Friday, September 16, 2011

La escuela israelí de pensamiento político “deuteronomísta” - Seth J. Frantzman



"A causa de la alianza estratégica entre Egipto, Jordania, Turquía y otros países, Israel, para sobrevivir, tendrá que proponer políticas y soluciones reales para el conflicto con los palestinos". Eso decía el principal editorial del Haaretz del 12 de septiembre. De acuerdo con este punto de vista, los que toman las decisiones en la Knesset son los responsables de todo lo que ocurre en el Oriente Medio.

Hamas dispara cohetes contra Israel y estos comentaristas escriben que eso sólo es una respuesta natural a la "ocupación" de Gaza por parte de Israel. El gobierno de Turquía ayuda a una ONG en la preparación de una gran flotilla con el objetivo de romper el bloqueo naval de Israel sobre la Franja de Gaza, y luego, cuando la flotilla se convierte en un fiasco, exige una disculpa israelí. De común acuerdo se crea una comisión internacional sobre el fiasco de la flotilla y cuando su informe se hace público, Turquía no se siente respaldada y expulsa al embajador de Israel.

Al igual que en la película “Atrapado en el tiempo”, donde el héroe vivía el mismo día (de la marmota) una y otra vez y trataba de perfeccionar sus opciones para conseguir a la mujer que amaba, solamente si Israel hace una y otra vez las elecciones correctas obtendrá el resultado perfecto. El problema con este punto de vista es que pretende que el cambio en la política turca hacia Israel no se debió a la agenda política del partido gobernante en Turquía, sino más bien a Israel. Así pues, no hubo una elección en Turquía de un partido político islamista de un carácter más bien hostil hacia Israel, y Recep Erdogan (su líder) y su compañero Ahmet Davetoglu (su ministro de Exteriores), no tienen una mente y unos objetivos propios: sus acciones están determinadas únicamente por Israel.

Roger Cohen, en el New York Times, escribe que "[Israel] encerrado en su mentalidad de asedio, dirigido por las riendas de Lieberman y sus secuaces - incapaces de comprender el cambio producido en el Oriente Medio impulsado por la demanda árabe de dignidad y libertad -, se mostró inflexible ampliando los asentamientos y haciendo caso omiso de la insistencia de los EEUU de que se disculpara, y el resultado es que Israel está perdiendo a uno de sus mejores amigos en el mundo musulmán, Turquía". El argumento es evidente: no estamos aquí antes los diversos intereses y objetivos de dos adultos, sólo está Israel, ese "adulto" que se equivoca, y los niños que lo rodean. Sólo Israel puede decidir su destino. Una especie de lado oscuro de los Protocolos de los Sabios de Sión, uno que apunta a la exclusiva influencia de los judíos en el desarrollo de la historia.

El libro del Deuteronomio atribuye todos los fracasos y las tragedias de Israel al sustrato rebelde y pecador de su gente, la cual a menudo se aleja de la adecuada trayectoria. Pero hoy en día nuestros "deuteronomistas" no son religiosos. Están representados por intelectuales laicos, periodistas, académicos y comentaristas de la televisión.

Según esta “escuela de pensamiento” israelí, Israel cometió un error al hacer la paz con el dictador egipcio Anwar Sadat. Debía haber tomado partido por el pueblo egipcio, ese que quería y quiere dignidad y libertad. Por supuesto, el pueblo egipcio odiaba a Sadat por firmar la paz con Israel, y de hecho algunos de ellos lo mataron por ello, pero eso, obviamente, no importa para su razonamiento. Es más, según la teoría de esta escuela, el pueblo egipcio comenzó a odiar a Israel porque Israel apoyaba a Hosni Mubarak, y el arrebato de ira contra Israel después de la caída de Mubarak no tiene nada que ver con el hecho de que el pueblo egipcio mantuviera simplemente, y desde hace bastante tiempo, una línea hostil con respecto a Israel. No, la hostilidad siempre es el resultado de las acciones de Israel. Ahora, por ejemplo, los disturbios ante la embajada de Israel tienen como origen los soldados egipcios muertos por error durante una represalia israelí tras el ataque terrorista cerca de Eilat (y en el que participaron egipcios). Pero, oh sorpresa, la invasión de la embajada también fue debida a que Israel no ha proporcionado soluciones a la cuestión palestina (y nuevamente más razonamiento solipsista).

