Wednesday, September 28, 2011

Creación y destrucción del Golem (De "El Golem. Leyendas judías del gueto")



Creación del Golem

Corría el año 1580.Un sacerdote llamado Tadeo, enemigo fanático de los judíos, se esforzaba, una vez más, en crear la desunión y la discordia donde reinaban paz y armonía culpando a aquéllos, supersticiosamente, de nuevos crímenes de sangre. El rabino Low tuvo a tiempo noticias de estas acusaciones y dirigió en sueños una pregunta "hacia las alturas" para saber con qué medios debía emprender la lucha contra tan perverso enemigo.

Recibió la siguiente respuesta ordenada alfabéticamente: "'Ata Bra Golem Dewuk Hachomer W'tigzar Zedim Chewel Torfe Yisrael' (Crearás un Golem de barro y exterminarás a la miserable chusma devoradora de hebreos)".

El rabino Low interpretó la amalgama de estas palabras en el sentido de que, con el alfabeto cifrado que le había revelado el cielo, podría crear con barro un cuerpo viviente.

Hizo llamar a su yerno Yizchak ben Simson y a su discípulo, el levita Jakob ben Chajim Sasson, y les confió el secreto que debían conocer para que, entre los tres, pudieran crear un Golem. "Exijo vuestra colaboración porque, para esta obra creadora, se requieren cuatro elementos: tú, Yizchak, eres el elemento fuego; tú, Jakob, el agua; yo mismo soy aire y, entre todos, crearemos el Golem con el cuarto elemento, la tierra".

Luego el rabino los aleccionó con todo lujo de detalles cómo primero debían santificarse y purificarse mediante una profunda y severa penitencia con el fin de estar preparados para la gran obra de crear un ser humano artificial.

El día previsto, los tres hombres, pasada la medianoche, se dirigieron a la mikwe (el baño ritual de inmersión), se sumergieron con especial devoción y regresaron después en silencio a casa donde entonaron el chazot, la lamentación de medianoche por Jerusalén, rezando los salmos correspondientes.

Finalmente, salieron de la ciudad y se dirigieron a la orilla del Moldava donde buscaron un barrizal iniciando acto seguido su trabajo. A la luz de antorchas y cantando salmos comenzaron a trabajar con febril premura. Modelaron con barro una figura humana de tres varas de largo con todos sus miembros. El Golem yacía ante ellos con el rostro vuelto hacia el cielo.

Luego, los tres varones se situaron a sus pies de modo que pudiesen contemplar de modo preciso el semblante de su hechura que yacía ante ellos como un cuerpo inerte sin ningún movimiento. Entonces el rabí Low ordenó a Yizchak que, comenzando por la derecha, diera siete vueltas alrededor del cuerpo de barro mientras confiaba a aquélla zirufim, la fusión de las palabras, que debía pronunciar mientras andaba.

Hecho esto, el cuerpo de barro se volvió de color rojo púrpura. El rabino Low ordenó seguidamente al levita Jakob que diera otras tantas vueltas alrededor de la figura, también empezando por la derecha, indicándole la zirufim correspondiente a su elemento. Cuando el levita hubo terminado su tarea, el rojo encendido se apagó y en el cuerpo de barro fue penetrando agua. En la cabeza de la figura empezó entonces a brotar el pelo y las uñas crecieron en los dedos de las manos y de los pies.

Finalmente, el rabino mismo dio las siete vueltas de rigor y depositó en la boca del cuerpo de barro un schem escrito sobre pergamino. Inclinándose hacia el este y oeste, sur y norte, los tres varones pronunciaron al unísono estas palabras: "y le insufló el aliento de la vida en su nariz y así el hombre se convirtió en un ser vivo".

De este modo, los tres elementos fuego, agua y aire - hicieron que el cuarto elemento, la tierra, adquiriese vida. El Golem abrió los ojos y, aparentando asombro, miró en derredor suyo. Y el rabino Low entonces le espetó: "!Ponte de pie sobre tus piernas!". Y el Golem se levantó.

Luego le vistieron con las ropas de un schammes (bedel de la sinagoga), con lo que su aspecto era el de un hombre corriente, si bien carecía de habla. Pero esto, más tarde, se revelaría como una ventaja.

Al romper el alba, los cuatro varones regresaron a casa. Mientras caminaban, el rabí Low le decía al Golem: "Debes saber que te hemos formado con un pedazo de tierra. Tu misión consistirá en proteger a los judíos contra las persecuciones, te llamarás Yosef y pasarás las noches en la oficina del rabino. Tú, Yosef, cumplirás mis órdenes dondequiera que te mande ir, ya sea al fuego o al agua, y también cuando te ordene que saltes desde el tejado o que vayas al fondo del mar".

