Friday, July 29, 2011

¿Nos falta el socialismo de antaño? - Gonen Ginat - Israel Hayom



Así que ahora están anhelando el socialismo de antaño. Echan de menos los viejos buenos tiempos, cuando todo el mundo sabía su lugar y la riqueza se distribuía por igual, por lo menos a todo el mundo que poseía una tarjeta roja con los sellos necesarios que indicaban el pago de las cuotas sindicales. Oh, ¿dónde han ido esos días hermosos, cuando no teníamos que pensar por nosotros mismos porque el partido nos decía en qué creer?

La revolución fue transmitida ayer por la televisión y lo que pudimos ver fue a un manifestante tras otro echarle la culpa de todo al mercado libre. "Es todo debido a la privatización", dijeron una y otra vez, haciendo una mueca con el mero sonido de esa palabra.

De hecho, ¿qué ha sido de aquellos días previos a la privatización, cuando nuestros padres esperaban ocho años para conseguir una línea telefónica, simplemente porque no poseían esa conveniente tarjeta roja? Si tenían la suerte de poseerla, tan sólo debían esperar cuatro o cinco años. Pero entonces llegó la privatización y todo está mucho peor que antes, todo el mundo lo sabe.

¿Dónde están ahora aquellos días donde la vivienda estaba afiliada al partido, Shikkun Mapai, Shikun Mapam, Shikun Hapoel Hamizrahi y similares? Los apartamentos resultaban muy baratos, es decir, si pertenecías al campo de la derecha y estabas dispuesto a vender tu alma.

En aquel entonces no se podía producir o importar lo que querías, ya que se necesitaba una licencia para hacerlo y, en un mercado no privatizado, el gobierno era quien expedía los certificados. El único problema con todo esto es que el gobierno estaba compuesto de políticos y los políticos funcionan según sus intereses.

Hemos pasado por todo esto antes. Cuando los políticos se aseguraban que sólo tuvieran las licencias sus compinches, cuando pagamos mucho más por la camisa y los pantalones porque no había ninguna competencia. En caso de que las cosas salieren mal, era todo el sistema el que fallaba, y no solamente el que reinaba en esta parte del mundo.

Las manifestaciones actuales a causa de la vivienda están provocadas por un problema real y doloroso, el cual sólo comenzó a ser tratado hace un año y medio atrás, después de años de abandono. Pero algunos han monopolizado este problema y se han designado sus portavoces, como ese adinerado joven de Tel Aviv y tres de los más destacados miembros de los movimientos de izquierda de Israel (que compraron las tiendas de campaña y alquilaron los autobuses), así como ese grupo de amigos que le dicen a los periodistas, con toda seriedad, que la situación en Israel "apesta" porque no pueden ganarse la vida como ellos quisieran dirigiendo películas marginales sin la ayuda de sus padres o sin tener que pluriemplearse, elaborando la publicidad para una empresa de zumos. Ofertas de empleo de este tipo sólo existen en Tel Aviv, por lo que no tiene sentido hablar con estas personas acerca de esos otros apartamentos baratos situados en la periferia de Israel.

Pero esto es sólo una parte de la historia. Esperando entre bastidores están los "listos", esos magnates propietarios de empresas que no pueden cumplir con sus obligaciones financieras y que ahora están muy preocupados por las conclusiones de la próxima comisión nombrada para examinar los monopolios. Estos magnates tienen un enorme interés en una prematura desaparición de las leyes antimonopolio del gobierno.

Varios periódicos y canales de televisión se han aliado con estos magnates ya que comparten algunos mismos intereses. Para honrar la ocasión, han enviado tres reporteros alrededor de cada tienda y cinco fotógrafos detrás de cada periodista.

Sin embargo, y al final, una auténtica protesta puede emerger de todo esto, y no un simple manifestante que se de cuenta de que era una simple marioneta de la que tiraban de las cuerdas.

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