Así podemos aprender del editorial del Haaretz mencionado anteriormente que "Israel ha puesto a prueba su alianza estratégica con Egipto" y que es "hora de que Israel apague el fuego". La idea sorprendente de que Israel es responsable de la destrucción de su propia embajada, ya que ha puesto a "prueba" a Egipto y debe, por lo tanto, "apagar el fuego", opinión que se deriva de una tenue, incluso me atrevo a decir racista, visión de Egipto. Egipto es una nación soberana, sus líderes son adultos, sus habitantes son adultos, sus alborotadores son adultos, y sus líderes y habitantes toman sus propias decisiones.

Israel no puede, mediante una varita mágica, cambiar la mentalidad de la gente o reparar ella sola sus alianzas. No puede apagar incendios ajenos si sus propios coches de bomberos no pueden ir hasta allí.

Estos “deuteronomistas modernos” deben reconocer que Israel no juega al fútbol consigo mismo, por lo que no puede controlar la pelota todo el tiempo. Reacciona, ataca, pide disculpas, apacigua, Israel hace lo que puede, pero sólo puede controlar como máximo el 50% de la relación.

Israel no puede obligar a la gente a que sean sus amigos, por lo que el hecho de que algunos no sean amigables no es una indicación de que ellos se sienten alienados a la fuerza.


Anexo:

Catherine Glick, en el JPost, esboza en su artículo “Lecciones del asalto a la embajada israelí” una sugerente reflexión:
El comportamiento de la multitud en Egipto y de la junta militar por igual, ha representado una llamada de atención para dos importantes grupos. Hasta la semana pasada, tanto la izquierda israelí como el establishment de la política exterior de EEUU creían que la situación en Egipto no era significativamente peor de lo que lo había sido bajo el depuesto presidente Hosni
Mubarak.

De hecho, la mayoría de los israelíes se despertaron de esta impresión al comprobar hace tres semanas como la frontera de Israel con Egipto ya no era frontera pacificada. Después de que la célula terrorista egipcio-palestino se infiltrara en Israel desde el Sinaí el pasado 18 de agosto y masacrara a ocho israelíes en la carretera a Eilat, la mayoría de los israelíes sintieron que las relaciones con Egipto se habían roto.

Sin embargo, hasta el pasado fin de semana, la izquierda de Israel insistía en que había una distinción entre la ausencia de ley en el Sinaí y la situación más ordenada en El Cairo. Argumentaban que todo lo que se necesitaba era calmar la situación en el Sinaí para dejar que la junta militar impusiera allí su autoridad como en el resto de Egipto. Por lo tanto, la izquierda sostiene que va en el interés de Israel modificar el tratado de paz y permitir que los militares egipcios remilitarizacen el Sinaí. Desde este fin de semana, y tras el asalto a la embajada, esos llamamientos se han convertido en los grandes ausentes del discurso público.

Después de que el ejército egipcio permitiera a la multitud hacerse cargo de la embajada, la fe residual de la izquierda en la moderación y el compromiso con la paz con Israel de la Junta Militar egipcia se ha evaporado rápidamente.

En cuanto a los estadounidenses, y a diferencia de Israel – el control de la política exterior norteamericana está en otro lado del espectro político, en los demócratas y liberales -, se apoyó a la multitud que en la plaza Tahrir pedía derrocar a Mubarak. Los estadounidenses elogiaron la desaparición de Mubarak como un triunfo de las fuerzas democráticas y liberales en el mundo árabe. Pero en las postrimerías del asalto a la embajada, diversas voces de todo el espectro político de los EEUU están pidiendo una reevaluación de las relaciones EEUU- Egipto.

Por su parte, la voluntad de Obama de intervenir en favor de los guardias de seguridad sitiados en la embajada, probablemente no estaba divorciada de su evaluación de las probables consecuencias políticas que podían producirse a partir de la masacre de los guardias de seguridad israelíes por la multitud egipcia. En tal caso, el público estadounidense inmediatamente podría equiparar el apoyo de Obama a esa "revolucionaria y democrática” multitud en contra del gobernante aliado de EEUU durante muchos años (Mubarak), con el anterior apoyo de su predecesor Jimmy Carter a la "revolucionaria y democrática” multitud iraní que derribó al Sha, también un constante aliado, en 1979. El hecho de que Obama reconozca la importancia política que tiene la evolución de las señales que nos llegan de Egipto, induce a pensar que él también podría estar dispuesto a reconsiderar una política diferente hacia Egipto en los próximos meses.

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