Wednesday, April 27, 2011

La guerra de la Arqueología - Alex Joffe - Jewish Ideas Daily


El descubrimiento de la estela fragmentaria de Tel Dan en 1993, proporcionó la primera evidencia extrabíblica de la existencia del rey David. El rey arameo que erigió la estela a mediados de siglo IX a. C. afirmaba en ella haber derrotado al "rey de Israel" y al rey de bytdwd , es decir, de la "Casa de David".


La Organización Islámica para la Educación, la Ciencia y la Cultura (ISESCO) fue fundada en 1979 por la Organización de la Conferencia Islámica (OCI). Tiene tres objetivos básicos: el primero es difundir la versión saudí de la educación coránica en todo el mundo islámico; el segundo dar a conocer y publicitar dentro del mundo no islámico al Islam, tanto de manera positiva, difundiendo la civilización islámica y sus logros – he ahí el "Diálogo entre Civilizaciones", como negativa, protestando por lo que define como "campañas anti-islámicas"; el tercer objetivo es oponerse a la "judaización de Al-Quds", es decir, Jerusalén.

A tal efecto, en una reciente reunión de la ISESCO en Amman se atacó duramente a los proyectos arqueológicos realizados en la Ciudad Santa por "las autoridades israelíes de ocupación..., en plena violación de las leyes y las convenciones internacionales pertinentes". Citando supuestamente a una "información objetiva y bien documentada sobre la alteración del carácter de Ciudad Santa”, y en referencia a una supuesta “destrucción de su identidad árabe e islámica", la ISESCO denunció enérgicamente todos esos "intentos de judaizar Al-Quds Al- Sharif".

Por supuesto, las acusaciones musulmanas que afirman que los judíos amenazan a Jerusalén tienen una larga tradición, y en particular las acusaciones contra la práctica arqueológica israelí. En 1974, la UNESCO - la organización internacional a la que la ISESCO apela nominalmente - se vio forzada por los Estados árabes a votar una serie de sanciones contra las excavaciones israelíes en Jerusalén, negándosele a Israel su entrada como miembro de la organización por el grupo regional europeo. Aunque luego Israel fue readmitido en 1977, el sesgo de la UNESCO sigue siendo tan evidente que en 1984 EEUU, Reino Unido y otros países salieron temporalmente de la organización. Un acto que en principio es difícil de imaginar hoy en día, incluso después de que la UNESCO haya declarado que la Tumba de Raquel es una “mezquita” y haya condenado a Israel por incluir lugares arqueológicos de la Ribera Occidental en su lista de lugares a proteger por el Patrimonio Nacional.

¿Es necesario señalar que en este ámbito, como en otros, la realidad es exactamente lo contrario de lo que se está retratando? Arqueólogos israelíes y la Autoridad de Antigüedades de Israel (AAI) han estudiado y conservado lugares y monumentos islámicos por todo el país. Mientras tanto, las autoridades y los activistas islámicos han ejercido una máxima presión a la hora de negar, y si fuera posible eliminar, cualquier vestigio de una conexión o herencia judía pre-moderna, en particular con la ciudad de Jerusalén.

Las autoridades islámicas, por ejemplo, han convertido espacios interiores del Monte del Templo en mezquitas, y han eliminado una inmensa cantidad de los restos que han generado por contener vestigios de la anterior ocupación y presencia judía. Supuestas “tumbas musulmanas" han aparecido de la noche a la mañana en parcelas de tierra en disputa en torno a Jerusalén. Se han hecho esfuerzos para que las autoridades canadienses aprovecharan una exposición sobre los Manuscritos del Mar Muerto para reclamar que son objetos culturales de propiedad palestina obtenidos ilegalmente. Y, en un movimiento tan ilógico como estúpido, intelectuales palestinos han intentado fabricar una reivindicación de Jerusalén anterior a la presencia judía con el argumento de que los palestinos descienden de los "jebuseos", los residentes en la ciudad pre-davídica, cuya presencia y existencia solamente está atestiguada en la propia Biblia judía.

Mientras tanto, la campaña internacional sigue su curso. En una búsqueda en Google, el término "judaización de Jerusalén" obtiene más de 100.000 resultados, y existe una entrada separada en Wikipedia donde se explica con paciencia sus diferentes significados. En sentido estricto, judaización significa cualquier tipo de esfuerzo por demostrar o sugerir que los judíos tienen una conexión histórica con Jerusalén, una conexión que de manera explícita y reiterada es negada por la propaganda palestina. En un sentido más amplio, abarcaría cualquier tipo de cambio, ya sea político, demográfico, de arquitectura o del tejido económico de Jerusalén, que pueda ser interpretado como de interés para Israel. La arqueología resulta sospechosa a primera vista, especialmente en la Ciudad Vieja, el Muro Occidental, y la ciudad de David.

