Saturday, December 02, 2006

Un signo de interrogación peligroso - Israel Harel

En el memorial conmemorativo anual de David Ben-Gurion, en Sde Boker, Ehud Olmert pronunció un discurso donde se concentró en la visión de un estado palestino junto a Israel. ¿La misma tarde, el Instituto de Democracia de Israel (IDI) organizó una reunión para discutir sobre "a quien pertenece este país?"

Aproximadamente 58 años después de que Ben-Gurion declarará la independencia del pueblo judío en la tierra de Israel, una institución israelí, importante e influyente, pone en duda (también en un libro del mismo título publicado por el instituto) el principio de unión del pueblo judío a esta tierra, lo que debería haber sido entendido y seguido de un signo de admiración. El signo de interrogación no fue colocado al lado de Judea y Samaria, sino a regiones dentro del estado de Israel.

La visión de Olmert de dos estados no se materializará, aunque la mayor parte de los israelíes estén totalmente de acuerdo con él en esta materia, o bien el terrorismo ha erosionado su oposición a un estado palestino. Los árabes obviamente quieren su propio estado, pero no un estado judío junto a ellos. Si ellos hubierán querido una solución de dos estados, se habrían adherido a los Acuerdos de Oslo y no habrían lanzado una guerra de terror; habrían aceptado las concesiones de gran alcance de Ehud Barak en Camp David y no habrían respondido asesinando a cientos de judíos en ataques terroristas.

Este truismo, que los árabes intrínsecamente rechazan un estado judío junto a un estado árabe, es el que muchos israelíes, sobre todo aquellos cuya ideología favorece un estado palestino, no están dispuestos a reconocer. Ellos lo siguen negándo aun cuando los árabes, incluso aquellos que asistieron al acontecimiento en el IDI, se lo lanzan a sus cara. La reunión, que concluyó una serie de discusiones que comenzaron alrededor de hace 10 años, fue protagonizada por aproximadamente 20 intelectuales judíos y árabes israelíes, que intentaron, en vano generar un documento que perfilaría caminos para que árabes y judíos pudieran vivir juntos, como iguales, en un estado democrático judío.

Alrededor de dos años después de que las reuniones en el IDI comenzaran, ocurrieron los disturbios de octubre. La comisión Or determinó categóricamente que la causa primaria de ellos era la discriminación contra los árabes. Si se hubierán molestado en leer los protocolos del forum, habrían encontrado que esa era una concepción equivocada. En efecto había y hay discriminación contra los árabes, pero el motivo primario de los disturbios, y el distanciamiento creciente desde entonces, es el rechazo total, profundo y concienzudo de una existencia judía soberana ("autodeterminación" en una lengua más refinada) hasta en partes de la tierra de Israel.

Aquellos que lo rechazan son realmente aquellos quiénes fueron absorbidos bien dentro de la sociedad israelí, por ejemplo, en las universidades. El Dr Adel Mana, del Instituto Van Leer dijo, "el derecho de los judíos a la autodeterminación no necesariamente significa un estado judío." Y también, "de momento estoy de acuerdo con un estado judío, y sé que soy un residente secundario. Y no estoy de acuerdo con ello." "Depresión", es como Carmit Guy, moderador de la reunión, describió el resultado de las sesiones. ¿"Y si aquí [es decir, en ese instituto liberal que tiene por participantes a intelectuales moderados entre los judíos y árabes], esto ha fallado, donde puede tener éxito?"

En las sesiones de hace casi una década y en esta semana también, los judíos abogaron por crear un estado palestino junto a Israel, mientras ninguno de los árabes consintió en reconocer un estado judío democrático. Y éstos no son los diputados árabes que viajan y se fotografían en Siria y Líbano con los enemigos de Israel, ni son los líderes del movimiento islámico; son los liberales los que vehementemente rechazan un estado judío.

Incluso el catedrático Sammy Smooha, un izquierdista acérrimo y comunista durante muchos años, clarifica: "la sensación de los judíos es que también están amenazados por los árabes israelíes, no sólo por los de la región. Un cambio del carácter del estado sería para ellos una amenaza existencial."

"La izquierda," añadió, "discute que no hay ninguna contradicción entre 'judío' y 'democrático.' Hay una contradicción clara. Y por lo tanto quién quiera un estado judío debe pagar el precio en democracia. La derecha lo admite, mientras que la izquierda, que lo niega, es hipócrita y carece de honestidad intelectual."

No es con la alegría de la calamidad ajena como están formulados estos comentarios. Muchos de aquellos caracterizados como "derechistas" a menudo les dicen: Si sólamente fuéramos etiquetados como incorrectos. Sin embargo una y otra vez encuentran que los árabes (y lamentablemente, bastantes judíos también) actúan según un realismo pesimista mientras aquellos cuyas opiniones son supuestamente extraidas de un análisis de la realidad se agarran a posiciones que la realidad contradice cada día.

Ayer, el 29 de noviembre, se conmemoraron los 59 años del Plan de Partición de las Naciones Unidas y el principio de la guerra de los árabes contra los judíos para erradicar su independencia. Este acontecimiento es recordado hoy principalmente por los árabes, con aflicción, y no por los descendientes de los judíos que, a pesar de una partición dolorosa, bailaron por las calles. Y si en el pasado, esta fecha fue conmemorada principalmente por los árabes de Gaza y de Cisjordania, recientement,. los árabes en Israel, en un movimiento que refleja lo lejos que están de una identificación con el estado, han seguido su estela. ¿Y cuándo los "buenos" judíos y sionistas aun se preguntan, ¿"a quien pertenece este país?", incrementan sin querer el movimiento para ensanchar la grieta.

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