Tuesday, February 28, 2012

La Corte Suprema y la disputa sobre la derogada Ley Tal - Yehuda Shlezinger – Israel Hayom



El miércoles por la mañana, poco después de que la Corte Suprema de Justicia anulara la Ley Tal (que exime a los hombres ultraortodoxos del servicio militar obligatorio), varios periodistas y unas pocas cámaras de televisión se reunieron en un edificio de oficinas de Tel Aviv a la espera del anuncio de un nuevo proyecto de ley, redactado esta vez por los miembros del Israeli Forum for the Promotion of Equal Share of the Burden (Foro israelí para la promoción de un reparto equitativo de la carga), junto con un representante de los alumnos del duodécimo grado, grupos de protesta y otros activistas contrarios a la Ley Tal.

La escena era familiar: la lucha por la ubicación de las cámaras, la presentación de los oradores, los textos repetitivos y sobre todo el cinismo de los medios de comunicación que ha visto y oído todos estos clichés muchas veces antes. Después de un intercambio de palabras y de que el micrófono pasara de un portavoz a otro, el abogado Itai Ben-Horin, que fue el que elevó la causa a la Corte Suprema, pidió añadir una cosa más: "Quiero dirigirme a nuestros hermanos ultraortodoxos: no estamos en contra de ustedes, estamos con ustedes. No hemos renunciado a que se den por vencidos con nosotros".

La Ley Tal es quizás una de las leyes más polémicas y explosivas que el Estado de Israel haya elaborado jamás. No se aplica a un grupo marginal de extremistas delirantes, al estilo de los 300 extremistas de Beit Shemesh o a los que promueven la segregación de las aceras en Mea Shearim. Algunas personas describen esta ley como la raíz misma de la disputa entre la mayoría israelí secular y los ultraortodoxos y el factor determinante en las relaciones conflictivas entre los dos sectores: el desigual reparto de la carga de la defensa de Israel.

La disposición a estudiar la Torah como una profesión (en lugar de servir en el ejército) se inició con el propio establecimiento del Estado, cuando David Ben-Gurion permitió a 400 estudiantes de yeshiva permanecer en las yeshivas (las escuelas religiosas) en lugar de ser reclutados. La Ley Tal, en funcionamiento durante más de una década, es el resultado de una decisión de la Corte Suprema de 1998, que de manera similar a la decisión de esta semana, decidió que el ministro de Defensa no tenía autoridad para conceder una exención en el cumplimiento del servicio militar a los estudiantes de yeshiva.

Con el fin de resolver el problema, el ministro de Defensa, por aquel entonces Ehud Barak, creó el Comité Tal, encabezada por el ex juez de la Corte Suprema Tzvi Tal. En el año 2000, el comité presentó sus recomendaciones, las cuales estipulaban que todo estudiante de yeshiva al llegar a los 22 años de edad tendría un año para decidir si permanecía en la yeshiva o se unía a la fuerza de trabajo. En el caso de que un ultraortodoxo optara por unirse a la fuerza de trabajo, tendría que elegir entre un servicio militar corto (16 meses) y el deber de entrar en la reserva sobre la base de las necesidades del ejército, o alternativamente un año de servicio civil no retribuido con la opción de poder trabajar a la vez. El comité también recomendó la expansión de unidades del ejército específicamente diseñadas para dar cabida a los soldados ultraortodoxos – como la Nahal Haredi - y un seguimiento más detenido de sus participantes.

