Saturday, April 28, 2007

Geopolítica de los judíos - Martin Kramer

A sugerencia de la Conferencia de Presidentes de las Organizaciones Judías Americanas he esbozado una serie de pensamientos sobre la geopolítica de los judíos, que inciden más en los posibles problemas que en las soluciones. En la semana de la conmemoración del Holocausto y del aniversario de la Independencia de Israel, los comparto para una reflexión más amplia.

El título de nuestra regflexión es "Mirando hacia el pasado, mirando hacia el futuro: la situación geopolítica del pueblo judío." Este es un objetivo móvil: la situación geopolítica de los judíos nunca ha sido tan estable. Como pueblo, nuestra geopolítica la conforman nuestras preferencias y las fuerzas históricas presentes. Estas fuerzas nunca descansan. Hace setenta años, el mundo judío estaba centrado en Europa. Ahora sólo le dedicamos una débil atención. Los Estados Unidos e Israel son hoy los polos del mundo judío, y ello porque algunos judíos detectaron los temblores antes del seísmo. Cuando la tierra se abrió y Europa bajó a los infiernos, parte del pueblo judío ya tenía un Plan B en otro lugar. Vivimos de aquel Plan B.
Hoy el pueblo judío está en una posición geopolítica envidiable. Deposita un pie en un estado judío soberano, y el otro en la sociedad más abierta y poderosa del mundo. Uno esta tentado de asegurar que nunca a lo largo de su longeva historia la situación geopolítica de los judíos fue mejor. Realmente, los judíos, ejercieron su soberanía mucho antes, en la antigüedad, pero entonces no tenían una alianza estratégica con la mayor potencia de la tierra. Y puesto que es difícil imaginar una mejor posición geopolítica, el pueblo judío se ha convertido en un pueblo afecto al status quo. Alguna vez fuimos revolucionarios; ahora no necesitamos cambiar el mundo. Por supuesto, nos gustaría una mejoría tangible en las relaciones entre Israel y algunos de sus vecinos - lo que los soñadores llaman "la paz". Pero, generalmente, estamos bastante satisfechos y preferimos el status quo a los riesgos de los cambios.

Aún así, deberíamos saber que la historia no se detiene, ni para los hombres, ni para los pueblos. Fui educado como un historiador, y aunque ello no me de ningún poder de profecía, si puedo asegurarles una cosa. Lo que existe ahora, no existirá en el futuro. Los equilibrios de fuerzas cambiarán. Las identidades serán rehechas. Finalmente, también el mapa del Oriente Medio volverá a dibujarse.
Cuando nos preocupamos, tendemos a concentrarnos en escenarios apocalípticos. Pero les invito a pensar durante un momento cinco tendencias a largo plazo que podrían erosionar el status quo, por encima de una nube en forma de hongo. Iré de la más lejana a la más próxima, y me concentraré en el lado israelí de la ecuación.

(1) La influencia estadounidense en el Oriente Medio podría menguar. Quizás ustedes hayan leído el artículo de Richard Haass, presidente del Consejo de Relaciones Exteriores, "El Nuevo Oriente Medio." Allí escribía: "menos de veinte años después del final de la Guerra Fría, la era americana en el Oriente Medio... se ha terminado.... La segunda guerra de Iraq... ha precipitado su final." Pienso que esta conclusión es prematura - la era de América en el Oriente Medio terminará algún día, pero no se ha terminado aún, y necesitará algo más que Irak para su final. Pero la declaración de Haass es indicativa de un humor o tendencia cada vez más extendida. Añada a esto al cambio tecnológico que podría reducir la dependencia americana del petróleo del Oriente Medio, y es posible que en veinte años América esté menos interesada y preocupada por el Oriente Medio. ¿Cuál sería nuestro Plan B entonces?

(2) Europa podría ser sustraída del área de Occidente. Las tendencias están ahí, los bajos índices de natalidad, la inmigración musulmana, el multiculturalismo, si no son detenidas o invertidas, podrían tener el efecto de desoccidentalizar a Europa. Europa, hasta sin judíos, forma parte del continuum cultural y estratégico, que une Israel con América. Sin aquel eslabón, Israel se vería todavía más rodeada por la hostilidad del Islam. ¿Cuál sería entonces nuestro Plan B?

