Sal Emergui, un corresponsal de otra galaxia, y el colmo de los colmos: los "indignados" israelíes, más escuchados que los del país del buen rollito
Sal Emergui, el corresponsal del diario El Mundo, es una rara avis: manifiesta una inaudita empatía por el país en el que trabaja como corresponsal. Empatía crítica, pero empatía. Es lo mínimo que se puede esperar cuando se analiza e informa de una sociedad.
Nada que ver con los corresponsales del Global, del panfleto público y de muchos otros más repartidos por la geografía del país del buen rollito, como ese antiguo corresponsal del ABC que acabó muy oportunamente en una dirección general del staff de prensa de ZP (imborrable su foto con Arafat, como un hooligan más). En estos últimos no existía ninguna empatía, solamente prejuicios e ideología, traida desde casa. Así sucedía, y sucede, que la única sociedad israelí representada es la más desfavorecedora o bien esa parte minúscula que está de acuerdo, y les abastece, con las ideas e intenciones de estos corresponsales.
Sal Emergui no se comporta así, está abierto a conocer la multiplicidad de la sociedad israelí, una melting pot aún en marcha, con múltiples visiones sobre su ser y su futuro, pero sabiendo reconocer el sentir mayoritario, algo no especialmente complicado.
Una pega (lo siento Jaume y Hasbarats), es del Barsa. Le pegaría más ser del Atleti de Madrid. La titulitis y la presunción futbolística, ya sea pro-Unicef y/o pro-Qatar, es de muy mal gusto.
320.000 israelíes se 'indignan' exigiendo 'justicia social' en una revuelta histórica - Sal Emergui
La revuelta social en Israel no amaina. Todo lo contrario. Hace historia. Más de 320.000 manifestantes se han congregado esta noche en varias ciudades israelíes para exigir "justicia social" en una exhibición de fuerza sin precedentes.
La masiva respuesta a la convocatoria de los 'indignados' israelíes aumenta considerablemente la presión sobre el primer ministro, Benjamin Netanyahu, precisamente cuando éste pensaba que las protestas callejeras, iniciadas el 14 de julio, empezaban a perder intensidad.
"Lo que estamos viviendo ahora no es una manifestación más sino toda una revolución. El pueblo de Israel sale a las calles en masa para pedir justicia social y un cambio radical en la política económica", afirma, en estado de éxtasis, Stav Shaffir mientras caminamos hacia la calle Kaplan de Tel Aviv.
Hace más de tres semanas, esta joven acompañó a Dafne Leaf en la primera tienda de campaña instalada en protesta por el elevado precio de la vivienda. Desde entonces, Israel se ha transformado. Y muchos dicen que quizás ya no será la misma.
Por primera vez, los asuntos sociales arrebatan el primer plano a la habitual temática política-seguridad-árabes-palestinos. La manifestación, una de las más numerosas en las últimas décadas, ha demostrado que es una protesta generalizada, quizás demasiado: ciudadanos 'indignados' por una vivienda cada vez más inaccesible y unos impuestos desorbitados, universitarios, profesores, médicos, taxistas, productores de leche, asociación de padres, sindicatos, asociación en defensa de los animales...
"He venido por tres razones. Primero, para decir a Bibi (Netanyahu) que aunque nos preocupan los ataques terroristas y las amenazas como Irán, debe recortar el presupuesto del Ministerio de Defensa que es excesivo y a expensas del Estado de bienestar. En segundo lugar, para advertir que si no hay un cambio radical, la clase media que sustenta este país se derrumbará. La carestía de la vida es insoportable. Por último, porque hay buenas actuaciones musicales", dice a ELMUNDO.es Haim Arieli en alusión a la presencia de los mejores cantantes del país como Shlomo Artzi y Rita. "Bibi, baja al pueblo", reza la pancarta de Anat, una joven llegada desde el norte de Israel.
Lo que empezó como una desesperada y anónima batalla por una causa perdida-la vivienda en Israel crece con la misma proporción con la que sube la temperatura- se ha convertido en la mayor revuelta social en la historia de Israel.