Las recomendaciones de la Comisión Tal fueron aprobadas como ley, pero varios años después - en el 2005 -, el Estado admitió que la ley no había logrado alcanzar su principal objetivo de alentar a los hombres ultraortodoxos a alistarse. Sólo un puñado de personas optó por el servicio militar. Aproximadamente un año más tarde, el tribunal dictaminó que la ley era ilegítima porque violaba la Ley Básica de Libertad y Dignidad Humana por el daño que se hacía comparativamente con aquellos que sí servían en el ejército. A pesar de todo esto, los jueces decidieron prorrogar la ley durante un año y medio con el fin de permitir su examen, y después se prorrogó por otros cinco años más con el fin de examinar las modificaciones que se habían realizado. Es decir, hasta esta semana, cuando el tribunal dictaminó que la Ley Tal no había podido cambiar el patrón de reclutamiento de los ultraortodoxos, y que era fundamentalmente inequitativa.

La drástica decisión de la Corte Suprema se basa principalmente en las estadísticas. En el fallo, que se extiende por 126 páginas, Beinisch se preguntaba: "¿Se puede decir que en el transcurso de estos nueve años el reclutamiento de 898 haredim (ultraortodoxos), 400 de los cuales finalmente se retiraron, y la participación de otros 1.122 jóvenes en un servicio civil corto, poco claro e indefinida, con la exención por otro lado de 61.877 jóvenes haredim que han recibido sucesivos aplazamientos, constituye la realización de los objetivos de la ley"?

Pero los expertos en el campo de interpretar las estadísticas opinan de manera diferente. "Todo el mundo habla del producto de diez años, pero se equivocan", sostiene Sar Shalom Jerbi, el Director General de la Administración Nacional del Servicio Civil. "La discusión en torno a la ley comenzó en 2002, pero no fue hasta 2008 que comenzó a ser implementada y creada la Administración Nacional del Servicio Civil. Esta administración sólo ha existido desde hace cuatro años, durante el cual se pusieron en marcha los mecanismos no sólo para incrementar la prestación del servicio militar y solicitar posibles empleadores, sino también para dar de alta a casi 2.000 hombres ultraortodoxos. Estamos en medio de un impulso significativo".

Uno de los argumentos más oídos durante esta semana es que realmente cada vez más ultraortodoxos quieren ser reclutados, pero el Estado no está haciendo lo suficiente para ubicarlos en el ejército, y, a veces, les impide alistarse. Así, por ejemplo, hace unos seis meses el gobierno tomó la decisión de rebajar la edad de la exención del servicio a 28 años (desde 30). Esto creó una situación en la que los haredim de treinta años optaron por esperar una exención y no pasar por el servicio civil, para así hacer frente a las dificultades en el hogar familiar. Los funcionarios de la administración del servicio civil dijeron que la decisión dañaba la tasa de reclutamiento.

Dentro de la comunidad ultraortodoxa muchos han deliberado sobre la manera de acercarse a este tema candente. Una cosa que estaba clara para todos es que el próximo 1 de agosto, el día en que expira la ley Tal, no habrá hombres ultraortodoxos que se agolpen masivamente en las oficinas de reclutamiento del ejército a la espera de ser contratados. Incluso el ministro de Asuntos Religiosos Yaakov Margi comentaba esta semana: "Si se habla de la igualdad en la distribución de la carga de la defensa, no hay ningún argumento que pueda convencer al público secular. Según mi visión del mundo religiosa", continuó diciendo, "el estudio de la Torah es una prioridad suprema. Creo que sin estudiantes de la Torah no hay existencia. No voy a disculparme o tratar de embellecerlo, pero en la realidad actual, y teniendo en cuenta el consenso general entre la población israelí, no voy a ser capaz de convencer a cualquier israelí secular de que el estudio de la Torah es muy importante. Yo no tengo ningún argumento convincente para refutar las afirmaciones de desigualdad - de cara a las cosas que se oyen -".

En una entrevista de radio en una emisora religiosa, Margi agregó que "los cambios deben realizarse. La Ley Tal no es un mandamiento entregado a Moisés en el Monte Sinaí. Las elecciones se acercan y las consignas y eslóganes están a la orden del día, y la decisión de la Corte Suprema es la culminación del mandato de la presidente del Tribunal, la cual debería haber sido inteligente y dejar la decisión [sobre la Ley Tal] a los políticos".

