Wednesday, August 30, 2006

Visiones del conflicto (Poniendo las cosas en su sitio) - ¿Esta es una victoria (del mundo árabe)? - Barry Rubin

El mundo árabe esta asombrado de que los soldados de Hizbullah no dejaron caer sus armas y huyeran, y además lograrán matar a algunos israelíes antes de sufrir muchas más bajas y ver invadida su área operacional.
Si esto es una victoria, obviamente las expectativas son bastante bajas. Para entender el extraño modo de pensar de la zona, aquí está mi selección favorita sobre la guerra:
"Los libaneses pueden haber perdido muchos recursos económicos y humanos ..., pero [aparte] de figuras y cálculos, han conseguido muchas ganancias," escribió un columnista kuwaití.
"Los militantes de la resistencia heroica del Líbano han demostrado al mundo que las fronteras libanesas no están abiertas a los tanques israelíes sin pagar un precio. Líbano sale victorioso en la batalla de la dignidad y del honor."
¿En otras palabras, que son los cinco mil millones de dólares de dańos y pérdidas sí todo ello les hace sentirse bien? E, incluso, no se puede decir que las fronteras libanesas están cerradas a los tanques israelíes, solamente que la entrada no saldrá gratis.
Siguiendo la costumbre del Oriente Medio las cosas son dichas sin un examen serio (lamentablemente demasiado raro). ¿Por ejemplo, cuál es el significado material actual de toda esta ‘visión’ de una victoria de Hizbullah?
Respuesta: cercana a cero. ¿Qué va a cambiar gracias a ‘ella’ en el Oriente Medio? żAumentará la influencia iraní de algún modo significativo? Los únicos sitios donde la influencia iraní es significativa son Irak, donde los acontecimientos en el Líbano son irrelevantes, y el Líbano, donde la oposición a la intromisión iraní ha subido velozmente. Mientras tanto, los regímenes árabes se movilizan para oponerse a la amenaza iraní.
El islamista sunnita ordinario puede cantar las alabanzas de Hizbullah durante unas semanas, pero sus líderes todavía odian a los chiítas.
O bien, seleccione otra argumentación que se repite sin cesar. Los árabes dicen que Hizbullah ha restaurado su honor y mostró a Israel como vulnerable. ¿No les resulta familiar? Esto ya fue reclamado a finales de los ańos 60 con la OLP; después de la guerra de 1973; acompańando a las dos intifadas palestinos y en otras ocasiones. ¿Y, después de todo, si los árabes creen que Hizbullah liberó el Libano del Sur y Hamas hizo lo propio con la Franja de Gaza, que hay nuevo en todo ello?
¿Y del eterno complejo de inferioridad árabe? Nada parece curarlo. El ‘restaurado’ orgullo árabe se desgasta más rápido que la leche sin pasteurizar.
Por supuesto, el verdadero elevador del ego debería ser una economía productiva, un nivel de vida más alto, una sociedad libre y unos buenos sistemas de salud y educativo. Pero aún esas necesidades no están en el orden del día. De hecho, la filosofía de resistencia realmente conlleva una resistencia a unos cambios que el mundo árabe necesita realmente.
Lo que realmente cuenta es esto: Israel conseguirá un sistema anti-cohetes y anti-misiles, mejorará la defensa de sus tanques y solucionará otros defectos. Mientras tanto, Siria y el Líbano no tienen ninguna fuerza aérea seria, ninguna defensa antiáerea y ningun sistema de defensa costero. Y esto no va a cambiar.
Israel reconstruirá el norte rápidamente sin ayuda externa. Por el contrario, en el Líbano - a pesar de la financiación internacional y del dinero iraní para Hizbullah - los dańos permanecerán probablemente sin arreglar durante ańos.
żEsta es una victoria?
Si usted piensa en los términos de los ańos 30 sobre la situación actual, estamos ahora en la fase de un frente unido contra el fascismo. Tan extrańo como parezca - y a pesar de mucho apaciguamiento verbal - todos los regímenes árabes, excepto Siria, tienen actualmente intereses paralelos a los de Israel y Occidente en su oposición al eje sirio-irani de Adolf Ahmadinejad y Benito Bashar.
Para los liberales árabes esta situación plantea un gran dilema. Algunos dan un giro al apoyar a sus regímenes como males menores. Entre la supresión de esos regímenes y la manipulación de los islamistas, las elecciones y la democracia no parecen, ni probables, ni atractivas. El cierre de filas es visible, particularmente, en Egipto y Arabia Saudí.
En Irak, a pesar del triunfo chiita en las elecciones democráticas, la experiencia del terrorismo y de la dictadura no genera entusiasmo sobre la nueva alianza islamista y los que la explotan cada día. En el Líbano, la mayoría cristiano-drusa-sunnita no esta conmovida con "los regalos" de Hizbullah.
¿Aún así, por qué deberían en el Oriente Medio arriesgar sus vidas para luchar contra la tiranía (o al menos una tiranía aún peor) si saben que Occidente no los apoyarán? ¿Sí Irán puede tener pronto armas nucleares y sí Siria apoya Hizbullah, quién defenderá a la oposición libanesa?
Estamos acostumbrados al impulso de engańar a Israel a cambio de supuestas ventajas económicas o estratégicas. Pero ahora, el Líbano, desempeńa el papel de Checoslovaquia, especie de ‘premio’ si tanto Damasco como Teherán prometen comportarse.
Por eso un elemento clave en nuestra tragedia regional, aparentemente eterna, son los intelectuales y políticos occidentales que piensan que el mundo vive en la Edad de Acuario, cuando realmente se acerca a la Era de Ahmadinejad.
Sin embargo, la naturaleza del adversario es una fuente de esperanza. No dejará a los occidentales sin sus ilusiones, pero seguirá empujándoles hasta que se vean obligados a comprender y aguantar.
Por supuesto, muchos buscarán soluciones fáciles: ¿Quizás Siria pueda ser separada de Irán o viceversa, o Hamas e Hizbullah puedan convertirse en movimientos moderados? Éstas son vanas esperanzas porque no sólo van a contracorriente de la ideología de los extremistas sino contra los propios intereses y sentido común occidentales.
Irónicamente, el apaciguamiento es más peligroso cuando los extremistas están listos para realizar tratos favorables para ellos. Si Saddam Hussein hubiera estado preparado para negociar en 1991, habría conseguido muchos miles de millones de dólares y una rebanada de Kuwait. Si Arafat hubiera firmado un acuerdo con Israel en 2000, habría tenido un estado palestino y 20 mil millones de dólares. Estos dictadores podrían haber usado tales ganancias como un trampolín para incrementar sus agresiones. Por suerte, ellos - y sus imitadores actuales - no piensan así.
La nueva sabiduría convencional de que Hizbullah ganó y que hay que precipitarse para pedir a los radicales que acepten concesiones no es real. Recuerden los dos últimos restauradores "victoriosos" del orgullo árabe: Saddam Hussein (en su celda), y Osama bin Laden (en su cueva).

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