Wednesday, March 29, 2006

Cuando un país pierde la partida - Moshé Yanai

Únicamente dos partidos han salido ganando en las elecciones de ayer: Israel Beiteinu de Avigdor Liberman y el grupo de septuagenarios y octogenarios reunidos en el partido de los jubilados. Desde luego que perdió el Likud –todos dicen que fue derrotado estrepitosamente- y también resulta evidente que no se cumplieron en absoluto las perspectivas de Kadima y el Laborismo.

Pero para decir las cosas con franqueza, se puede afirmar que en última instancia ha sido todo Israel el que salido perdiendo. Con un porcentaje tan reducido de votación que redondea el 63%, realmente todos hemos perdido. La indolencia, creada por una sensación de resentimiento ante el poco considerado proceder –por así decirlo- de grupos de parlamentarios, ha apartado de las urnas a casi dos millones de votantes potenciales. “Si no hay por quién votar, todos son los mismos”, era la consigna que se ha escuchado una y otra vez. El proceder poco considerado de tantos diputados ha difundido esa sensación de corrupción que cunde en el país, y ha convencido a muchos buenos israelíes que todo el establishment no se merece el esfuerzo de moverse de su butaca, o de renunciar a una excursión a la Galilea con los chicos.

En gran parte, esa indiferencia se debe a un derrame cerebral ocurrido tres meses atrás. La desaparición de Sharón del escenario político ha tenido un serio impacto. El responsable de la medida más audaz hasta ahora realizada por un político israelí, no estaba presente para recoger los frutos de su incansable labor. Con una tenacidad que no conocía límites y no menos capacidad consiguió granjearse la admiración de gran parte del pueblo. Desde luego, también el rencor de otro importante sector de la población. Pero la gente estaba motivada en una u otra dirección. La presente jefatura no logró emular el empuje y arrastre de un ex militar, que siempre sorprendió por su audacia. Desde luego, ni por asomo tiene el carisma que aquél tenía.

Olmert es una figura demasiado opaca para rivalizar con su mentor. No es suficiente ser hincha de un equipo de fútbol, o alternar los comentarios televisivos de las elecciones con noticias sobre el partido disputado ayer entre el Barcelona y el Benfica, como indicaron quienes bien lo conocen. Puede que sea un gesto simpático, pero no es capaz de arrastrar al público. No tiene el imán de la sonrisa irónica del todavía en teoría Primer Ministro, que sabía alternar coyunturas serias con alguna observación cínica.

Lamentablemente, Israel ha perdido la partida. La mejor prueba está en la sorprendente victoria de los jubilados. Muchos jóvenes votaron por ellos, por un grupo de octogenarios que salieron a la calle para pedir justicia para los afectados por quien puede ser un buen economista, pero que para reparar la economía afligió a los más pobres.

Pero la derrota del Likud es todavía más aparatosa. Es el fracaso en las urnas de un grupo de interesados, que pensaban tener el país en sus manos. La medida de Netaniahu a último momento de apartarlos del poder no ha surtido efecto; la opinión pública estaba ya cansada de depender de tan reducido núcleo de personas poco honestas, que solamente pensaban en sus estrechos intereses.

Ben Caspit ha encontrado el lema para esbozar la presente situación: intitula su artículo de hoy en el Maariv “Kadima Leavodá”. Su traducción literal sería “adelante a trabajar”. Pero, desde luego, cita en esa frase a los dos partidos ubicados en primer y segundo lugar. Y expresa bien claro lo que ha ocurrido: “Olmert ha recibido un mandato muy estrecho; su paracaídas se abrió a apenas cien metros antes de llegar a tierra, por poco se estrella”. Y otro comentarista de ese diario, Moshé Perl, dice que luego de haber leído todas las encuestas, cunde la impresión que todos habrían perdido en estos comicios, excepción hecha de los jubilados. Y lo explica muy sencillamente: Olmert perdió diez escaños, Bibi se estrelló por completo y Peretz fracasó en su intento de postularse para la presidencia del Gobierno.

Pero es precisamente el redactor de ese diario quien dice las cosas más claras, en un artículo que intitula “La venganza del votante”. Amnon Dankner escribe que el pueblo ha ajustado cuentas con unos politiqueros que le habían enojado y asqueado. En el Yediot hemos encontrado principalmente evaluaciones sobre la derrota del Likud. Bien lo señalan Nahum Barnea, Eitán Haber y Sever Plotzker: el primero dice que la noticia del día no ha sido Kadima y el Laborismo, sino la derrota del Likud; el segundo, afirma que como es el caso en todo el mundo, también en Israel han cambiado las cosas, y solamente el Likud no supo atenerse a la nueva situación, mientras que el comentarista económico-político del diario, dice que la opinión pública ha exclamado un “no” muy resonante a la política económica de Bibi Netaniahu.

www.es-israel.org

1 Comments:

Blogger Fabián said...

Hola José, mirá las últimas novedades de las elecciones

http://www.haaretz.com/hasen/spages/700780.html

Sorpresa!

11:37 PM  

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