Yosef inclinaba la cabeza dando a entender que había comprendido y hacía otros gestos afirmativos. Ya en su casa, el rabí Low relató a los suyos que se había topado con el mudo forastero en la calle, y como quiera que le inspirase lástima lo acogía como fámulo al servicio del rabino en el desempeño de sus funciones. Sin embargo, prohibió a su gente que se sirvieran del Golem para fines privados.


El Golem enfurecido

El rabino Low había establecido la costumbre de entregar al Golem los viernes una especie de programa de sus cometidos, pues el sabbat sólo estaba dispuesto a hablar con él en casos muy urgentes. Por regla general, el rabí Low le ordenaba que los sábados se limitara a prestar servicios de guardia y vigilancia.

En cierta ocasión, el rabí Low se olvidó de entregar al Golem su programa en la tarde del viernes quedando aquél desocupado.

Apenas había anochecido y la gente se disponía a recibir el sabbat, cuando el Golem fue recorriendo la judería corno un loco furioso con ánimo de destrozar cuanto se cruzara en su camino. El estar sin ocupación le volvía a la vez huraño y furioso. Al verlo, la gente huía y gritaba: "Yosef Golem se ha vuelto loco".

Hubo un gran pánico y la noticia de cuanto estaba ocurriendo no tardó en llegar a la Sinagoga Altneu donde el rabino Low estaba orando. El rabí salió de inmediato al exterior y, sin haber visto al Golem, gritó estas palabras cuyo eco se perdió en el aire: "!Detente, Yosef!".

Y entonces la gente comprobó cómo el Golem se detuvo de inmediato, petrificado corno una columna, en el lugar en que se encontraba serenándose al instante la violencia de su fiereza.

El rabino Low regresó a la aljama y ordenó que se volviera a cantar la oración sabática. Desde aquel viernes nunca más volvió a suceder que el rabí se olvidara de entregar al Golem su programa, pues sabía que habría sido capaz de destruir Praga entera de no haberle tranquilizado a tiempo.


Destrucción del Golem

Después de que hubiera transcurrido bastante tiempo sin que la comunidad hebrea fuera objeto de acusaciones malintencionadas, el rabino Low mandó llamar a su yerno Yizchak, el levita, y a su discípulo Jacob - que le habían ayudado en la creación del Golem - y les habló así: "El Golem ya no nos hace falta, pues ya no es de temer que nos acusen de ningún delito de sangre. Por lo tanto, lo haremos desaparecer".

Eso fue a comienzos del año 1593. El rabino Low ordenó al Golem que esa noche no durmiera en el despacho del rabí, sino que instalara su cama en el desván de la sinagoga Altneu y pasara la noche allí. Se procedió así en secreto, pues era la medianoche.

Al dar las dos de la madrugada, se presentaron en la casa del rabí Low su yerno y Jakob, el levita, y le preguntaron si un difunto como lo iba a ser el Golem se convertiría en podredumbre como los demás muertos. Esta pregunta era muy importante porque, de ser así, el rabino no podía participar, lícitamente, en la destrucción del Golem. El rabino respondió negando este extremo y los tres hombres subieron al desván donde dormía el Golem. Allí pusieron manos a la obra para destruir al Golem, procediendo de modo inverso a como lo habían hecho al crearlo. Si entonces se situaron a los pies de aquél frente a su cabeza, ahora se colocaron junto a ésta. También leyeron al revés las palabras del Libro del Génesis. Después de actuar de esta guisa, el Golem volvió a quedar convertido en un rígido terrón de barro como lo había sido antes de dotarle de vida. Luego el rabillo llamó al fámulo, se hizo con las velas que sostenía éste y le ordenó que desvistiera al Golem dejándolo sólo con la camisa puesta y que quemara las demás prendas en secreto. Por último, cubrieron al Golem inerte con viejos mantos litúrgicos y restos de libros que, según costumbre judía, se guardan en el desván de la aljama.

A la mañana siguiente, en las calles de la judería se corrió la voz de que Yosef Golem se había escapado por la noche de la ciudad. Sólo pocas personas conocían la verdad de lo sucedido.

El rabino Low ordenó que en todas las sinagogas y oratorio s se anunciara la severa prohibición de subir al desván de la Sinagoga Altneu. En adelante, los restos de libros y otros objetos de culto ya no podrían guardarse en aquel lugar.

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