Sunday, December 26, 2010

Metiéndome en camisas de once varas, o sobre los últimos episodios de racismo en Israel


Hoy, el Haaretz esta repleto de artículos advirtiendo del incremento de las manifestaciones del racismo en Israel. Estas odiosas y vergonzosas manifestaciones, comunes en otros países occidentales más o menos desarrollados (hoy mismo, una encuesta en Andalucía dice que 6 de cada 10 andaluces piensa que la inmigración es mala, y en Argentina, por ejemplo, miembros de las clases más populares agredieron y asesinaron a varios participantes en una concentración de inmigrantes, sobre todo bolivianos), tiene como objeto dos grupos de personas:

- Refugiados e inmigrantes de países africanos más o menos cercanos que huyen de sus países a causa de la violencia y miseria que reina en ellos. Obviamente, estos refugiados e inmigrantes africanos se agrupan en las poblaciones y barrios más pobres de las ciudades que les acogen, despertando el sentimiento de inseguridad y de una mayor pauperización de sus habitantes (situación que apuntaba y criticaba muy adecuadamente Ari Shavit en uno de sus últimos artículos). Este hecho sucede en todos los países receptores de inmigrantes, y la solución será muy dificil de afrontar mientras no se racionalice su entrada y evite que su continúa llegada produzca la imposibilidad de afrontar su posible inserción.

El hecho se agrava aún más cuando Israel se ha convertido en el máximo polo de atracción de estos refugiados e inmigrantes africanos, puesto que los países árabes y musulmanes práctican un rechazo violento de estos africanos, cuando no los utilizan como mercancía de contrabando para introducirlos en Israel (cuando no evitan dentro de lo posible a dichos países árabes por ser practicantes de una religión no musulmana).

Un artículo especialmente emocionante ha sido publicado en el Ynet por parte de unos inmigrantes eritreos. En él cuestionan directamente, y prácticamente piden perdón por las molestias que ocasionan, la actitud occidental general ante una realidad palpable de un movimiento de poblaciones que se dirigen hacie ellos como única tabla de salvación.

El problema es que la absorción de todo ese movimiento de población se antoja imposible, y no solamente en período de crisis, puesto que el cambio estructural en las poblaciones de acogida es muy posible que de lugar a una importante crisis interna, que posiblemente sólo depararía una mayor depauperación general que desataría un incremento de la guetoización y de la intolerancia, además de imposibilitar la integración.

- Los casos de racismo dirigidos hacia la población árabe que se han producido en ciertas localidades israelíes. Sobre este tema, lo primero que habría que hacer es tratar de hacer acopio de todas la realidades y no descender exclusivamente a una práctica de un buenismo estúpido y esteril. Es por eso que me gustaría reseñar tres aspectos que, en algún caso, generalmente no se analizan o se ignoran directamente.

1.- En Israel existen bastantes comunidades que adoptan una definición muy determinada y marcada, y en base a ella ejercen una especie de derecho de admisión de sus miembros, y esto es aceptado. Por ejemplo, hay comunidades de veganos que sólo adoptan miembros que participan de ese ideal de vida, y también existen comunidades que se guían por su posicionamiento ideológico y nacional/religioso. Dentro de éste último aspecto, el nacional/religioso - y también ideológico -, participan todo tipo de comunidades israelíes, con comunidades judías que no desean una componente árabe, y viceversa, con comunidades árabes que no admiten la presencia judía (con apedreamiento de coches de viajeros judíos). Este sucede también con otras comunidades, como la circasiana o la drusa, así por ejemplo y no hace mucho, en un pueblo druso hubo unos graves episodios de violencia al detectar la población local la presencia de unos jóvenes musulmanes.

Asimismo, en zonas laicas de población judía existe bastante resistencia a la presencia de los haredim o de grupos religiosos como los Chabad, y, por supuesto, algo similar existe en los barrios ultra-ortodoxos, aunque su "demanda" por los laicos sea inexistente, pero sí se manifiesta ante la presencia de visitantes laicos y no religiosos (la exigencia de "modestia", las leyes del sabbath...)

