Wednesday, August 30, 2006

Visiones del conflicto (La crítica, cruel y mordaz) - Nasrallah for PM de Israel - Bradley Burston

Ahora es oficial. Israel es un país sin primer ministro.
Esto no había sido más que una sospecha hasta la noche del lunes, cuando Ehud Olmert, con eficacia, hizo el anuncio. No con esas palabras, por supuesto. En cambio, ante una nación anhelante frente a la televisión, Olmert hizo añicos las últimas expectativas que sobre él quedaban aún en Israel al esquivar una investigación completa sobre su actuación durante la guerra.
Si la naturaleza detesta el vacío, imagine como debe sentirse con el mando político de Israel.
El jefe del estado, nuestro modelo de probidad, esta a la baja por sospechas de violación. El jefe de Estado Mayor del ejército, nuestro modelo de dedicación y de sacrificio, hizó un descanso para dedicarse a sus asuntos de planificación financiera mientras los líderes nacionales decidían si los militares estaban listos, al igual que sus planes y las provisiones, para ir a la guerra.
El ministro de justicia podría haber ayudado a Olmert, sí no hubiera dimitido por sospechas de abusos sexuales.
Y luego esta el propio Olmert, el hombre que actuó como primer ministro a partir del 4 de enero, cuando Ariel Sharon sufrió un golpe devastador, hasta el 12 de julio, cuando Olmert sufrió un debilitamiento que afecto a su responsabilidad.
Después de casi seis décadas de existencia, Israel se ha encontrado con un experimento práctico de anarco-sionismo. A diferencia de su vecino, la Autoridad Palestina, que es un gobierno que carece de un estado independiente (y varios funcionarios están encarcelados por Israel), Israel se ha convertido en un estado independiente que carece de gobierno.
Israel funciona no gracias a sus líderes, sino a pesar de ellos. El IDF, en la ausencia, es de nuevo el ejército del pueblo. Ahora esta dirigido por estimables oficiales inferiores y por soldados con experiencia, todos ellos motivados, dentro de compańías, batallones y brigadas. Le suministran las donaciones de las farmacias, los supermercados y los particulares, quiénes también han establecido campamentos de refugiados y refugios para la gente desplazada por la guerra.
El único país en el mundo cuya capital es universalmente no reconocida como tal, Israel, también es el único país que ya no reconoce a su propio gobierno.
Entonces, es correcto y apropiado que los israelíes hayan comenzado a pensar en un reemplazo. Hemos exhumado a Ehud Barak y Benjamin Netanyahu, pero las encuestas no les muestran encabezando la parrilla de salida. En un esfuerzo para pensar fuera de lo habitual, hemos planteado a Avishai Braverman y a otros, muchos de ellos impresionantes, pero ninguno de ellos con experiencia.
En este punto de la carrera de Olmert, la única cosa que podría salvar su cabeza, es Hassan Nasrallah.
Y aquí esta la cuestión. ¿Para qué matar o secuestrar al líder Hezbollah - sí esas opciones están todavía en el orden del día como mantienen los funcionarios israelíes - si le podemos sacar alguna utilidad?
Miren así la cuestión. Considerando sus capacidades, este es un hombre tanto fuerte como preparado para las cuestiones de seguridad. Procuró que sus tropas estuvieran bien preparadas, bien entrenadas, bien equipadas y bien protegidas.
Nasrallah sería una nueva clase de líder israelí. Uno que hace cosas.
Ahí está un hombre que facilita la asistencia social necesaria. No espera a ayudar a los propietarios a reconstruir sus residencias destruidas por los ataques aéreos. Reparte sumas literales, inmediatamente, en dinero efectivo.
Ahí está un hombre que se entrega en la asistencia médica, en el alojamiento del necesitado y que se preocupa por las personas sin hogar y alimentos, por los perjudicados de la sociedad.
Ahí está un hombre que se preocupa profundamente por, y hay que enfatizarlo, la educación y la juventud [aun si el mensaje que vende es el de la incitación, el odio y el antisemitismo].
Además, como demostró esta semana, al confesarse culpable por haber calculado mal la respuesta israelí, Nasrallah, a diferencia de, supongamos, Olmert, es un líder que cuando ha cometido un error de juicio, abiertamente, puede confesarse culpable de ello.
Durante más de 20 ańos, los primeros ministros israelíes han llegado a su oficina prometiendo ser líderes de todos, trabajar para todos, para, después, exacerbar solo las divisiones existentes o crear nuevas.
żPor qué no dar una oportunidad a un líder que ha logrado unir a los israelíes como no se recuerda de otro primer ministro?
Esto va más allá de la guerra en sí misma. Sólo Nasrallah tuvo éxito en acabar con lo que ha sido la grieta central de la sociedad israelí durante las cuatro décadas pasadas: ha desarmado con eficacia los argumentos por y contra del concepto de paz por territorios.
Nada de pensar en dejar algo ahora. Seguramente, no es el momento de preocuparse por Cisjordania.
La derecha y la izquierda están más cercanos que nunca lo han estado desde junio de 1967. La derecha, habiendo perdido Gaza, ha visto su sueńo del Gran Israel roto. La izquierda, habiendo sido disparada por Hamas, la Yihad y Hezbollah, ha visto su ideología de base – el fin de la ocupación traerá el fin de la guerra - reducida a escombros.
Finalmente, aquí hay un líder que no tiene ningún equipaje moral. El mundo no espera nada de él moralmente, así que no habrá lugar a clamorosas protestas internacionales cuando ataque objetivos civiles.
Nasrallah tiene unas capacidades probadas.
żQué tienen nuestros actuales líderes para mostrar?

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