Sunday, March 29, 2009

De la simbiosis judeo-árabe.... Judíos y cristianos bajo la dominación islámica en 1811, según Chateaubriand



"En medio de esta desolación extraordinaria, es necesario detenerse un momento para contemplar cosas aún más extraordinarias. Entre las ruinas de Jerusalém, dos especie de pueblos independientes encuentran en su fe como superar tantos horrores y miserias. Allá habitan religiosos cristianos a los que nada puede obligarles a abandonar la tumba de Jesucristo, ni expoliaciones, ni privaciones, ni abusos, ni amenazas de muerte. Sus cánticos repican día y noche alrededor del Santo Sepulcro. Despojados por la mañana por el gobernador turco, la noche les encuentra al pie del calvario, orando en el lugar donde Jesucristo sufrió para la salvación de los hombres. Su frente está serena, su boca sonríe. Ellos reciben al extranjero con júbilo. Sin fuerzas y sin soldados, protegen a las aldeas contra la iniquidad. Presionados por el bastón y por la espada, las mujeres, los niños, los rebaños, se refugian en los claustros de los solitarios. ¿Quien impide a los violentos armados perseguir a sus presas y derribar tan débiles muros? La caridad de los monjes, que se ven privados de los últimos recursos de la vida para redimir a los suplicantes".

(...)

"Mientras que la nueva Jerusalém sale así del desierto, brillante de claridad, vuelvan la vista entre el monte Sión y el Templo; verán a otro pequeño pueblo separado del resto de los habitantes de la ciudad. Objeto particular de todos los desprecios; bajando la cabeza sin quejarse; sufriendo todos los agravios sin pedir justicia; dejándose golpear sin apenas suspirar; se le pide su cabeza: él la presenta ante la cimitarra.

Si algún miembro de esta sociedad proscrita muere, sus compañeros irán, durante la noche, a enterrarlo furtivamente en el Valle de Jehoshaphat, a la sombra del Templo de Salomón. Penetrad en los hogares de este pueblo, os encontraréis con una espantosa miseria, haciéndoles leer un libro misterioso a sus hijos quienes, a su vez, se lo harán leer a los suyos. Lo que hacían allí hace cinco mil años, este pueblo lo hace aún. Asistió diecisiete veces a la ruina de Jerusalém, y nada puede disuadirle, nada puede impedirle volver sus ojos hacia Sión. Cuando vemos a los judíos dispersos por la tierra, según la palabra de Dios, nos sorprenderemos sin duda; pero para ser sobrecogidos por una sorpresa sobrenatural debemos reencontrarlos en Jerusalém; es necesario ver a estos legítimos dueños de Judea siendo esclavos y extranjeros en su propio país; es necesario verlos esperar, bajo todas las opresiones, a un rey que deba liberarlos.

(...)

Los persas, los griegos, los romanos, todos han desaparecido de la tierra: y este pequeño pueblo, cuyo origen precede al de esos otros grandes pueblos, existe aun sin mezclarse en los escombros de su patria. Si alguna cosa, entre todas las naciones, lleva el carácter del milagro, pensemos que ese carácter está aquí
".


Fuente: UPJF

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1 Comments:

Blogger J. said...

Efectivamente, muy ilustrativo.

8:59 PM  

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