Margi conjeturó que este complejo dilema se había resuelto. "El Estado se ha comportado con prudencia durante 60 años y dejó la elección a los ultraortodoxos. Un compromiso se puede encontrar antes de primeros de agosto, y que sea aceptable para el público secular así como para los tribunales. Hay fórmulas que pueden complacer a todos".

Margi pasó a realizar una declaración provocativa a oídos ultraortodoxos: "Yo serví y realicé el servicio de reserva, y mi hijo está inscrito en una academia ultraortodoxa previa al ejército. Todo el mundo conoce las tendencias existentes dentro de la comunidad ultraortodoxa, y es precisamente cuando la gente tiene que ver esta evolución como algo positivo se la comienza a exaltar. Hay rabinos y sabios judíos que saben cómo obligar a sus seguidores a optar por A, B o C. En este caso, por X".

Pero no todo el mundo es tan conciliador como Margi. El fiscal Dov Halbertal, que trabajó como jefe de la oficina el rabino Israel Lau cuando fue el rabino jefe de Israel, y que ahora enseña la ley hebrea - y a menudo es solicitado para entrevistas gracias a su estrecha relación con el muy apreciado rabino Yosef Shalom Elyashiv -, insiste en que el problema no se resolverá.

De acuerdo con Halbertal, los políticos están mintiendo a la sociedad secular. "Hay una completa falta de comprensión acerca de lo que está en juego", nos dice. "El liderazgo político está engañando al público secular. Ellos están diciendo que los ultraortodoxos pueden darse de alta y eso no es cierto. O es una falta de comprensión o es una falta de conocimiento de la ideología ultraortodoxa. Ningún judío verdaderamente devoto se alistará en un ejército ni participará en ningún programa de servicio civil, y punto. Esta es la esencia de la Ultraortodoxia, cualquiera que piense de otra manera simplemente no entiende la Ultraortodoxia. Incluso si todos los magistrados y ministros de defensa trataran de lavarle la cabeza a un estudiante ultraortodoxo, no va a darse de alta. Esa es la verdad, y es por eso que todos los debates en torno a la Ley Tal no tienen sentido y son meras distracciones”.

De acuerdo con Halbertal, "todo el mundo está hablando sobre el hecho de que la Ley Tal proporciona una oportunidad y es una apertura para la integración. Esto es una tontería. Todo el mundo ultraortodoxo se basa en la ética de los estudios de yeshiva. La comunidad ultraortodoxa preferiría vivir en el exilio que alistarse masivamente. Me duele ver como mienten al público secular".

Halbertal agregó que la integración de los ultraortodoxos en el sector público en general era una fantasía. "Cualquier persona que viva fuera de la comunidad no puede tener una lectura precisa de la situación. Esos hombres ultraortodoxos que sí van a los colegios, que realizan el servicio civil y se dan de alta en la Nahal Haredi, son un grupo marginal, tanto en su número como en su carácter. No son los ideólogos, son los refugiados. El ejército y el liderazgo secular ayudan a rehabilitar a esos refugiados de la comunidad ultraortodoxa, y luego engañan al público diciéndole: '3.000 nuevos empleados, 10.000 nuevos estudiantes universitarios'. Estas cifras son insignificantes".

"El público laico resuelve el problema de la población marginal dentro de la comunidad ultraortodoxa. Cualquier que piensa de manera diferente se comporta estúpidamente. Ahora todos los hombres sabios se sentarán a diseñar una despreciable solución de compromiso y dirán que a partir de mañana la realidad va a cambiar. Todo esto sólo sirve para preservar la cobertura política de esos ultraortodoxos que sirven en las fuerzas armadas", continuó diciendo.

