Wednesday, February 16, 2022

El punto ciego del antisemitismo de la izquierda israelí – Ben Cohen - JNS

 








Un gran estudioso del antisemitismo me dijo una vez que había un país que lo frustraba cuando se trataba de su comprensión del alcance y la profundidad del odio a los judíos: Israel.

Si bien esto puede sonar como el núcleo de una broma judía clásica, mi interlocutor en realidad estaba siendo mortalmente serio. Y su observación fue acertada: habiendo crecido en un estado judío, los israelíes estaban familiarizados con el antisemitismo solo a través de las lecciones de historia y la vil propaganda transmitida en esa dirección desde los mundos árabe y musulmán. Pero muy pocos israelíes han tenido la experiencia de ser agredidos por usar una kipá o llegar a una escuela judía para encontrar embadurnadas con esvásticas sus paredes, o ser insultados como yid en la calle. A pesar de que los israelíes entendieron que el antisemitismo en otros lugares era un fenómeno real y habitual, en términos de su rutina diaria en Israel, se trataba de algo que existía en la imaginación y la interpretación, en lugar de una experiencia vivida.

Aun así, la mayoría de los israelíes en estos días comprenden y respetan que el antisemitismo es una vez más un desafío imponente al que se enfrentan las comunidades judías en la diáspora. La mayoría de los israelíes, pero no todos. Particularmente ciegos están en la izquierda israelí, donde hay una actitud arrogante e impaciente hacia el antisemitismo, que se percibe como una distracción irritante de la ocupación israelí de los territorios palestinos, el tema que realmente les importa.

Un reciente artículo de opinión publicado en el diario Haaretz, dónde mejor, por el periodista israelí Akiva Eldar, capturó perfectamente esta actitud. Su título era irremediablemente pueril y ofensivo: "Si hablar en contra de la injusticia es antisemita, entonces soy antisemita", pero en la medida en que no proporcionó ninguna certidumbre al intentar describir el antisemitismo como una artimaña para acallar la defensa de los derechos palestinos, fue un resumen conciso de esa ceguera señalada anteriormente.

Según Akiva Eldar, "ninguna acusación tiene un efecto más poderoso que la acusación de antisemitismo", y los políticos israelíes han ordeñado este hecho en todo lo que vale. El ex primer ministro israelí Benjamin Netanyahu "invariablemente transformó cualquier documento que se atreviera a criticar la ocupación en una nueva edición de los 'Protocolos de los Sabios de Sión'", escribió Eldar, y agregó que esa era una táctica ahora adoptada por el rival de Netanyahu, el actual ministro de Asuntos Exteriores, Yair Lapid.

Para Akiva Eldar, todo lo que está en juego es la continua presencia israelí en Cisjordania y Jerusalén oriental. Etiquetar como "antisemita" el último informe de Amnistía Internacional que acusa a Israel de haber replicado fielmente el sistema de segregación racial del apartheid que prevaleció en Sudáfrica durante la mayor parte del siglo anterior fue, según Akiva Eldar, perderse el asunto que importa por completo.

"Si describir la situación en los territorios desde 1967 es antisemitismo, entonces soy un antisemita", escribió. "Si decir que Israel está sufriendo cada vez más los síntomas del apartheid es antisemitismo, entonces soy un antisemita".

En un amargo golpe a sus compatriotas israelíes, Akiva Eldar afirmó "Y no me digan que muchas personas aquí realmente se preocupan por la situación de los derechos humanos en los territorios. ¿Cuántos lectores saben que el yogur de leche de cabra Halav Ha'aretz se hace en una lechería de colonos en las tierras de Susiya, un bastión de los fanáticos criminales de los puestos avanzados ilegales (perdónenme, me refiero a los "héroes juveniles del proyecto de asentamientos")? Resulta que boicotear la pasta Osem debido al aumento de su precio resulta mucho más importante para el público israelí".

Al final de su artículo, Akiva Eldar admitió a regañadientes que el antisemitismo estaba "muy vivo y con buena salud", pero solamente estaba interesado por él por su impacto en las aspiraciones palestinas. "¿Hasta cuándo el antisemitismo... será capaz de seguir ocultando la vergüenza del apartheid?", se preguntó.

Sin embargo, Akiva Eldar no reveló que la acusación de "apartheid" en el caso israelí no era un concepto novedoso, sino un tropo desacreditado concebido en los departamentos de propaganda de la antigua URSS. Etiquetar a Israel como un "estado de apartheid" (junto con acusarlo de "crímenes similares a los nazis") fue una inteligente forma de disfrazar la persecución interna de los judíos rusos por parte de la Unión Soviética, estigmatizando a dicha comunidad como "sionistas" y "cosmopolitas desarraigados", y para ello desarrolló una política exterior progresista que apuntala ala resistencia árabe contra los diseños estadounidenses e israelíes en la región.

Akiva Eldar tampoco consideró las implicaciones políticas de la analogía del apartheid. Sudáfrica se convirtió en una democracia multirracial en 1994, cuando su mayoría negra privada de sus derechos finalmente obtuvo el derecho al voto. No dejó de existir como un estado soberano, pero su funcionamiento interno se transformó tan pronto como se desmanteló el dominio institucionalizado de la minoría blanca, que solamente representaba alrededor del 10% de la población total.

Algunos izquierdistas israelíes y judíos de la diáspora consideran que esa también debería ser la solución para la versión israelí del "apartheid", pasando por alto convenientemente el hecho de que los judíos forman una clara mayoría demográfica en Israel, que los ciudadanos árabes de Israel disfrutan de plena igualdad y que los palestinos (a diferencia de los sudafricanos negros) abrazaron el terrorismo como su método principal para enfrentarse a Israel.

Incrustado dentro de la acusación de que Israel es un estado de apartheid existe un llamamiento a su eliminación. Amnistía Internacional argumenta que un Estado judío sólo puede existir como un Estado de apartheid, ya que es necesariamente un proyecto colonial ejecutado a expensas de los palestinos. De este análisis fluye la conclusión de que, dado que Israel no puede ser reformado pacíficamente en un estado democrático, su soberanía como estado judío debe ser destruida.

Ese, por supuesto, fue el mensaje central de las manifestaciones violentamente antisemitas que tuvieron lugar en los Estados Unidos e internacionalmente durante el conflicto de 11 días en mayo pasado entre Israel y Hamas en la Franja de Gaza. Para las comunidades judías de la diáspora, la acusación de apartheid y su corolario, eslóganes como "Palestina libre" y "Del río al mar, Palestina será libre", son inequívocamente antisemitas tanto en intención como en sus efectos y esencia.

En intención, porque argumentar a favor de la eliminación de Israel del mapa del mundo es expresar una idea antisemita. En efectos y esencia, porque cuando estas ideas nocivas circulan en las manifestaciones y en las redes sociales, son los judíos comunes de esos países los que sufren la violencia, el abuso y el vandalismo. Durante el conflicto de mayo pasado, cuando Hamas y las facciones terroristas lanzaron más de 4.000 cohetes contra la población civil israelí e Israel contraatacó, los crímenes de odio contra los judíos experimentaron un aumento astronómico: 589 ataques en Francia, 661 en el Reino Unido y 305 en los Estados Unidos solamente en un mes.

Sin embargo, para Akiva Eldar y sus colegas en la izquierda israelí, la causa de estos ataques radica en última instancia en las políticas del gobierno israelí en los territorios palestinos. En otras palabras, si los judíos de la diáspora están sufriendo violencia, amenazas y abusos, el estado judío es el culpable.


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1 Comments:

Blogger Marlowe said...

Teneis sicologos a mano?

12:48 PM  

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