Thursday, January 12, 2006

Un mundo sin Israel - Josef Joffe (Segunda parte)

3. Ideologías contra ideologías. El sionismo no es el único “ismo” que castiga a la región, es
simultáneo a otras ideologías. Aunque los partidos “baasistas” de Siria y de Irak hayan salido
de las mismas raíces fascistas europeas, ambos han luchado por el dominio en el Oriente Medio.
Nasser ha utilizado el panarabismo-socialista contra el estado-nación árabe. Y baasistas y nasserianos se han opuesto a las monarquías como en Jordania. El Irán jomeinista y la Arabia Saudita wahhabita permanecen enemigos mortales.
¿Cuál es entonces la relación con el conflicto israelo-palestino?
Ninguna, a excepción de Hamas, ejercito terrorista de los creyentes, antaño sostenido por Israel en tanto que rival de la OLP, y hoy responsable de muchos mártires suicidas en Israel.
¿Pero Hamas se desactivará después de la desaparición de Israel? Ciertamente no. Hamas tiene
mayores ambiciones que las de eliminar la “entidad sionista”. La organización no aspira a nada menos que a un estado árabe unificado bajo un régimen teocrático.

4. Utopía reaccionaria contra modernidad. La hostilidad común hacia Israel es la única cosa que
impide a los modernistas y los tradicionalistas árabes desgarrar su sociedad. Los fundamentalistas luchan contra los laicos, y los musulmanes reformistas combaten contra la fusión de la mezquita y el estado bajo la bandera verde del profeta. Una lucha de clases apenas disimulada opone a una minúscula burguesía y a millones de jóvenes sin empleo, a una estructura del poder que es lo más a menudo una suerte de camarilla estatal que posee el control sobre los medios de producción.
Lejos de crear tensiones, Israel refrena realmente los antagonismos en el mundo a su alrededor.

5. Regimenes contra pueblos. La existencia de Israel no puede explicar la importancia y la amplitud de los servicios de las Moukhabarat (policías secretas). A excepción de Jordania, Marruecos, y los emiratos del Golfo, que practican una monarquía moderada e “ilustrada”, todos los países árabes (además de Irán y el Pakistán) no son más que variantes del despotismo – desde la dictadura dinástica de Siria hasta el autoritarismo de Egipto.
Las disensiones intra-nacionales en Argelia han matado cerca de 100 000 personas, sin que ninguna tregua este a la vista. Se dice que el número de victimas de Saddam se eleva a 300 000. Después de la toma del poder por Jomeini, en 1979, Irán ha sido arrastrado no solamente a la guerra irano-iraqui, sino igualmente a unos disturbios civiles apenas contenidos en los años 80. Pakistán estaba al punto de explotar (rivalidad sunnita-chiita).La represión despiadada es el precio de la estabilidad en esta región.

Volvamos a decirlo, es necesaria una imaginación fecunda para creer que el hecho de excluir a Israel de la ecuación del Oriente Medio daría lugar a la instauración de la democracia liberal en la región. Podría ser plausible argüir el hecho de que la dialéctica de la hostilidad favorece, de una manera u otra, la dictadura en los « estados limítrofes », como es el caso de los gobiernos egipcios y sirios, que invocan la proximidad de la « amenaza sionista » como pretexto para aplastar la disidencia. ¿Pero como explicar, entonces, las mutilaciones en la lejana Argelia, el extravagante culto a la personalidad en Libia, la piadosa costumbre de cortar las manos de los ladrones en Arabia Saudita, el despotismo de los mollahs en Irán, o el fracaso duradero de la democracia, que no llega a tomar raíces en Pakistán ? Israel es culpable, de una manera u otra, de los diversos "putschs" que han reducido al miedo a la república en Irak ? ¿Si Jordania, estado que tiene la más extensa frontera común con Israel puede tener la experiencia de una monarquía constitucional, por qué no Siria ?

No servirá de nada imputar a Israel los déficit de democracia y de desarrollo del mundo árabe.
Israel es un pretexto, no una causa, y por tanto su repudiación no curará las heridas que se ha inflingido a sí mismo el mundo arabo-islámico. La versión "suave" del « estaticidio » - el Estado Binacional - tampoco logrará conseguirlo, mientras exista la « cultura civilizacional de enfrentamientos » (definición tomada del historiador británico Nial Fergusson), que es la marca distintiva de la cultura política árabe. La lucha mortal entre israelíes y palestinos no haría más que desplazarse del exterior al interior (del presunto estado binacional).

Mi enemigo, yo mismo.

¿Alguien puede afirmar, con buena fe, que esos disfuncionamientos del mundo árabe desaparecerán con la desaparición de Israel ? Dos informes de la Onu sobre el « Desarrollo Humano Árabe », redactados por autores árabes, responden con la negativa. Las calamidades son consecuencia del mundo árabe. El estancamiento y la desesperación tienen tres causas originales :
- La primera es la falta de libertad. Las Naciones Unidas evocan la persistencia de las autocracias absolutas, las elecciones trucadas, la existencia de una magistratura dependiente y deudora del ejecutivo y las restricciones que pesan sobre la sociedad civil. Las libertades de expresión y asociación están también severamente limitadas.
- La segunda causa original es la falta de conocimientos : 65 millones de adultos son iletrados, cerca de 10 millones de niños no tienen la menor instrucción, De este hecho, se desprende un mundo árabe cada vez más retrogrado en materia de investigación científica y de desarrollo de las tecnologías de la información.
- En tercer lugar, la participación femenina continua estancada, tanto tiempo
como ese potencial de la mitad de la población permanece en gran parte inexplotado.