(3) Irán podría ganar el status de poder regional. De hecho, la ambición imperial de Irán puede ser una tendencia a largo plazo independiente de la naturaleza de su régimen. Irán podría convertirse en el rival regional de Israel, aun si pospone sus proyectos nucleares y deja caer a Ahmadinejad. Irán usa ya su influencia para establecer su dominio en Irak y su influencia en el Golfo Pérsico. ¿Si Irán surge como un poder regional parejo a Israel – y con la intención de sumergir a Israel en una larga guerra fría de desgaste - cuál sería nuestro Plan B?

(4) Los estados árabes a nuestro alrededor también podrían sucumbir a la misma clase de enfermedad provoca en Irak una hemorragia interna. Esa enfermedad es la carencia de legitimidad. Cuando usted mira un mapa del Oriente Medio, ve una mezcolanza dibujada hace un siglo para servir los intereses de los difuntos imperios de Gran Bretaña y Francia. Si Irak se rompe - y yo creo que es posible - otros estados podrían comenzar a derrumbarse. En algunos sitios, podrían ser chiítas contra sunnitas; en otras partes, islamistas contra nacionalistas. Esto también les podría suceder a los estados vecinos de Israel, e Israel podría encontrarse enfrentado, no a un único Hezbollah, sino a muchos. ¿Entonces, cuál sería nuestro Plan B?

(5) Y el más cercano a nosotros, existe la posibilidad de que la solución de dos estados se vuelva anticuada e inservible, porque los palestinos fracasen como nación. Por fracaso quiero decir que ellos no tendrían la cohesión necesaria para traducir su identidad en una estructura de estado nación. Actualmente, muchos en Israel, hablan como sí la creación de un estado palestino fuera esencial para la propia legitimidad de Israel y hasta para su supervivencia. ¿Pero y si tal estado palestino resulta ser imposible? Un estado binacional, palestino israelí, es un anatema, entonces, ¿cuál sería nuestro Plan B?

Uno tendría que ser un recalcitrante pesimista para creer que todas estas cinco tendencias podrían combinarse en una tormenta perfecta. Pero uno tendría que ser un optimista incurable para creer que no seremos azotados por ninguna de esas tormentas. Y lo que argumento es que deberíamos esperar unas condiciones que harán a las tormentas más frecuentes de lo que han sido en las pasadas décadas.

Hemos tenido un exito notable en estos últimos treinta años. Israel ha prosperado bajo la pax Americana. No hubo ninguna guerra árabe israelí general desde 1973, y la paz prevalece en la mayor parte de las fronteras de Israel. La población del país ha crecido, la inversión extranjera ha manado. Israel tiene relaciones crecientes con los poderes y las potencias con futuro en el mundo. Y el pueblo judío americano ha ganado en estatura e influencia, en parte mediando para Israel. Esta ha sido una paz larga y productiva.

Pero cuando Herzl escribió el Estado judío, Europa también llevaba treinta años de paz. Él sabía que esto no duraría, que sus estructuras eran débiles y planificó en consecuencia. Deberíamos reconocer que el status quo en el Oriente Medio no durará indefinidamente, y tenemos que prepararnos en consecuencia. No he dicho lo que pienso que se tiene que hacer - que alianzas, que objetivos atacar, que fronteras volver a dibujar. Pero sí digo que Israel tendrá que hacer alianzas, planear objetivos, y volver a dibujar fronteras - y ellas no necesariamente deberán ser las familiares.

Todo esto va a crear tensión en el mundo, e inclusive dentro del pueblo judío. Entonces las tareas se multiplicarán, y se harán más urgentes. Si usted hubiera entrado en este negocio hace diez años, pensando que todo serían cenas de gala en el camino hacia un nuevo Oriente Medio, pido perdón de parte de la historia. El hombre estaba en lo cierto cuando señaló que el problema en nuestros tiempos consiste en que el futuro no suele ser el que solía ser.

Martin Kramer: Sandstorm

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