Saturday, April 02, 2022

La vida al pie de un volcán - Ari Shavit - MakorRishon










La sorpresa ha sido estratégica. No ha habido una ola de terrorismo similar en casi siete años. Y han pasado casi 17 años desde que terminó el gran ataque terrorista que sacudió a Israel. La década más tranquila que hemos conocido desde el establecimiento del estado nos ha hecho vivir a todos complacientemente. Hemos olvidado que vivimos en las laderas de un volcán. Nos hemos enganchado al silencio con una venda en los ojos. La derecha asumió inadvertidamente que no había palestinos. La izquierda asumió (inadvertidamente) que ya no había nadie que pidiera arrebatarnos nuestras almas. El centro nos vendió una historia dulce y delirante donde todo parecía que sería cool. Hasta que de repente, un asesino atroz se llevó la vida de varios ciudadanos en Beerseba, unos locos islamistas de Um al-Fanm asesinaron en Hadera y un joven de Jenin levantó la vista y descargó su ametralladora contra las víctimas del odio en Bnei Brak. 

En el primer momento, parecía que estábamos de vuelta a los días de Oslo. Un marco donde se desarrollaron conversaciones de paz que desembocaron por otro lado en sangre en las calles. El sueño de noche de verano de un nuevo Oriente Medio que generaría el asesinato de múltiples personas inocentes. Parecía que habíamos regresado a los horribles días de la Segunda Intifada, con ataque tras ataque en una misma semana, con 11 asesinados en las ciudades de Israel y con el retorno a las noches de horror y a esa era silenciosa que parecía haber desaparecido. La estabilidad se ha deteriorado de nuevo. La insatisfactoria rutina existencial en Israel se ve interrumpida una vez más por una nueva oleada de violencia. 

Pero esta semana no fue una semana de Oslo en la versión del siglo XXI. La gente es ahora mucho más sobria y realista que los que se reunieron en el césped de la Casa Blanca en 1993, y esta semana no ha sido la semana de una Tercera Intifada. Arafat no se sienta en Ramallah, ahora es Mahmoud Abbas, y en Judea y Samaria no hay una infraestructura terrorista establecida similar a la del 2000. Por lo tanto, es poco probable que vayamos a experimentar aquí lo que experimentamos hace 20 años. Sin embargo, esta semana ha sido una semana dolorosa de llamada de atención. Y vino a recordarnos dónde vivimos. Y vino a decirnos que el conflicto que tenemos delante es irresoluble. Y nos trajo de vuelta a nuestras pantallas de televisión y a nuestra existencia la trágica realidad en la que estamos atrapados. 

 Amigos, nuestros vecinos palestinos no se irán a ninguna parte. Den un vistazo a lo que le está sucediendo al ejército ruso en Ucrania. Aprendan del colosal error de Vladimir Putin, y entiendan: en el siglo XXI, no habrá una segunda década de 1950. No habrá transferencias voluntarias y/o por la fuerza. Seis millones de no judíos (según su dudosa contabilidad) que comparten la tierra con nosotros permanecerán al lado de Israel. Y si seguimos siendo ciegos y seguimos siendo ingenuos, ellos también heredarán la tierra. Cuando ignoramos su presencia aquí e ignoramos su existencia, no los hacemos desaparecer, solo nos engañamos a nosotros mismos. 

Amigos, nuestros vecinos palestinos nunca nos van a reconocer y nunca nos van a aceptar, y jamás harán las paces con nosotros. La lucha entre el movimiento nacional judío y el movimiento nacional palestino es una lucha existencial. Aquí no discutimos sobre los asentamientos. Tampoco estamos discutiendo sobre un país u otro. La guerra no tiene su raíz en la del 1967, sino en la del 1948, y más atrás aún, 1936-39, 1929, 1920-21, 1917... La continua negativa a reconocer el derecho a la autodeterminación del pueblo judío en Eretz Israel hace que el conflicto israelí-palestino sea incurable. 

Cuando interiorizas estas dos ideas, llegas a una conclusión clara: a pesar de su glorioso éxito, Israel todavía está viviendo una tragedia. El terrorismo no abandonará nuestro mundo. El odio no se evaporará. La violencia seguirá, se extenderá y tomará diversas formas, pero no nos dejará solos. Aquí no existirán ni una Suiza, ni Escandinavia. Aquí no habrá paz. La visión de los profetas no se realizará en la tierra de los profetas de hoy. 

La actual ola de terrorismo será derrotada. Ya hemos pasado por los ataques de Oslo y pasamos por los de la Segunda Intifada, y también pasaremos por lo que puede suceder aquí en el Ramadán de 2022. Pero los problemas fundamentales expuestos durante la operación Guardián del Muro, y vueltos a exponer esta semana, no pueden volver a ser barridos bajo la alfombra: el problema de la gobernanza, el problema de las armas en la sociedad árabe, el de la incitación extrema. 

Por lo tanto, incluso después de derrotar a los terroristas y después de que regrese la sensación de una paz recuperada, y la vida vuelva a encarrilarse, no debemos olvidarlo: esto no terminará. No va a terminar. Debemos construir nuestras formas de vida con el doloroso conocimiento de que tanto nuestros hijos como nuestros nietos deberán tener que seguir viviendo echando mano a sus espadas.

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