirma que, mientras todos los demás se callan sobre "la tormenta que se desarrolla" porque están demasiado obsesionados con "el debate sobre Israel", la Liga Anti-Difamación está siendo atacada por llamar la atención sobre el problema.

Pero lo extraordinario de esta artículo es que fue publicada durante el mes en el que la sociedad judía americana está muy centrada en el antisemitismo, aunque no del tipo que le interesa a Weisman. En las últimas semanas, la revelación de que las líderes del movimiento de la Marcha de las Mujeres - el principal organizador de las protestas callejeras por una "resistencia" anti-Trump - son partidarias de Louis Farrakhan, lo que causó gran consternación y vergüenza en la izquierda. Pero las acciones de Tamika Mallory y Linda Sarsour de marzo no son mencionadas en la arenga de Weisman sobre el odio a los judíos. Tampoco las de Farrakhan.

Como la nación experimentó el pasado agosto con las protestas en Charlottesville, el odio a los judíos desde la extrema derecha es real. Sin embargo, por más preocupantes que fueran esos eventos, el Ku Klux Klan y los neonazis que marcharon eran grupos bastante pequeños. El megáfono de Internet infla sus voces, pero sus números son minúsculos.

Por el contrario, Farrakhan y su Nación del Islam continúan acumulando el interés y el seguimiento de una masa de afroamericanos. Tan preocupante es el hecho de que unos afroamericanos prominentes, incluidos varios miembros del Congreso, lo traten y consideren como un líder respetado de su comunidad, sobre todo cuando es alguien que promueve el odio hacia los judíos y a otros grupos. A pesar del disgusto que sienten los ciudadanos decentes por personas como el ex líder del Klan David Duke, los neonazis y los radicales de la derecha, sus cifras de seguidores son menores y distantes en comparación con los que auna Farrakhan. Ningún político de la derecha tendría algo que ver con esos extremistas de derechas. Eso es algo que no se puede decir sobre Farrakhan y algunos representantes demócratas.

Sin embargo, ni Farrakhan - ni sus importantes amistades en el Congreso y la "resistencia" anti-Trump - reciben ninguna mención en la jeremiada de Weisman.

Igualmente curioso es el hecho de que mientras desaprueba el enfoque del mundo judío centrándose en Israel, Weisman ignora el hecho de que una de las principales fuentes de antisemitismo en los Estados Unidos es el movimiento BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones) y también está obsesionado con Israel. El Departamento de Estado de Obama condenó lo que calificó como una "creciente ola" de antisemitismo que se extendía por todo el mundo y que estaba arraigada en el odio hacia Israel. Aún así, eso no penetró en la conciencia de Weisman. ¿Qué vamos a hacer con un artículo que considera al antisemitismo de izquierda como algo insignificante o indigno de mención?

Igual de engañoso es el uso por parte de Weisman de las cifras de la auditoría sobre el antisemitismo en América publicada recientemente por ADL . Como escribí el mes pasado, los titulares que proclamaban un aumento del 57% en los incidentes antisemitas daban miedo. Al igual que la ADL, Weisman no eligió mencionar que esta cifra incluía los numerosos atentados con bombas en los Centros Comunitarios Judíos a nivel nacional a principios de 2017. La ADL no dudó en su momento de acusar por ellos a los derechistas. El único problema es que el culpable resultó ser un adolescente israelí perturbado, no alguien inspirado por Trump.

Si se incluyen esos sustos con bombas los números de ADL aumentarían considerablemente. Sin embargo, al hablar de los porcentajes se oscureció el hecho de que los totales brutos permanecían relativamente pequeños. Si bien la existencia de unos pocos casos ya es demasiado, el número total de los incidentes imaginables ocurridos en los Estados Unidos en 2017 que pueden atribuirse al antisemitismo sumaron solamente 1.800. Teniendo en cuenta que muy pocos involucraron violencia (un número que en realidad disminuyó en 2017), eso no es exactamente una descripción de una "tormenta en desarrollo" o la aparición de pogromos en una nación de 326 millones de personas. Tampoco debemos aceptar el intento de Weisman de presentar al Southern Poverty Law Center - un grupo de extrema izquierda que ha sido desacreditado por su objetivo de apuntar a conservadores legítimos - como una autoridad en la materia.

Simplemente es erróneo sacar conclusiones sobre el antisemitismo fomentado por Trump, un hombre que, a pesar de todas sus numerosos fallos, no ha demostrado ninguna tendencia a tal instigación y está en el camino de convertirse en el presidente más pro-israelí en la memoria reciente. Pero el ADL continúa pregonando ataques contra Trump a cada oportunidad que se le presenta, y es que hacerlo es una buena política entre los judíos liberales y de izquierda. Tampoco han estado sujetos a mucha presión, como lo demuestra el hecho de que el único ejemplo que Weisman puede citar se llevó a cabo en verano pasado. Si a alguien está atacando el ADL en estos días, es a grupos de izquierdas, como los líderes de la Marcha de Mujeres, o aquellos que son hipercríticos de Israel, como el grupo IfNotNow. Éstos grupos se ofenden porque la ADL ha criticado a los compañeros de viaje de Farrakhan que buscan disfrazar su antisemitismo detrás de una delgada capa de antisionismo.

La vigilancia contra el antisemitismo de derechas está totalmente justificada. El uso de términos como "globalista" o "América primero" por parte de algunos dentro de la derecha es preocupante ya que una vez formaron parte del lenguaje normativo del antisemitismo. Pero incluso aquellos más preocupados por el tema entienden que el contexto es diferente hoy en día, y la histeria sobre tales palabras no está justificada.

Sin embargo, discutir sobre el antisemitismo en los Estados Unidos ignorando que hoy la izquierda se ha convertido en un lugar acogedor para una forma de odio a los judíos que se autodenomina antisionismo es bastante más que irresponsable. Es deshonesto y socava los esfuerzos para defender a la comunidad judía.

Aquellos qur como Weisman y el NYTimes, que sólo se alarman ante un antisemitismo que se pueda atribuir a la influencia de Trump, están secuestrando los temores judíos para promover una agenda partidista. Eso es algo que las personas imparciales de todas las tendencias políticas deberían rechazar.

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