Por lo tanto, en Israel rige una sociedad multicultural que, en gran medida, vive inmersa en su propio mundo - judíos/árabes, laicos/religiosos... -, donde la integración resulta precaria aunque generalmente resulta pacífica. Cuando ese ámbito se entiende amenazado en su composición es cuando se manifiestan las actitudes de rechazo, ahí, y en los escasos ámbitos donde existe una composición mixta en la población y los equilibrios, precarios, corren el riesgo de alterarse.

Un añadido más, casi todos esas zonas son de desarrollo, es decir, no habitadas por la élite ashkenazi del Estado de Tel Aviv, la cual, como suele suceder en otros países occidentales con la élite más liberal y progresista, es la más susceptible y crítica ante esos episodios de racismo, pero que a la vez es la más alejada a experimentar las causas que los originan (pobreza, presencia de inmigración, subdesarrollo...)

2.- También me parece evidente que existe en el "aire" una clara sensación de que, apesar del impasse actual en las negociaciones, el status quo actual no podrá continuar y que un Estado palestino - ya sea por el resultado de unas negociaciones, vía la ONU o por una nueva retirada unilateral israelí - está a punto de ver la luz en poco menos de un año.

Y en ese nuevo Estado palestino parece evidente que no habrá población judía, que excepto los grandes bloques de asentamientos que pasarán a formar parte de Israel, el resto de asentamientos formarán parte del Estado palestino y que su población deberá regresar a Israel. Pensar que el trágico regreso de esa población, pues supondrá un gran shock emocional, no conllevará peticiones de una contrapartida dentro de Israel, es decir, que la población árabe israelí - la influida especialmente por su liderazgo político e intelectual - que dice sentirse solamente palestina y árabe, y que considera que su ciudadanía israelí, como miembros de un Estado judío y democrático, le es impuesta y no es deseada, pase de igual manera a formar parte del nuevo Estado palestino, a cuya nacionalidad dicen pertenecer, y ello sin necesidad de una transferencia física o personal, solamente de ciudadanía y con un intercambio de territorios.

Esa llegada de población judía, procedente de la antigua Judea y Samaria y ahora el Estado palestino, desencadenará muchas más tensiones con la población árabe de Israel que mantiene una actitud irredentista y negadora del Estado de Israel. Pensar que eso no sucederá sólo supone cerrar deliberadamente los ojos. Es por eso que se deben arbitrar soluciones para cuando eso ocurra, y la única medida que disminuiría ese proceso sería un intercambio de territorios que también incluya a parte de esa población árabe israelí que no se reconoce como perteneciente a Israel y que habita en zonas aledañas al Estado palestino. Homogeneizar no tanto la población como una vinculación favorable a los respectivos estados (en Israel aún viviría una importante minoría árabe que sí desearía participar en el destino de la nación), facilitaría los procesos internos de integración y evitaría ulteriores procesos irredentistas y de desestabilización (las "otras etapas" del movimiento nacional palestino).

3.- Finalmente, existe una amenaza que ideológicamente ha sido lanzada reiteradamente contra la opinión pública israelí desde ámbitos de la izquierda israelí, y que es lógico pensar que también haya contribuido, aunque sea indirectamente, en las actuales actitudes hacia la parte árabe.

Se ha bombardeado al público israelí con una cuasi inevitable "amenaza demográfica", de que la población judía podía perder la mayoría y el estado su carácter judío, y hacerlo converger hacia un estado binacional que sólo sería un parentesis temporal a su transformación en otro estado árabe.

No entraré en considerar si esa amenaza demografica, además de ser una herramienta ideológica, está más o menos fundada (de hecho la respaldan buena parte de los principales demógrafos, no exentos tampoco de opiniones políticas). De hecho existen datos que la matizan o la niegan, lo que quiero recalcar es que esa "amenaza demográfica", enarbolada por la izquierda israelí y martilleada sobre la opinión pública israelí, puede haber contribuido (¿a su pesar?) al incremento de la preocupación en ciertos sectores de la población judía israelí sobre la mayor presencia o visibilidad de otras comunidades, contemplada como una plasmación o un anticipo de esa amenaza demográfica.

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