Thursday, December 25, 2008

El movimiento estudiantil: mentiras y más mentiras - Chantal Delsol - Le Figaro


©Le Figaro

(Fenomenal artículo sobre el sistema de educación francés, pero aplicable en gran parte al resto del sistema europeo y occidental, y por supuesto, al del "buen rollito")

La falta de medios: este es el púdico velo bajo el que se oculta, año tras año, el descontento de los universitarios y estudiantes. Es bien sabido que en materia de educación, el país está superdotado. El malestar, que se convierte en desesperación, proviene de otra cosa: es la verdad la que falta y no se hace pública.

Nacidos de padres pudientes por el desarrollo de los últimos "treinta años gloriosos", la juventud de este nuevo siglo se ha beneficiado generalmente de una cierta comodidad financiera familiar. Educada por la generación del 68, no ha sufrido prácticamente prohibiciones y no se le ha exigido esfuerzos, al contrario, se le ha inducido que tenía todos los derechos. Sus padres, que han adquirido un nivel de educación significativamente más alto que la generación anterior, consideraban que este impulso continuaría con sus hijos: su abuelo no tenía estudios de bachillerato superior (el BAC o licenciatura), su padre es profesor, y su hijo irá a la "Ecole Normal" (institución académica de alto nivel que da paso generalmente a la alta administración pública), a menos que sea un torpe y un vago... De donde tanto resentimiento cuando el hijo se encuentra entre la masa en AES (*1) o en la LEA(*2), mal equipados y sin esperanza. La apreciación de una situación se inscribe siempre en un momento y un lugar dado. La situación actual de la juventud no es mala en sí misma, sino en términos de expectativas y de progreso esperado. Ella se imaginó - irrealismo ingenuo - que su ascensión a más diplomas, a más dinero, a más confort, era parte de un destino inevitable. Y se han guardado bien de desengañarla: se ha utilizado una vergonzosa demagogia. Mentiras.

Al contrario, lo hemos organizado todo para sugerir un progreso indefinido, acumulando engañifas: por ejemplo, la proliferación de títulos que se convierten en asignaturas. Tenemos demasiados licenciados para el número de altos cargos con responsabilidades a los cuales ellos piensan que pueden aspirar legítimamente. Un país no puede estar enteramente poblado por abogados, médicos y académicos. Hemos insuflado a nuestros hijos una pretensión imbécil inspirándoles el desprecio hacia actividades como la de fontaneros. Les hemos infatuado que todos ellos serían intelectuales (!! cómo es tan francés !!), y que tienen derecho a un puesto de trabajo que se corresponda a sus deseos. Mentiras.

La adquisición del bachillerato (BAC) en primer lugar, y a continuación los títulos universitarios después, se han en gran parte "democratizado" (la palabra es absurda, pero comprensible). Las universidades a su vez han reducido el nivel de exigencia para la entrada en estas especialidades. El resultado: muchos estudiantes, con un Master nivel 2, sólo tienen el nivel de un secretario de dirección, y ello si se comprueba su dominio de la lengua, su nivel cultural y su educación general (lo cual no es nada ). El pequeño porcentaje (no evaluable) de jóvenes brillantes y dotados no ha cambiado ciertamente con el tiempo, pero la distribución de los diplomas ha convencido a muchos de que han alcanzado ese nivel superior. Se les ha hecho creerlo, después de que Laurent Fabius (primer ministro del PSF) les dijera que dando el bachillerato (BAC) al 80% de los estudiantes se elevaría el nivel general ... Mentiras.

Por último, la gran mayoría de los estudiantes que expresan su rebeldía en las calles se sienten frustrados por no conseguir plazas a las que se les ha dejado aspirar por pura demagogia, porque esas plazas no existen en tan gran número, y además, porque muchos de ellos no son capaces de ocuparlas. Desde su primera infancia, les mintieron. Se les mintió diciéndoles que ellos podían decir mierda a sus padres y que ese tipo de cosas les haría gracia a todo el mundo durante toda la vida. Se les mintió diciéndoles que sería la sociedad la que se adaptaría a ellos, no al contrario, porque ellos eran el centro del mundo. Se les mintió fomentando que se burlaran de todo alrededor de ellos y que eso no tenía importancia, que no era nada grave, y que bastaría con hacer el imbécil en la vida para ser feliz. Se les mintió diciéndoles que ellos no tenían ningún deber para con nadie (porque ellos no pidieron haber nacido, y de hecho, tampoco los demás), que no debían hacer nada por nadie y que podían ocuparse exclusivamente de ellos mismos. Se les mintió diciéndoles que una sociedad organizada de este modo sería mucho más alegre y feliz, porque nos habríamos desembarazado de los deberes reaccionarios, y habríamos abrazado La Vida Loca.