Tengan en cuenta que el término empleado es "judaización", no "sionización" o alguna otro término equivalente. En todos sus usos, "judaización" es una acusación contra los judíos, y no sólo contra los israelíes, por lo que cualquier cosa que demuestre la antigüedad y herencia judía en la ciudad equivale por definición a judaización.

Y ahora la ISESCO y otras organizaciones no gubernamentales están subiendo la apuesta y planifican ampliar su campaña con demandas reales contra Israel en los tribunales internacionales, en particular, el tribunal de La Haya. Según Ziad Saad, director del departamento de Antigüedades de Jordania, "nuestro objetivo es reunir evidencias científicas sólidas para que el caso adquiera un nivel político internacional”. Estas "pruebas o evidencias solidas" apoyarían la acusación de que Israel es culpable, en palabras del arqueólogo jordano Moawiyah Ibrahim, de utilizar los "textos bíblicos para apoyar su narrativa nacional y así hacer desprecio del patrimonio árabe e islámico".

Estas últimas medidas formarían parte de una cada vez mayor "guerra jurídica" contra Israel, según la cual todas y cada una de las instancias internacionales deben ser explotadas y utilizadas para aislar y procesar al país y a sus ciudadanos. La manipulación de las prácticas de la "competencia internacional", que permiten a los miembros locales de las entidades no gubernamentales entablar demandas ante los tribunales europeos, ha desatado una campaña que ha comenzado por socavar la capacidad de los líderes políticos y militares israelíes de poner sus pies libremente en el continente europeo. Que los arqueólogos árabes están siguiendo este ejemplo es preocupante, pero desde luego no resulta sorprendente.

¿Cuánto tiempo pasará antes de que los arqueólogos israelíes no sean capaces de bajar de un avión en Londres sin que se les entregue una citación judicial promovida por una ONG pro-palestina?

Las organizaciones internacionales y el "derecho internacional" aparentan ser casi impotentes ante la combinación de la presión de los países árabes y musulmanes y el comportamiento de algunos funcionarios occidentales - y académicos – que cobarde, o entusiasmadamente, les siguen el juego. Armados con los recursos proporcionados por los donantes europeos y por otras organizaciones, se trata de criminalizar todo lo que proceda de Israel. La ISESCO, por su parte, tiene el pleno respaldo del régimen de Arabia Saudita y de la OCI, cuyos múltiples órganos llegan a todos los países musulmanes y también cada vez más a los no musulmanes. Su posicionamiento incesante sobre el conflicto árabe-israelí como la causa primordial islámica no muestra signos de ceder ante el famoso "Diálogo entre Civilizaciones".

Es una perogrullada decir que la práctica arqueológica israelí puede ser legítimamente criticada, sobre todo por algunas turbias relaciones entre las entidades del Estado y la empresa privada de asentamientos en Cisjordania. También es una perogrullada afirmar que las deficiencias más importantes que puedan señalarse resultan insignificantes si las comparamos con la destrucción sin sentido de las antigüedades y el abuso de la gente en nombre de la arqueología y el desarrollo, tal como sucede con regularidad en China, Irán, Egipto o Arabia Saudita. Pero tales consideraciones también son irrelevantes. Como es bien sabido, un metro cuadrado en Jerusalén produce una histeria exponencialmente superior a la que producen cientos de kilómetros cuadrados en otra parte. Si todo lo que sucede en Israel se dice que es un asunto "político", también podemos decir que el mundo gira en torno a Jerusalén como no lo hace con ninguna otra ciudad.

Precisamente, la causa o la razón de esto es, obviamente, el control judío de la ciudad. Cuando Jordania o el imperio otomano controlaban Jerusalén, la atención prestada por el mundo exterior, incluso en los casos bien documentados de persecución contra los cristianos, fue en el mejor de los casos intermitente. Ahora, gracias a la elevación de la ciudad como célebre causa musulmana, nada pasa desapercibido. Y ahí puede estar la explicación para estos últimos gritos de alarma, sin precedentes, de la ISESCO y de sus estudiosos.

En las recientes expediciones arqueológicas en Jerusalén se pone en evidencia cada vez más la antigua presencia judía en la ciudad, por lo que los peores temores amenazan materializarse para los expertos islámicos. Para proteger su propia inversión en las últimas décadas, y su negativa oficial de dicha presencia judía, tratan de actuar rápidamente para así movilizar al mundo islámico y occidental para que nada más de esa presencia judía pueda salir a la luz.

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