Tuesday, June 20, 2006

¿La imagen de Israel - por qué tan negativa? 2 Parte - Evelyn Gordon - JPost

La posición internacional de Israel está en un nivel absolutamente bajo. Los académicos y los periodistas sé cuestionan sí Israel tiene derecho a existir; y cada vez se le describe más como "un estado de apartheid"; ganando ímpetu campañas para boicotearlo y/o desinvertir en él. Y, al contrario de la opinión predominante, que cree que Israel es sostenido por las concesiones a los palestinos, este desarrollo no ocurrió mientras Israel aun rechazaba reconocer a la OLP o evacuar los establecimientos, sino después de una serie de importantes concesiones israelíes.

¿Entonces, por qué han traído las concesiones de Israel más oprobio que consideración? Como había explicado en el primer artículo, una razón es que Israel ha dejado de articular su propia y válida reclamación sobre Cisjordania y Gaza, y así según la narrativa palestina - que estos territorios son tierra palestina robada – esa ‘verdad’ incontestada le condena como un ladrón. Los ladrones no merecen aclamación por devolver bienes ajenos; merecen oprobio por no devolver el resto de esos bienes.

Sin embargo, hay otra, y no menos importante, razón, que está relacionada con un pequeño grupo, pero influyente, de activistas favorables a los radicales palestinos: simplemente, el comportamiento de Israel en los últimos años ha estimulado los instintos del cazador que persigue su presa.

Desde que firmó los Acuerdos de Oslo en 1993, Israel ha estado abandonando sus antiguas "líneas rojas" con una rapidez creciente. Ninguna negociación con una organización terrorista; ningún estado palestino; ninguna concesión sobre Jerusalén; ninguna negociación bajo el fuego; ninguna retirada unilateral; ninguna retirada bajo el fuego - todas estas posiciones disfrutaron de un consenso israelí masivo antes de Oslo, pero han sido abandonadas desde entonces.

Además, estas concesiones fueron hechas en respuesta a la presión, y a cambio de disminuir, constantemente y en el ámbito diplomático, la importancia de la seguridad - minando así la creencia extendida de que las concesiones israelíes se podrían obtener ofreciendo una compensación significativa.

Por ejemplo, cuando Israel consintió en devolver el Sinaí a Egipto en 1978, esto se hizo después de un alto el fuego de cinco años, y a cambio de un tratado de paz formal apoyado por garantías internacionales, incluso con una fuerza multinacional en el Sinaí.

Por contraste, cuando Israel entregó Gaza y Jericó a la OLP en 1994, lo hizo después de seis años de violencia terrorista (primera intifada) y de una presión diplomática sin precedentes: la relegación por parte de EEUU del préstamo para la absorción de los nuevos inmigrantes a cambio de una congelación de los establecimientos. Y en este acuerdo, sólo recibió un acuerdo interino, sin garantías internacionales.

Así los palestinos se pusieron a violar rotundamente su principal compromiso en este acuerdo, terminar con el terror: En los 30 meses posteriores a Oslo, los terroristas palestinos mataron a más israelíes que durante la década precedente. Aún en 1995-97, Israel transfirió otras seis ciudades de Cisjordania al control palestino - otra vez en parte debido a la presión americana, y a cambio de, nada más, que una reiteración palestina de su promesa de no más violencia, antes ignorada.

Ya en julio de 2000, Israel ofreció a los palestinos aproximadamente el 88% de los territorios, incluso buena parte de Jerusalén Este. Los palestinos lo rechazaron y lanzaron la segunda Intifada, en la cual la violencia terrorista fue la peor que Israel haya conocido alguna vez. Pero esa violencia, en vez de generar un apoyo internacional a Israel, generó más presión para otras concesiones adicionales. E Israel respondió aumentando su oferta en Washington y en las conversaciones de Taba, llegando a aproximadamente el 95% de los territorios, más el Monte del Templo.

Pero aun así, no sólo la rechazaron los palestinos, sino que durante los próximos cinco años, el terror palestino acabó con más de 1.000 israelíes - más que durante los precedentes 52 años. Y aún así, la mayor parte del mundo siguió exigiendo mayores concesiones israelíes. ¿Y la respuesta de Israel? En el verano del 2005, evacuó hasta el último poblador y soldado de Gaza - algo que antes había rechazado sin obtener un acuerdo final a cambio - sin recibir nada, ni un acuerdo interino.

La respuesta palestina fue doble: diariamente, disparar contra Israel desde el sur de Gaza, y una victoria electoral del Hamas, organización que no participa en la palabrería sobre la paz con Israel. Aún así, Israel respondió proponiendo una retirada unilateral mucho más grande, aproximadamente del 90% de la Cisjordania, lo que implicaría la evacuación de aproximadamente 80.000 pobladores - 10 veces más de los evacuados de Gaza. Y mientras, inicialmente, el primer ministro Ehud Olmert decía que exigiría el reconocimiento internacional de las nuevas líneas como frontera de Israel de facto, él declara ahora que la retirada ocurrirá pase lo que pase – incluso sin compromiso diplomático.

El resultado de este proceso es que los palestinos y sus partidarios se han convencido de que no hay ninguna línea roja que Israel mantenga hasta el final, sin ningún tipo de recompensa aceptable, si ellos se preocupan de mantener la presión - por el terror, por parte de los palestinos (esta creencia desempeñó el papel principal en la victoria de Hamas), y por boicot y campañas de desinversión por sus partidarios extranjeros.

Así, no es ningún accidente que el último boicot anti-Israel, aprobado por la agrupación de Ontario del sindicato más importante de Canadá, el CUPE, sea dura y explícitamente criticado por pretender incluso que Israel conceda a los refugiados palestinos "un derecho de retorno" - un eufemismo para erradicar a Israel demográficamente. Los líderes del CUPE creen que Israel también abandonará esta línea roja sí bastantes personas y organizaciones aplican la suficiente presión sobre dicho punto.

Los activistas a favor de los radicales palestinos son obviamente una pequeña minoría dentro del mundo occidental. Pero sólo basta una pequeña minoría para crear una campaña anti-Israel masiva – ya que los boicots y las desinversiones son, por lo general, promovidos no por la mayoría de la organización, sino por grupos de activistas dentro de ella. Por ejemplo, en el boicot académico aprobado el mes pasado por la unión de los conferenciantes británicos, la NATFHE, sólo 198 de sus 67.000 miembros participaron en el voto - de los que 109 votaron a favor. Así para asegurar un boicot o una resolución de desinversión, la necesidad de una movilización de gran cantidad de activistas sólo persuade a un número relativamente pequeño de miembros. De hecho, para la mayoría, el conflicto israelí palestino no es de una prioridad alta, y con bastante probabilidad no intervendrá.

Aun así, sí Israel quiere contener su creciente exclusión internacional, debe convencer primero al mundo que la presión es contraproducente más que eficaz. Y para ello, debe dejar de responder a la presión haciendo crecientes concesiones a cambio del algún supuesto rendimiento (decreciente).

La retirada propuesta por Olmert será una prueba vital. Si él persiste en su realización sin una compensación internacional sustancial, los cazadores sabrán que la presa se debilita aun más, y ellos seguirán acercándose a la yugular.



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