Decenas de ciudades como Tel Aviv, Jerusalén, Dimona, Ashkelón, Hadera, Kiriat Shmona o Eilat han proferido un grito: "El pueblo exige justicia social". Un grito de indignación y protesta, cubierto desde todos los ángulos por los medios de comunicación israelíes.
Precisamente el extraordinario despliegue mediático es visto por el entorno de Netanyahu como "un instrumento más de las protestas. Los medios no cubren las manifestaciones sino que las alientan con el objetivo de derribar el Gobierno elegido democráticamente".
Esta acusación ha sido rebatida esta noche por el líder estudiantil, Itzik Shmuli: "Nos han llamado izquierdistas, anarquistas, mimados de Tel Aviv... ¡Ya no saben qué decir! Esto no es una manifestación de la izquierda sino de todo un pueblo, derecha e izquierda, centro y periferia, que exige un cambio. Nunca antes se habían unido tantos sectores para cambiar el futuro. No pedimos cambiar la coalición de Gobierno sino la política económica".
A diferencia de las dos primeras grandes manifestaciones, se han visto manifestantes del sector religioso (que no ultraortodoxo) pidiendo justicia social. Uno de los oradores ha sido el rabino Beni Lau que criticó la política económica de los últimos Gobiernos afirmando: "Desde los inicios del judaísmo, el pueblo pide justicia social".
Los organizadores intentan no entrar en temas políticos que dividan y debiliten la lucha. Eso sí, la revuelta social enseña dos caras opuestas: los 'indignados' de izquierda opinan que parte de la culpa radica en las importantes inversiones estatales en las colonias de Cisjordania mientras los 'indignados' de derecha dicen que una de las soluciones es construir más al otro lado de la línea del 67.
Mientras 280.000 personas marchaban en Tel Aviv en un acto que combinaba idealismo, juventud, indignación y música, 30.000 protestaban ante la casa del primer ministro en Jerusalén. "Netanyahu tiene que despertarse y tomar ya decisiones. El pueblo quiere un cambio en el orden de preferencias", afirma Meirav Cohen al Canal 2.
"El Gobierno es sensible a las protestas que apuntan problemas reales como la carestía de la vida y la vivienda. Tomaremos medidas sin caer en un populismo que ponga en peligro nuestra economía que es muy sólida y con un paro de sólo el 5.7%", responde Carmel Shama, diputado del Likud.
Netanyahu nunca imaginó que su Gobierno viviría sus peores momentos debido precisamente a lo que más le gustaba presumir: la situación económica. Más de 300.000 israelíes le han enviado un mensaje rotundo en un verano tomado por los jóvenes y la clase media.
El Escándalo: Netanyahu estudia una respuesta a las demandas de los indignados israelíes - Sal Emergui
Aún con el estruendoso eco de los más de 300.000 manifestantes israelíes exigiendo anoche "justicia social" en unas protestas celebradas en todo el país, el primer ministro, Benjamin Netanyahu, ha afirmado que efectuarán "correcciones sociales con determinación pero también con responsabilidad. Estoy convencido que tendremos éxito como lo hicimos con la economía en el pasado".
Tras anunciar la composición de la mesa redonda que dialogará con los líderes de la mayor revuelta social en la historia de Israel, Netanyahu ha aclarado al inicio de la reunión semanal del Gobierno: "Soy sensible a la protesta. Nosotros escucharemos a todos. Hablaremos con todos. Dialogaremos de forma sincera y escucharemos las reivindicaciones y las propuestas de solución. A fin de cuentas, nosotros somos examinados por las soluciones prácticas que requieren una elección y equilibrio".
De ahí que añadiera un aviso respondiendo a las numerosas pancartas y exigencias exhibidas anoche en muchas ciudades del país. "No podremos satisfacer a todos. No podemos recibir todas las reivindicaciones y decir que todas tendrán una solución".