¿Todo esto será corregido cuando el insulto judeo-occidental al orgullo árabe desaparecerá definitivamente?
¿Los millones de jóvenes desamparados, carne de cañón para los terroristas desaparecerán también – al mismo tiempo que el poder ejercido por los partidos únicos, la corrupción y las economías opacas? Esta perspectiva no tiene sentido más que para esos que aman las explicaciones simplistas, o peor,.alimentan la animosidad particular respecto al estado judío y su rechazo de comportarse como Suecia (Es necesario reflexionar que Suecia tampoco sería la Suecia que conocemos sí ella estuviera en el mundo « hobbesiano » del Oriente Medio).

En conclusión, el más popular de todos los « que pasaría si » es el siguiente : ¿El mundo islámico detestaría menos a los EEUU si Israel desapareciera ? Como todos los « que pasaría si » este, igualmente, no admite una prueba intuitiva.
Para comenzar, la idea de que 5 millones de judíos son los únicos responsables del furor de cerca de mil millones de musulmanes no puede llevar el peso de la culpa.
En segundo lugar. Los odios arabo-islámicos a los EEUU son anteriores a la conquista de Cisjordania y la banda de Gaza. Recordemos el disgusto dejado por el golpe realizado por los EEUU para restablecer el poder del Shah en Teherán, en 1953, o la intervención americana en el Líbano, en 1958. Desde que la Gran Bretaña y Francia han abandonado el Oriente Medio, los EEUU se han convertido en la potencia dominante y el blanco público número uno.
Otra evidencia intuitiva es que el antiamericanismo (oficioso) más feroz emana de los pretendidos aliados de Washington en el Oriente Medio árabe, en Egipto y Arabia Saudita.
¿Israel es la causa de esta situación - o quizá es lo más cómodo para esos regimenes – « por distraer unos espíritus aturdidos con unas querellas extrañas « (como dice Enrique IV de Shakespeare), a fin de desviar la atención popular de su dependencia respecto al « Gran Satán ».

Lean sino la declaración del Cairo contra « la hegemonía americana », texto aprobado por 400 delegados del Oriente Medio y de Occidente, en diciembre del 2002. Esta larga acta de acusación no menciona a Palestina más que de manera accesoria. La condena central, emitida con una profusión de variantes, toma por blanco a los EEUU, a los que acusa de monopolizar el poder « en el marco de una globalización capitalista, de restaurar el colonialismo y de impedir la emergencia de las fuerzas que modificarían el equilibrio en beneficio de una multipolaridad ». En resumen, EEUU es la responsable de todas las miserias del mundo árabe, permaneciendo Israel, en una segunda posición.

Este cuento familiar conlleva un golpe teatral irónico : uno de los principales firmantes es Nader Fergany, el autor que ha dirigido la redacción del informe de la Onu del 2002, sobre el Desarrollo Humano Árabe. Así, incluso los que reconocen los fracasos internos del mundo árabe acaban por acusar al « Otro ». Existiendo la enormidad del acta de acusación, abandonar a Israel no absolverá a EEUU como el « Gran Satán », y a Israel como el « Pequeño Satán » al servicio del poder americano.
Lo que irrita realmente a los que odian a América en el Oriente Medio, es que Washington se inmiscuya en sus asuntos, ya sea por problemas ligados al petróleo, o al terrorismo, o a las armas de destrucción masiva. Es por eso que Oussama Ben Laden, que no se ha encaprichado de la causa palestina más que después del golpe del 11-S, llamando a los americanos los « nuevos cruzados » y a los judíos sus dobles imperialistas.

Nada de todo esto tiene por fin defender la continuación de la ocupación, por Israel, de Cisjordania y de la banda de Gaza, ni justificar las condiciones crueles que se imponen a los palestinos, lo que es contraproducente para el alma del mismo Israel. Pero, como este análisis sugiere, la verdadera fuente de la angustia árabe es Occidente, en tanto que espejo evidente de la miseria árabe y blanco irresistible de lo que Fouad Ajami, celebre especialista del Oriente Medio, ha llamado « el furor árabe ». Lo que es misterioso, es que tantos occidentales, como los que han firmado la declaración del Cairo, crean que es de otro modo.

¿Se trata de antisemitismo, como tantos judíos son prontos a sospechar ? No, pero negar la legitimidad de Israel tiene un parecido extraño con algunos trazos mayores de esta creencia, que cuenta entre las más tenebrosas. Según ella, los judíos son omnipotentes, omnipresentes. Y así pues responsables de los males del mundo. Hoy, Israel se encuentra en una situación análoga, aunque sea como servidor o manipulador de la potencia de EEUU.
La versión « suave » suspira : « Si solamente Israel fuera más razonable … ».
La versión « semi-dura » exige que « los EEUU corten la hierba bajo los pies de Israel » para imponerle la docilidad que viene de la impotencia.
En cuanto a la versión « dura », ella sueña con una salvación que se desprendería de la desaparición de Israel.

En resumen, esto nos recuerda esa vieja broma de la guerra de independencia de Israel :
mientras que las balas silban por encima de las cabezas de dos judíos que corren a refugiarse cuerpo a tierra para escapar de las ráfagas, uno de ellos gruñe : « Tanto darnos un país que no era el suyo, porque los ingleses no nos han dado Suiza ». Desgraciadamente, Israel no es más que una parcela de tierra en la región más deletérea del mundo, y la limpieza no ha comenzado aún.

Josef Joffe *

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