Friday, August 18, 2006

Un espíritu de locura absoluta (Parte I) - Ari Shavit

En el difícil verano del 2006, el Estado de Israel declara su estupefacción: Ellos nos sorprendieron. Nos sorprendieron enormemente, con los Katyushas, con los cohetes Al-Fajr y con los misiles Zelzal. Nos sorprendieron con sus misiles antitanques, por la habilidad operacional de las escuadrillas antitanque, por los búnkeres y su camuflaje. Nos sorprendieron por su orden y preparación, por su estrategia, peleando con capacidad y con espíritu de lucha. Nos sorprendieron por el poder asombroso que un pequeño ejército, sin temor a la muerte, con tecnología limitada y alta motivación religiosa alta, demostro tener.

Sin embargo, más que nos sorprendierá Hezbollah en este verano del 2006, nos sorprendió aun más nuestra propia debilidad. Nos sorprendimos nosotros mismos. Nos sorprendió el bajo nivel del mando que nos gobierna. Nos sorprendió nuestra escandalosa mediocridad estratégica. Nos sorprendió nuestra carencia de visión, la carencia de creatividad y la carencia de determinación de parte del alto mando militar. Nos sorprendió conocer que nuestra inteligencia militar y nuestra red logística era defectuosa y en un estado de preparación impropio para la guerra. Nos sorprendió el hecho de que la máquina de guerra israelí no es la que una vez fue. Mientras nos divertíamos se oxidó.

Generalmente, no es correcto examinar e investigar en profundidad los detalles de un fracaso militar en tiempos de guerra. Sin embargo, trás el mes más vergonzoso de la historia de las fuerzas de defensa de Israel desde el establecimiento del Estado de Israel, el gobierno israelí no saca conclusiones. No reorganiza el sistema, no hay ninguna prueba de un verdadero deseo de aprender y sacar consecuencias de los errores y todo ello no irradia una nueva moral.
Al contrario: añade otra capa de locura a una anterior. Su lentitud para reaccionar es peligrosa. Su precaución es una receta para el desastre. Su tentativa de prevenir matanzas cuesta muchas matanzas.

Es hora que debamos preguntarnos: ¿Qué nos pasó? ¿Qué demonios nos pasó?

Pues una cosa muy simple: fuimos drogados por lo "politicamente correcto". Esta última generación, "la politicamente correcta", se ha apoderado totalmente del discurso y de la conciencia israelí a la vez que se separaba de la situación israelí. Ella no tiene los medios para medirse con la realidad de un conflicto existencial y con la existencia de un conflicto interreligioso e intercultural. Por eso se concentró completamente en la cuestión palestina. Hizo la suposición infundada de que la "ocupación" es la fuente de mal y la que impide la paz, causa del eterno malestar y de la inestabilidad.

Al mismo tiempo, lo "politicamente correcto" ha supuesto que la fuerza israelí es un hecho consumado. Que Israel es incomparablemente fuerte. Por lo tanto, lo "politicamente correcto" desdeñó toda tentativa de establecer y mantener la potencia israelí. El presupuesto de defensa fue reducido, los valores del voluntariado fueron minimizados, y los conceptos del heroísmo y la valentía se hicieron despreciables.

Ya que el Tsahal fue identificado como un ejército de ocupación - más bien que un ejército defensor de feministas y gays del fanatismo del Oriente Medio - cada vez más dudas y reservas se emitieron, promoviendo una desmotivación y una desligación. Después de todo, en el mundo espiritual de lo "politicamente correcto", el poder y el ejército se han convertido en palabras poco atractivas e ignobles.

Toda idea nacional ha sido relegada para ceder su lugar al sacrosanto dominio privado. Toda moral cooperativa fue desmontada a favor de la individualidad. El poder fue identificado con el fascismo. La vieja 'virilidad' israelí ha sido condenada en público. La búsqueda de la justicia absoluta se fundió con la búsqueda del placer absoluto y sustituyó el discurso del compromiso por el de la protesta y los mimos.

Otra cosa se produjó: fuimos envenenados con la ilusión de normalidad. El Estado de Israel es fundamentalmente un estado anormal, a causa de su condición de estado judío en una región mayoritariamente árabe, porque es un país occidental en una región musulmana, y un estado democrático en una región donde reinan el fanatismo y el despotismo.
Israel está en tensión constante con los paises de sus alrededores. Por una parte, debido a la situación en la cual se encuentra, Israel no puede disfrutar de una normalidad a la europea. Por otro lado, debido a sus valores y principios y su estructura en términos de identidad, economía y cultura, Israel no puede evitar ser parte de la normalidad europea.

Por ello, Israel está en un estado permanente de contradicción. El modo de resolver esta contradicción es crear una anomalía positiva, tanto conceptual o ideológica como ética que proporcionará una respuesta a la anomalía negativa en la cual Israel esta sumergido.

No hay ningún otro camino: Israel debe rodearse de una 'envoltura' protectora, defensiva, que permitira proteger su 'medio ambiente' interno del 'medio ambiente' externo que lo rodea. La existencia de Israel depende de su resistencia al desafio de preservar su propio medio ambiente.

Sin embargo, en la última generación, esta perspicacia cruel se ha disipado y se ha extendido la ilusión de que hemos superado nuestros problemas habiendo alcanzado un estado de tranquilidad que nos permite vivir en este lugar como cualquier otra nación.

(Continuara) - El artículo integral en http://www.haaretz.com/hasen/spages/749564.html

1 Comments:

Blogger Esther Croudo Bitrán said...

Brillante, simplemente eso.

4:38 PM  

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