Thursday, September 14, 2006

Olmert, el especulador - Ari Shavit

La ética periodística es a menudo frustrante. En particular en este caso: durante la última campaña electoral, preguntaron al decano de Kadima si Ehud Olmert era un candidato digno para primer ministro. ¿Ehud? dijo, Ehud es un especulador. Un especulador inmobiliario. Sin las restricciones de ética periodística, esta opinión de un alto funcionario de Kadima sobre el primer ministro habría causado un terremoto. Sin embargo, Israel es Israel. El periodista era incapaz de publicarlo, mientras que el funcionario de Kadima no parpadeó: se colocó detras del especulador e hizo todo lo posible para asegurar que llegará a primer ministro. La amistad triunfa. Un interés especial es un interés especial.

Olmert mismo, ya no es importante, se ahoga y lo sabe. A pesar de todos los esfuerzos para esconder la verdad sobre la guerra, no será posible escónderla bajo la alfombra. No será posible blanquear el fiasco. Y mientras tanto, un escándalo sigue a otro; demasiados esqueletos detectados en demasiados armarios tras una larga carrera de hedonismo llaman de repente a la puerta. Como el presidente Richard Nixon en la primavera 1974, Olmert todavía hace juegos malabares, pero la red que él mismo tejió en su camino a la cumbre se acerca gradualmente a él.

Su tiempo es limitado. El juego terminará pronto. En la historia de Israel, nunca hubo un primer ministro peor. Hueco, precipitado, irresponsable. En un tiempo récord, estableció un partido de políticos debiles y formó un gobierno poco talentoso. Sacó un plan de convergencia y ... luego cambió de opinión. Precipitó una guerra y ... dejó de ganarla. Pero lo que ha sido en particular penoso ha sido dirigir un país con una imprudencia negligente. Su 'buena' voluntad de utilizar el destino de una nación con una arrogancia cínica y conducir un régimen desvergonzado "de ahora por mí, mañana por tí."

Los periodistas, Bob Woodward y Carl Bernstein limpiaron América de las mentiras de Richard Nixon. En este sentido, Olmert tiene suerte: él sigue, sin interferencias, haciendo lo que hace tan bien, tratos y convenios oscuros con las partes interesadas. Los tratos de una figura pública cuyos logros más prominentes en su vida pública están registrados en el Tabu (registro territorial israelí) y las agencias inmobiliarias. Los días crepusculares de Olmert se prolongan por la fatiga popular y la torpeza de la pequeña política. Pero el primer ministro actual ya no despierta ningún respeto. Ha perdido su autoridad moral. Y sin autoridad moral, no será capaz de preparar a Israel para los desafíos que lo esperan. Sin autoridad moral, no será capaz de gobernar. Esta destinado a derrumbarse.

Entonces el problema no es el hombre, sino el fenómeno. Como este hombre cínico representa una expresión extrema de una aflicción cultural profunda: el abandono de las ideas, de los principios, de las creencias básicas y de las cosmovisiones. La sofisticación sin conciencia y sin brújula conduce a un fracaso previsible. Por eso la pregunta de los próximos meses, no es quién sustituirá a Olmert, sino qué lo sustituirá.

Benjamin Netanyahu o Ehud Barak, Avi Dichter o Tzipi Livni, Ami Ayalon o Moshe Ya'alon - la pregunta no afecta a las personalidades. La pregunta es que tipo de cultura política sustituirá a la cultura política de infima calidad representada por Olmert. Y si somos todavía capaces de rebelarnos contra los políticos que especulan con la confianza de la gente y de sustituir a esos estadistas. Si encontraremos la fuerza para limpiar los establos políticos para reinventar a Israel nuevamente.

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