La masa de mentiras de las que se les recubrió apenas les deja respirar. Se perciben en el medio de ese montón de basura las miradas atemorizadas y con odio. Y todo esto se puede hallar en esas mentiras de barro que nosotros les hemos dejado. En cualquier caso, no somos capaces de hacer limpieza, porque algunos de nosotros han pasado toda su vida clamando como Cassandras que una generación alimentada de mentiras acabará finalmente bebiendo el veneno del odio.

El principio del placer, que es la columna vertebral de las ideologías utópicas, sigue siendo la columna vertebral de la educación después de que hayan desaparecido las grandes historias. Porque se pueden liberar los contenidos, pero los espíritus permanecen construidos de una forma en la que los nuevos contenidos se deslizan, siempre de la misma manera. La anterior generación esperaba, de acuerdo con ese principio de placer, una sociedad donde todo el mundo trabajaría según sus deseos y se pagaría de acuerdo a sus necesidades. La actual generación espera, de acuerdo con el principio de placer, una sociedad donde el Estado pague los salarios (adecuados) de decenas de millones de psicólogos, simplemente porque ellos han querido inscribirse en esa formación, sin preguntarse ni un segundo si habría suficiente demanda para satisfacer sus deseos.

¿Por qué tantos franceses tienen tendencia a decir que esta situación proviene de un déficit de subsidios (es necesario pagar a los estudiantes por estudiar) y de un capitalismo asocial (los salarios son demasiado bajos)? Porque queremos ocultarnos a nosotros mismos las mentiras que conocemos demasiado bien. Y porque muchos de nosotros somos tan materialistas que vemos todos los problemas en términos de falta de dinero. Los valores intangibles como el esfuerzo o el mérito parecen estériles y obsoletos. Hay países donde el subsidio estudiantil existe, pero está correlacionado con el esfuerzo, no se les proporciona más que aquellos que trabajan y aprueban sus exámenes, y claro, !! esas condiciones serían discriminatorias para nosotros !!

En Francia, la selección es una palabra sucia. El bachillerato está ampliamente distribuido, el acceso a la universidad es automático. Es como si todos fuéramos igualmente capaces y también los trabajadores, y como si la selección no debiera tener lugar finalmente, y duramente, cuando se busca empleo. Mentiras y más mentiras. La escuela, a pesar del número de competentes y esforzados profesores, acepta por una vergonzosa demagogia que los adolescentes hagan una huelga, lo que les deja creer que ellos ya son, antes de que se lo hayan ganado por sí mismos, unos socios responsables en el ámbito social: mentiras...

La universidad se ha convertido en una especie de parking donde sólo se acude a retomar fuerzas esperando el berenjenal de la búsqueda de trabajo. Estamos llenando a rebosar de fantasías a los estudiantes, quienes se inscriben (a veces después de pasar la selección del Master nivel 2) por dos o tres cientos dólares y, a continuación, disfrutan de todos los beneficios de la condición de estudiante y no asisten a las clases o acuden a los exámenes. O peor, numerosos estudiantes que han fracasado en junio no acuden a la prueba de septiembre. Prefieren repetir en lugar de pasar el verano estudiando. Sin embargo, este se oculta púdicamente, ya que los estudiantes deben ser considerados como víctimas agotadas, nunca como aprovechados. Mentiras.

¿Demasiado tiempo ocultando la verdad no resulta a menudo cruel? Cuando finalmente esto acaba por aflorar a la conciencia, los que fueron engañados se revuelven habitualmente contra los falsificadores. Llenos de desesperación y de odio, romperán con el cebo que se les construyó. Tendremos que asumir un día el amargo fruto de una demagogia poco gloriosa: mentir a los jóvenes es la peor demagogia.

(*1) AES : Administration économique et sociale (de mucho menor rango y salidas)
(*2) LEA : Langues étrangères appliquées (como la escuela de Idioma oficial de aquí).

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