Wednesday, March 23, 2011

(Por fin...) La guerra progresista - Edurne Uriarte - ABC



Lo más hilarante del titular que preside esta columna es que ya ha sido utilizado como tal, pero no en un sentido irónico, sino con la pretensión de significar precisamente eso, que ésta, la de Libia, es una guerra progresista. Y lo ha hecho en Estados Unidos Ross Douthat, ayer, en The New York Times («A Very Liberal Intervention»), con el objeto de defender la guerra de Obama lo mismo que José Blanco aquí, «esto no es Las Azores», para defender la guerra de Zapatero. Y es cierto que en esta foto de las Azores hay, en efecto, más progresistas, dos, Zapatero y Obama, por dos conservadores, Cameron y Sarkozy, y allí había uno, Blair, frente a tres conservadores, Aznar, Bush y Durao.

Pero, más allá de la estética, lo que le ocurre al progresismo americano es que esta guerra cuestiona aquello que Obama dijo en sus mítines preelectorales de que no se podía imponer la democracia a punta de pistola. Y aún contradice más a Zapatero que siempre negó la guerra como medio para solucionar cualquier tipo de conflicto. Y uno y otro han aceptado en la práctica la doctrina neoconservadora de la utilización de la fuerza militar para defender la libertad e impulsar la democracia fuera de las fronteras nacionales. Lo que se esfuerzan en negar con la apelación a la guerra justa de Libia frente a la guerra injusta de Irak.

Pero tanto en aquella como en ésta hay dos pueblos masacrados por los dictadores y una negativa de esos dictadores a aceptar las exigencias de la comunidad internacional. Y una intervención militar que quiere imponer la libertad con bombas. Las esencias de la guerra justa. Con el peligro de matar civiles en el empeño, aún más si la guerra no se gana con rapidez, Gadafi persiste en la represión y la comunidad internacional se ve obligada a reconsiderar el acuerdo de la no intervención terrestre.

Y tanto en aquella como en ésta hay una intervención multilateral, por mucho que persistan algunos en llamar unilateral a una guerra de Irak que contó con el apoyo de más de 20 países. Y hay división europea, ahora con la oposición de Alemania como entonces de Alemania y Francia. Otorgar la clave de la legitimidad de esta guerra a la resolución de un organismo, ONU, en el que deciden las dictaduras es de una ceguera democrática comparable a la del pasado pacifismo de Zapatero.

No se apela esta vez, es cierto, a la seguridad occidental y no existe el error de las armas de destrucción masiva. Pero tampoco hay ahora un 11-S y una Al Qaeda en plena expansión. Quizá, porque ya se hizo aquella guerra. Y en Irak hay una democracia que combate a Al Qaeda y el norte de África pretende seguir por esa senda.

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