Saturday, April 14, 2012

El último sobre G.Grass - Günter Grass, Israel y los nazis. Una polémica - Juan Gómez - El Global



(El Global ha tenido una actitud bastante singular con respecto al patético poema - la expresión más utilizada y que mejor lo define - de Gunther Grass. Primero lo publicó con gran alborozo, pompa y circunstancia, acompañado con una no menos ridícula exégesis sobre cómo debía comprenderse y celebrarse, para luego dar paso a una especie de marcha atrás o perfil bajo ante las críticas generalizadas que recibió, sin duda toda una sorpresa para el "periódico de referencia en castellano" ante su apuesta inicial muy favorable a Grass.

Posteriormente hubo artículos como el de Adolfo Ortega que dejaban en pelotas al Nobel y "humanista progresista" alemán, y a la vista de todos, y reacciones defensivas por parte de algunos columnistas del periódico que trataban de exculpar a Grass de las críticas más inapelables. Ahora le toca el torno al corresponsal del diario en Berlín, Juan Gómez, en su Berlin Blog, quien realiza un análisis muy interesante y con el que ponemos punto final, eso espero, a este revelador affaire sobre Israel, el nuevo antisemitismo europeo y occidental y su cada vez más inequívoca relación con la izquierda occidental)



Ya han corrido ríos de tinta sobre el poema de Günter Grass. Muy bien, de algo hay que escribir. Se han repetido una serie de falacias que vamos a comentar:

- Censura, tabú.
Es una falacia que criticar a Israel sea un tabú. No lo es en Alemania ni lo es en la asombrosa España, cuyos ciudadanos sólo han visto judíos por la tele y encarnados por algún actor inglés y gentil aunque narigudo, pero aún así compiten con los húngaros y los polacos por el liderazgo europeo en rancios prejuicios antisemitas. Los mismo que en España, cada controversia internacional relacionada con Israel encuentra enorme eco en Alemania, desde las incursiones militares en Gaza o Líbano hasta los asesinatos selectivos del Mossad, pasando por el sangriento abordaje a la flotilla así llamada "de la Libertad”, hace dos años.

Los medios alemanes son más o menos críticos, según. Proisraelí es la línea editorial de Springer, que saca el sensacionalista y (en casi todo los demás) populista diario Bild y su hermanito serio Die Welt. Mantiene entre sus principios fundacionales “la reconciliación entre judíos y alemanes, para la que es obligado apoyar el derecho a la vida del pueblo israelí”. Nótese la sutileza del atávico racismo alemán: “entre judíos y alemanes”. ¿No puede haber judíos alemanes? Los hubo.

