Wednesday, June 22, 2011

Una cuestión de igualdad - Seth J. Frantzman - JPost



Existe una cierta mentalidad en Israel entre sectores de la izquierda y de aquellos grupos de presión que dirigen organismos de derechos humanos y civiles que considera que cualquier beneficio otorgado a los ex soldados es una forma de discriminación oculta que perjudica a los ciudadanos árabes. Como tal, el proyecto de ley de servicio civil que está siendo considerado por la Knesset, y que proporciona una evidente prioridad a los ex soldados para ciertos puestos de trabajo dentro de la administración pública, ya está siendo duramente atacado. El proyecto de ley establece que cuando hay dos candidatos iguales y uno de ellos ha desempeñado el servicio militar, o bien el servicio nacional civil, él o ella deberán tener preferencia para esa oferta de trabajo.

La Asociación por los Derechos Civiles en Israel (ACRI), uno de los mayores lobbys de los derechos humanos, afirmó que "el proyecto de ley discrimina a las minorías étnicas y a otras personas que están legalmente exentas del servicio militar (por ejemplo, personas religiosas, los ciudadanos árabes de Israel, las personas con discapacidad), y entra en contradicción con la idea de una plena igualdad a la hora del acceso al empleo".

Además, la ACRI sostiene que "el Ministerio de Justicia, la Comisión de Igualdad de Oportunidades, e incluso los asesores jurídicos de la Comisión constitucional de la Knesset, han expresado su oposición a este proyecto de ley".

Avirama Golán escribió en el Haarerz un reciente editorial en el que decía que "los diputados tendrán que examinar en que medida la propuesta atenta contra el derecho constitucional a la igualdad". Golán afirmaba también que las mujeres etíopes y haredíes, especialmente, serían objeto de discriminación.

Es interesante observar como estas voces consideran que se fomenta la desigual cuando se dan beneficios a aquellas personas que han servido a su país en el ejército, pero a la vez consideran que fomenta la igualdad el hecho de que sólo algunos de los ciudadanos israelíes sirvan en el servicio militar.

¿Por qué el derecho a la igualdad en Israel se desvanece para esos hombres drusos y para esas personas judías, hombres y mujeres que no son haredíes, cuando alcanzan la edad de 18 años, y de repente vuelve a reaparecer cuando alcanzan los 22 años (es decir, cuando han terminado el servicio militar o civil)?

Mientras esta población de drusos y judíos son reclutados para el ejército, sus compañeros que no sirven en el ejercito pueden ir a la universidad, o bien conseguir un trabajo, o bien aprender unas habilidades que les vuelvan más capacitados para acceder a un empleo. Este hecho sí que constituye una violación del derecho a la "igualdad de acceso al empleo".

Cada vez que alguien condena una ley que otorga beneficios a aquellos que realizan el servicio militar o el servicio nacional civil, están admitiendo implícitamente la desigualdad.

Otra táctica que utilizan estas organizaciones de derechos humanos es aferrarse a la afirmación de que los judíos etíopes están siendo discriminados. La razón de que grupos como ACRI mencionen a los judíos etíopes es porque saben que la mayoría de la opinión pública israelí no tiene mucha simpatía por los sectores árabes o haredíes. Pero están mal informados, o bien tratan de engañarnos cuando introducen a los judíos etíopes para disfrazar sus intereses (la preocupación básica de ACRI, como la de otros organismos, son los sectores árabes).

Según una fuente anónima y bien informada del gobierno, el 52% de las mujeres judías etíopes van al ejército, y muchas de las que no van eligen el servicio nacional civil como una alternativa (las mujeres judías etíopes representan al 6% de las mujeres cumpliendo el servicio nacional civil, mientras que ellas sólo representan al 2% de la población femenina judía).

Dado que el proyecto de ley trata al servicio nacional civil y al servicio militar de la misma manera, las mujeres judías etíopes también reciben sus beneficios. Además, existe ya la acción afirmativa dentro de la administración pública, lo que significa que en lugar de ser perjudicadas se beneficiarán aún más.

Pero hay una realidad oculta dentro de esta oposición a este proyecto de ley. Hay muy pocos árabes dentro de la administración pública. A pesar de las campañas de reclutamiento, muy pocos se involucran, tal vez porque la paga sea baja y porque se sienten incómodos trabajando para el gobierno israelí.

De acuerdo con la Administración Pública, árabes y drusos constituyen únicamente alrededor del 7% (4.200 empleados) del sector de la administración pública, y la mayoría son empleados en trabajos que tienen que ver con la comunidad árabe.

¿Es lógico pensar que el otorgamiento de ventajas a los veteranos judíos (del servicio militar o civil) ponga en peligro este 7% de la administración pública? Al contrario, son los veteranos drusos los que compiten por estos puestos de trabajo, ya que ellos si están ligados sobre todo con la comunidad árabe y además han entregado tres años de su vida al país mientras sus compañeros árabes trabajaron o fueron a la universidad, por lo que es obvio que necesitan más alicientes para igualarles en oportunidades. Es precisamente por esta razón que el diputado druso Hamad Amar es uno de los principales partidarios del proyecto de ley.

Tal vez sea ese 93% de puestos de trabajo dentro la administración pública, y que están en manos de judíos, los que deberíamos estar evaluando. El número de judíos laicos que proyectan evadirse del servicio militar (y civil) es el mismo que el de judíos haredíes que no sirven en el ejército. En el 2009, el departamento de recursos humanos del IDF reveló que sólo el 74,6% de los hombres judíos y el 56% de las mujeres judías se alistaron. Muchas mujeres laicas fingen ser "religiosas" para evitar así el servicio militar y el servicio nacional civil. Son precisamente estos judíos que evaden el servicio militar y civil los que recibirán un acceso privilegiado a los puestos de trabajo dentro de la administración pública. Haciendo caso omiso del servicio militar, y al mismo tiempo evitando servir a sus hermanos, aprenden durante ese tiempo unas habilidades que les hacen más cualificados para los puestos de trabajo en la administración pública.

Las mujeres ultraortodoxas judías, las cuales supuestamente son objeto de discriminación en el proyecto de ley, también pueden elegir prestar el servicio nacional civil, al igual que los árabes, pero la mayoría de ambos grupos no lo hace.

¿Igualdad? Si queremos verdadera igualdad es necesario “nivelar el campo de juego” para aquellos que sacrifican tres años de su vida por este país. Tenemos que ponerles o bien en la parte delantera de la salida, o por lo menos en una posición de igualdad, empezando con aquellos que eligen no servir a su país y a sus ciudadanos.

Tal como están las cosas actualmente, "estamos poniendo el peso en una igualdad falsa que premia a aquellos que evitan la igualdad cuando se la exige el país, y luego pasan a reivindicarla cuando el país ya no los necesita".

Los judíos etíopes y los árabes no son perjudicados por este proyecto de ley: debido a la acción afirmativa, y en el caso de los etíopes por su excelente hoja de servicios (el 88% de los judíos etíopes se alistan en el ejército), están siendo cada vez más reclutados para el servicio nacional civil. Mientras tanto, un 34% de los judíos de Israel encuentran una manera de evitar tanto al ejército como al servicio nacional civil, y son ellos los que menos privilegios se merecen a la hora de trabajar en la administración pública.

La Knesset no debe permitir que una distorsión de la verdad siga perjudicando a aquellos que, con pocas opciones para elegir, dan prioridad a servir a su país.

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