Saturday, June 10, 2006

Ninguna ayuda del exterior - Alexander Yakobson

Gideon Levy piensa que los opositores a la ocupación deberían agradecer a la Asociación Nacional de Profesores de Enseñanza Superior de Gran Bretaña y a la Unión canadiense de Empleados Públicos de Ontario, "desde el fondo de nuestros corazones", su decisión de boicotear a Israel, "a pesar de sus dobles raseros" como escribió en un artículo en el Haaretz del domingo ("Con un poco de ayuda del exterior").

"La moraleja del doble rasero" de los boicoteadores es expresada en el hecho de que ellos no utilizan el arma del boicot "para protestar por los crímenes de guerra de sus países y por sus ocupaciones" en Afganistán e Iraq. El artículo también asumía que "en efecto, puede haber algunos elementos de antisemitismo entre aquellos que piden el boicot," pero también hay entre ellos elementos "para quien Israel está cerca de sus corazones," y que "quieren un Israel justo." Pase lo que pase, dice que deberíamos dar la bienvenida al boicot, porque los opositores israelíes a la ocupación no tienen el poder de combatirla; "así, sólo queda esperar la ayuda del mundo."

Dejamos aparte "los elementos de antisemitismo" y nos centramos en aquellos "para quien Israel está cerca de sus corazones," y que desean "un Israel justo." La pregunta todavía permanece: ¿Por qué esta sólo Israel cerca de sus corazones (al punto de promoverle un boicot)? ¿Por qué sus países, Gran Bretaña y Canadá, no están cerca de sus corazones? ¿Es menos importante una Gran Bretaña o un Canadá justo que un Israel justo? ¿Y sobre todo, porque no es el objetivo una América justa?

Después de todo, según los grupos que apoyan un boicot de Israel, durante las décadas pasadas, los Estados Unidos han sido la fuente principal de todos los males en el mundo - incluso, por supuesto, la ocupación de Israel de los territorios. No hay ningún criterio universal capaz de describir la decisión de los boicoteadores de apuntar a Israel más bien que a los Estados Unidos.

Sólo hay una explicación: y esta no se basa en la sensibilidad frente a los valores universales, sino sobre una actitud muy particular hacia el Estado de Israel. El artículo menciona que algunos boicoteadores son judíos. Esto deja una de las dos siguientes opciones: algunos de ellos son unos sionistas tan entusiástas que, dicen, están más preocupados por Israel que por los países en los cuales viven, en cuyo caso es extraño que ellos no emigren a Israel - o bien, ellos son unos judíos que participan en una campaña que es fundamentalmente antisemítica.

Más allá de la pregunta por los motivos de los boicoteadores, está claro que ellos no tienen el poder de influir en el público israelí para dirigirlo en la dirección que ellos quieren. Este público notará que aquellos que critican a Israel en nombre del principio de igualdad, y exigen que Israel tome riesgos serios para cumplirlo, pisotean aquel principio cuando este se refiere a Israel y a su gente.

La verdad, por supuesto, es que no toda la crítica de Israel que viene del extranjero debería ser descartada. Pero es la actitud esperada incluso hacia la crítica razonable que viene de aquellos que ofrecen mucha crítica evidentemente irrazonable. En cuanto a la posibilidad de que los boicoteadores logren obligar a Israel a cambiar su política, vale la pena mencionar que en los años pasados, junto a la condena y los boicots, los lazos financieros entre Europa e Israel se han desarrollado enormemente y han mejorado. El estado de Israel, en cuanto a sus acuerdos con la Unión Europea, ha mejorado, y la cooperación en varios campos se ha ampliado. La Unión Europea no tiene la voluntad política de dañar sus lazos con Israel, y tampoco tiene un interés financiero para ello.

Desengáñese; el boicoteador no dañará a Israel. Ellos harán lo que hacen, y el convoy pasará. Pero lo que es importante es que el convoy va dirigido en la dirección derecha: división de la tierra entre dos pueblos. Si, como en el pasado, el convoy hubiera estado viajando en dirección de la perpetuación de la ocupación, la resistencia israelí perdería más que adelantaría.

Ya que los asuntos se mueven generalmente en la dirección correcta, no hay ninguna necesidad de estar demasiado excitado, por el boicot o por la opinión escandalosa de ciertos israelíes que abogan para que el público europeo toma a Israel bajo su ala, boicoteándolo.

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