Entre eso que se llama la gente de la calle, la opinión es variada. He visto verdaderos aquelarres antiisraelíes en Alemania, sobre todo con ocasión de las masivas protestas contra la Guerra de Irak hace unos diez años y contra la guerra en Líbano, hace seis. Recuerdo de entonces una entretenida trifulca de bar, cuando un amigo le arreó un bofetón a un desconocido que abogaba por “bombardear Israel para acabar con el problema”. Lo mejor fue que el abofeteado terminó llorando tras gritarle mi amigo: “no eres más que un fucking nazi, lo mismo que tus abuelos”. Como cuenta Nick Kulish hoy en el NYTimes, respecto a Israel se aprecia una dicotomía entre la población y las élites alemanas. Pero hay que reconocer que los medios alemanes sí critican a Israel e informan cumplidamente de sus desmanes, errores o chapuzas.
- Primer golpe, ataque preventivo.
El alemán diferencia entre “ataque preventivo” (Präventivschlag) y “primer golpe” (Erstschlag). Grass echa mano del concepto de “primer golpe” (Erstschlag), que define indefectiblemente el primer golpe nuclear del que tanto se hablaba durante la Guerra Fría. Sin duda significa eso en boca del octogenario Nobel, un buen escritor que labró su fama en la apoteosis de los bloques y los telones de acero, esa Arcadia añorada del intelectual mediático. Contra cualquier evidencia o indicio, el poema acusa a Israel de estar planteándose un primer golpe nuclear contra Irán, el golpe que exterminaría “al pueblo iraní”. Un holocausto atómico para suprimir a los persas de la faz de la tierra. Grass abre así la puerta a una falacia muy apreciada por los antisemitas, por los malvados y por los cretinos: que el Estado judío es igual a la Alemania nazi. En lo que nos ocupa, escribí que confiere actualidad al viejo sarcasmo atribuído al psiquiatra Zvi Rex: "Los alemanes nunca perdonarán Auschwitz a los judíos".
- Víctima = víctima = víctima, etc.
No todos somos víctimas. Pero Grass, un exitoso novelista probablemente multimillonario a quien le basta con chapucear unos versos libres para que medio mundo le festeje la ocurrencia, se presenta como una víctima de su “origen” anunciando su propio sacrificio: lo van a descalificar por "antisemitismo”. Como apunta Frank Schirrmacher en su atinado comentario de texto en el FAZ, el archilaureado, mimado, baboseado premio Nobel alemán, un tipo de esos que - parafraseando a Marsé - gustan de “sacarse a sí mismos en procesión”, se considera estigmatizado por su “origen”. No es su país, ni su propio pasado personal, ni la Historia, sino un estigma que perdura "imborrable". Bien es verdad que no le ha valido persecuciones ni cámaras de gas, pero sí (lamenta en su poema) lo ha obligado a callarse y a mentir: “Me prohibía atribuir ese hecho, como verdad evidente, al país de Israel”. Grass interpreta la culpa de los crímenes nazis como un estigma racial o genético que lo equipara moralmente (supongo que también al resto de los alemanes, pero a él, que rompe el silencio, un poquito más), con las verdaderas víctimas. Schirrmacher habla, con Nietzsche, de una "venganza imaginaria". Que le permite "hacer las paces con su propia biografía".
- Israel y la paz mundial.
Israel sola, dice Grass, pone en peligro la paz del mundo. Los ayatolás y el régimen clerical iraní son, en cambio, una simple panda de “bocazas”. Cuando niegan el Holocausto y cuando amenazan con liquidar a Israel. Cosas de fanfarrones.
- Unos apuntes finales:

Alemania organizó el asesinato sistemático de seis millones de judíos europeos en cámaras de gas. Cuando tenía 17 años, Grass se quiso alistar en el Arma Submarina del Ejército nazi, pero terminó en el brazo militar de la SS, la organización responsable del enorme esfuerzo logístico invertido en matar a tanta gente. Grass tardó seis décadas en admitir su militancia en la Waffen-SS. En Pelando la Cebolla, cuenta lo siguiente:
"No quedan marcas en la piel de la cebolla que expresen miedo u horror. Seguramente veía a la Waffen-SS como unidad de élite (...) La doble runa en el cuello del uniforme no me repugnaba

Lo más importante para aquel muchacho que se tenía por un hombre era el arma en la que serviría: si no podía ser en un submarino, de los que ya apenas se hablaba en los partes de guerra, entonces sería como artillero de tanque en una División que, como sabían ya en el Centro de Operaciones de Weißer Hirsch, iba a formarse con el nombre Jörg von Frundsberg

Tras la guerra quise callar con creciente vergüenza lo que había acatado con el estúpido orgullo de mis años jóvenes. Pero la carga se mantuvo y nadie podía aliviarla. Es cierto que mientras duró la instrucción como artillero de tanque que me embruteció durante el otoño y el invierno no supe nada de los crímenes de guerra salidos a la luz más tarde, pero esa ignorancia declarada no podía empañar el reconocimiento de haber sido pieza de un sistema que planeó, organizó y ejecutó el asesinato de millones de personas.
Dice también que él no disparó “un solo tiro”. Es bien plausible que, en el caos descomunal del estertor de la Segunda Guerra, cuando la SS campaba por la retaguardia colgando de los robles y de las farolas a desertores de la Wehrmacht y demás "sediciosos", algunos reclutas no disparasen un solo tiro.

Tras la polémica de su poema, Israel ha declarado a Grass persona non grata y le ha prohibido viajar al país. Una medida histérica y populista, según el ex-embajador israelí Avi Primor. Como consecuencia, Grass ha comparado a Israel - ese Estado que por sí solo “pone en peligro la paz mundial” - con el régimen de la extinta República Democrática Alemana. Dicen que se ha quedado más ancho que Silesia.

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