Saturday, January 27, 2007

Nuestro sistema inmunológico todavía funciona - Ari Shavit

El asunto presidencial, como la institución presidencial, tiene un factor simbólico. A diferencia de otros escándalos de corrupción que se ciernen sobre Jerusalén, el asunto Katsav no es en sí mismo indicativo de un colapso moral de todo el sistema. A diferencia de los asuntos de corrupción en los verdaderos centros de poder del país, el asunto Katsav no refleja una gangrena estructural del gobierno. "Sólo" consiste en ofensas sexuales extremadamente graves de las cuales una cierta persona es sospechosa haber cometido en su oficina.

Aunque éstas sean unas ofensas muy graves, tratamos con un delito de menor cuantía personal. En efecto, la capacidad del sistema de aplicar la ley en este caso, sin inclinación de pasar página y sin favoritismo, refleja el poder de la democracia israelí, no su debilidad. Pocos países en el mundo se habrían abstenido de barrer tal asunto bajo la alfombra. La capacidad de Israel de tratar a su primer ciudadano sin deferencias debería ser una fuente de orgullo, no de verguenza.

Y aún así, la vergüenza es difícil de llevar. Es difícil aguantar la profanación del emblema nacional. Es difícil aguantar pensar que el presidente de Israel, según se afirma, asaltó físicamente a varias mujeres, y donde algunas de ellas vivieron con miedo debido a la red de amenazas y tentaciones que Su Excelencia, el presidente, había tejido alrededor de ellas.

Es también difícil tolerar la campaña de difamación que los hombres del presidente han conducido contra sus presuntas víctimas, y el hecho de que, hasta el último momento, el presidente empleó la demora embarazosa y la táctica de retirada, utilizando la residencia presidencial como una ciudad de refugio. Es difícil aceptar que el hombre que se supone nos representa, degrada con él, su función y al estado judío.

Entonces la desgracia de Katsav es realmente nuestra desgracia. Cuando se añade el asunto presidencial al asunto del primer ministro, y al asunto del Ministro de Hacienda, y al asunto de los funcionarios de la autoridad fiscal y al asunto del antiguo ministro de Justicia, esto crea un mosaico entero de corrupción. Y aquel mosaico forma una imagen de un nadir (agujero negro o punto opaco) en los valores nacionales.

Pero desde aquí las cosas pueden cambiarse. Quizás el coraje y la resolución que caracterizan la decisión de Menachem Mazuz sobre el asunto Katsav determinarán sus decisiones sobre los restantes asuntos. Si es así, si la policía, el fiscal y el ministro de Justicia no parpadean - podemos esperar una operación de limpieza que no ha sido visto aquí desde los años 70.

El asunto tomó ímpetu, únicamente, debido al coraje de reclamante A., la resolución de su abogado, y el apoyo firme de Shelly Yachimovitch. Su alcance y la gravedad del asunto fueron expuestos sólo debido a la presión de los medios, el trabajo profesional de los investigadores y los abogados, y la integridad del ministro de Justicia. Si esas figuras públicas y la fuerza de la ley no hubieran hecho su trabajo diligentemente, Katsav habría terminado su mandato presidencial con serenidad y majestuosidad.

Este también podría haber sido el destino de algunos de los otros asuntos investigados. Es fácil blanquear la corrupción e intimidar a los testigos, los investigadores y los buscadores de justicia. Pero la verdadera prueba de la sociedad es por que lado apuesta: el lado de aquellos con poder, o el lado de los buscadores de la verdad; el lado de los intimidadores o de los encargados de la limpieza del sistema.

El asunto de Katsav ha demostrado que el sistema inmunológico israelí todavía funciona y podemos vomitar el mal dentro de él. Sólo si el trabajo es completo, y los otros asuntos de corrupción son clarificados a fondo y completamente, sabremos que Israel comienza a purificarse.

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