Halbertal no ve ninguna solución posible. "La situación tal como es hoy tendrá una duración de años, ningún cambio ideológico podrá tener lugar. En los próximos años no verán ningún cambio o inclusive la resistencia aumentará. Cuanto más grande se vuelva la habitación (para dar cabida a los ultraortodoxos), más fuerte será la resistencia. Yo entiendo la situación de la población secular, pero les están mintiendo y le digo que no hay una solución. El público laico, tiene que entender que hay un problema moral y existencial que no se puede resolver. Debemos aceptar el hecho de que hay dos ideologías separadas que no pueden conciliarse". [N.P.: Habertal, como mano derecha del rabino lituano Yosef Shalom Elyashiv, pertenece al sector inmovilista que teme y denuncia los cambios que están sucediendo dentro del mundo ultraortodoxo, de ahí su posición numantina y separatista, la única que les garantizaría que el mundo haredi no cambie. Su disposición a hablar de “refugiados” en referencia a los crecientes sectores ultraortodoxos que ya no aprueban el marco inmovilista actual, es un claro posicionamiento defensivo ante los cambios que, por supuesto, experimenta el sector ultraortodoxo].

La decisión de la Corte Suprema anulando la ley legislada por el Parlamento provocó un nuevo debate en la disputa milenaria entre los expertos jurídicos sobre el alcance de la autoridad del mencionado tribunal y la cuestión del activismo judicial. Incluso entre los jueces jubilados hay quienes consideran que el tribunal se excedió en su autoridad en este caso.

"El pronóstico es bueno, la Ley Tal debería haber sido anulada. Pero el método es equivocado ", dijo el juez retirado Harán Feinstein, profesor de criminología en la Universidad Bar Ilan. "Con el debido respeto, la Corte Suprema no tiene autoridad para hacer tal cosa. Imagínese si la Knesset fuera a legislar una ley que absolviera a [ex presidente Moshe] Katzav, y que tuviera que ser puesto en libertad [de prisión]. Eso sería una injerencia indebida en la decisión de un poder separado", nos comenta.

Feinstein afirmó además que "el trabajo de un juez es resolver una disputa. Él debe juzgar, no meterse en política". Agregó además que no estaba sorprendido por la decisión sobre la Ley Tal. "Aproximadamente hace un mes, asistí a una reunión de uno de los partidos políticos y allí me lo anunciaron [la anulación de la Ley Tal]. Sería el regalo de despedida de Beinisch (la presidenta de la Corte Suprema). Los jueces saben que está fuera de su jurisdicción, pero ¿cuántos de ellos están dispuestos a renunciar a su autoridad?". Feinstein criticó la afirmación de que la ley era inconstitucional. "¿Qué quiere decir inconstitucional? No tenemos ninguna constitución en Israel. Me parece extraño que estén utilizando esa expresión. Hay una Knesset, que es la fuente y la autoridad".

Por otro lado, el doctor Aviad Hacohen, el decano del Shaarei Mishpat College, afirma que se trata de una vieja percepción que no es habitual en los tribunales israelíes. "El papel del tribunal es la crítica de las leyes. La pregunta es cuándo, en qué casos y en donde está el límite", nos dice. "Decir que el tribunal no puede hacerlo no se corresponde con la realidad en un Estado democrático de cualquier parte del mundo. Mañana, a los judíos no se les permitirá ir al Kotel, o se verán obligados a usar sombreros, y no será posible determinar si es constitucional".

Hacohen se refiere a la situación después del nombramiento del juez Grunis en la presidencia de la Corte Suprema. Él tuvo una opinión minoritaria sobre la Ley Tal y apoyó la extensión de la ley. "Debemos recordar que este no es el fallo de un juez único. Seis jueces dieron la mayoría, y cada uno de ellos añadió una opinión", dice Hacohen. "Pensar que Grunis será designado el presidente de la Corte y que sus decisiones van a cambiar de un extremo a otro no es cierto. La pregunta interesante es lo que la Knesset va a hacer. Tendremos que esperar y ver".

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