"De la misma forma que el Gobierno no ignora la impresionante exhibición de protesta ciudadana de anoche por un cambio social, tampoco se puede ignorar lo qué pasa en el mundo a nivel economico, desde Estados Unidos hasta países europeos como Italia o España. Hay que actuar con responsabilidad y racionalidad", opina el ministro de Economía, Yuval Steinitz, en alusión a la reducción de la calificación de la deuda norteamericana. Un hecho que ha provocado fuertes descensos (6%) de la Bolsa de Tel Aviv, sólida institución habituada a las subidas.
El prestigioso profesor Manuel Trachtenberg encabezará una comisión de expertos que dialogará con los indignados y trabajará con el gabinete político-social formada por 17 ministros. El objetivo es presentar las conclusiones a finales de septiembre. "He asumido una gran responsabilidad ya que las expectativas y la frustración entre los ciudadanos son enormes. Al mismo tiempo, veo una gran oportunidad, señor primer ministro, para realizar un gran cambio en la sociedad israelí", ha declarado Trachtenberg en la presentación de una mesa redonda que deberá ser muy sabia al estar bajo la lupa de un país que exige importantes reformas sociales.
Uno de los miembros de la comisión, el ministro de Medio Ambiente Guilad Erdan, ha insinuado que una de las soluciones será reducir los impuestos en los productos básicos como algunos alimentos o la ropa. Erdan, uno de los pocos ministros que ha visitado la colorida acampada de protesta en la avenida Rothschild de Tel Aviv, ha criticado a algunos miembros del Likud que consideran la protesta social como "una protesta hipócrita de la izquierda para derribar el Gobierno".
Quien realmente desea derribar el Gobierno-es su función- es el principal partido de la oposición, Kadima. La formación de Tzipi Livni ha definido la creación de la comisión de estudio de las exigencias sociales como "un engaño más de Netanyahu que ignora las exigencias sociales al ofrecerles lo mismo de siempre. Debe entender que se necesita un cambio radical pero sigue hermético a la voluntad popular".
La prensa israelí se vuelca hoy con las reacciones e impacto de la masiva manifestación en Tel Aviv, Jerusalén, Kiriat Shmona y otras ciudades en contra del elevado precio de la vivienda, los impuestos que machacan la clase media, la situación de los médicos, universitarios, etc. "Estuve en todas las grandes manifestaciones pero, señor primer ministro, nunca vi una como ésta en Tel Aviv. Es la mayor manifestación de falta de confianza (hacia el Gobierno y políticos) en la historia de Israel", escribe Sima Kadmon en el diario 'Yediot Ajaronot' elogiando "las energías positivas y el espíritu solidario" de la protesta.
"Presencié profundamente emocionado la manifestación de Tel Aviv que ha sido muy pacífica y moderada demostrando la madurez de los más de 300.000 manifestantes por una causa justa", añade el presidente, Simón Peres, en una muestra más que la lucha social iniciada por un grupúsculo de jóvenes de Tel Aviv está profundamente instalado en el consenso de todo Israel.
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2 Comments:
A mi también me gustan los reportes de Sal Emergui. En mi opinión, Emergui y Henrque Cymerman, corresponsal de La Vanguardia, son los mejores. De los corresponsales españoles en la región, también me gusta Tomás Alcoverro, tb de La Vanguardia, con más de cuatro décadas de experiencia a sus espaldas como corresponsal en Beirut.
José Antonio, antes de que acabara la temporada pasada me compré una camiseta del Barça de esas de entrenamiento, amarillo fosforito, y es la que me pongo en ocasiones para ir de hooligan a ver el fútbol,porque al menos no lleva el patrocinio de la Qatar Foundation :D. Ay si Joan Gamper levantara la cabeza... Saludos!
Bueno, la perfección no existe. Algún defecto habías de tener!
En cuanto a Sal Emergui, totalmente de acuerdo. Y es justo reconocerlo y proclamarlo. Creo, como Jaume, que Cymerman también es un buen corresponsal. En cuanto a Alcoverro, está como un cencerro [ripio], aunque se tire 300 años más en Beirut.
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