La imagen negativa de Israel no proviene de no ser lo suficientemente occidental, sino de ser demasiado occidental – Seth J. Frantzman - JPost

La oficina del portavoz del IDF creó un gran revuelo a principios de junio liberando una foto de dos soldados supuestamente homosexuales cogidos de la mano. La gran foto de la “operación gay” se convirtió en un fracaso cuando fue expuesta como un fraude. El mensaje que la hasbara (la diplomacia pública) quería emitir, "¿sabían que en el IDF se trata a todos sus soldados por igual?", se perdió entre los comentarios suscitados. El marco de la foto no pudo haber sido tan mal concebido, casi como la campaña publicitaria de 2007, que el gobierno ayudó a organizar, en la que ex soldados femeninas fueron utilizados como modelos para la revista Maxim. La CNN parafraseó la historia como "las soldados muestran la piel de la campaña de relaciones públicas".
Estas campañas tienen una vertiente histriónica, pero detrás de ellas hay una temática muy importante. Están diseñadas para mostrar lo liberales, y de mente abierta, que son en general los israelíes, y para dejar en evidencia a los sempiternos críticos de Israel, esos que no tienen en cuenta dicha realidad, además de ignorar cualquier imagen positiva de una nación que manifiesta su espíritu libre.
También se hacen grandes esfuerzos para mostrar a Occidente que Israel tiene una gran tradición de debates internos totalmente libres, y una intensa capacidad de autocrítica que se refleja en su propio cine, en su universidad y en sus medios de comunicación, todo ello presentado como señales evidentes de que se trata de un país vibrante.
El problema que tiene esta temática es suponer que Israel es odiado principalmente por los izquierdistas occidentales por no tener una mente lo suficientemente abierta. Pero vamos a analizar si esa idea maestra es realmente lógica.
¿Si todos los soldados del IDF portaran una pistola de color arco iris y los puestos de control estuvieran construidos en pan de jengibre, la imagen de Israel mejoraría entre sus hipercríticos? Evidentemente, no.
Existe, por ejemplo, algo tan mal concebido como una especie de Tribunal Russell sobre Palestina, un grupo internacional de "jueces" que ha acusado a Israel de constituir un apartheid que supera al de Sudáfrica, y que nos arroja luz sobre esta cuestión. Alice Walker, una autora afroamericana y uno de estos "jueces", se ha negado a que se publiquen sus libros en hebreo debido a su odio hacia Israel, por lo tanto, ¿por qué estamos tan seguros de poder cambiar su percepción del país debido a que en Israel se tolera a los gays? Quizás el error de enfoque estriba en creer que la imagen negativa de Israel se debe a que “no es lo suficientemente occidental”, cuando por el contrario el problema radica en que “es demasiado occidental”.
Llevemos también esta premisa a su validación lógica. ¿Acaso no mejoraría la imagen de Israel si toda la población se convirtiera al Islam?
La hasbara de Israel se muestra inhábil ante la situación actual porque asume erróneamente que el país se encuentra en el mismo campo de juego que Ramallah, Jartum o Tombuctú, pero no lo está. Cuando se observa lo que Samuel Huntington describió como la “línea tectónica" entre las civilizaciones, resulta evidente que no sólo delimitaba las diferencias culturales, sino también las diferencias existentes en los juicios de valor occidentales.
Lo que está del lado de la "línea occidental" debe mantenerse dentro de los estándares progresistas tan queridos por las izquierdas occidentales, imperando el juicio moral. Lo que cae del otro lado de esa línea se juzga de acuerdo con los patrones del modelo de “resistencia post-colonial”, en el que los juicios morales ya no son tan pertinentes.
Se puede probar esta realidad de una manera bastante simple si consideramos cómo se “traducen” ciertos valores en el extranjero. En marzo pasado, una joven marroquí de 16 años de edad, Amina Filali, se vio obligada a casarse con su violador a causa del artículo 475 del Código Penal de Marruecos. ¿Acaso un turista más o menos hippie o políticamente correcto, y que "ama a Marruecos" por ser una tierra auténtica, no viajaría hasta allí ese mismo año a causa de dicha violación y del posterior ultraje?
Países como Indonesia y Malasia son unos pozos negros dentro del fanatismo religioso y la intolerancia, pero usted no lo sabrá por la forma en que sus valores se traducen para nosotros. El hecho de que las amenazas de disturbios provocaran la cancelación en ambos países de las actuaciones de Lady Gaga y Erykah Badu, debido al parecer al material "ofensivo" existente en sus espectáculos, debería haber sido un símbolo para nosotros del oscuro fanatismo ahí reinante. Pero Gaga y Badu irán y vendrán, y la reputación de Indonesia y Malasia se mantendrá incólume.
Después de que Mona Eltahawy escribiera un ensayo en la revista Foreign Policy sobre los derechos de las mujeres árabes, atreviéndose a sugerir que las mujeres árabes sufrían a causa de la discriminación religiosa-cultural dirigida contra ellas, el lobby multicultural se mostró decididamente indignado por este atrevimiento.
Max Fischer en el Atlántic señaló que "los árabes han sufrido siglos de dominación autoritaria y brutal, y esto también desempeñó un gran papel [en la misoginia de su cultura]”. Una periodista y feminista occidental que pasó varios años en la región, donde tuvo que soportar algunos de esos infames acosos sexuales en las calles, me dijo que sentía que sus acosadores masculinos “podían haber estado actuando así en parte a causa de la miseria, la ira y su propia emasculación (culpa de los factores antes descritos)". Entiéndase pues que el acoso sexual dirigido contra las mujeres es provocado fundamentalmente por las dictaduras: “soportando a diario tormentos y humillaciones a lo largo de su vida... han podido provocar muy probablemente que un hombre árabe reafirme su masculinidad perdida ejercitándola contra las mujeres".
Todo muy comprensible si exceptuamos que los hombres bajo la dictadura soviética, o bien la población masculina tibetana que vive bajo la bota china en el Tíbet, no son precisamente conocidos por acosar a las mujeres en las calles.
Pero este no es el tema. El problema radica no tanto en que no se le aplique un sistema de valores capaz simplemente de condenar el acoso sexual como algo inexcusable, sino en que se utiliza un sistema de valores que primero se pregunta, "¿de qué raza o de dónde son estos acosadores, y cuál es su etnia y/o religión" y sólo entonces, y dependiendo de la respuesta, se decide si el delito es excusable o no.
Así pues, todo puede llegar a ser tolerado bajo esta forma de pensamiento: la violación, el crimen de honor (las mujeres que mantienen relaciones con personas que se juzgan inapropiadas por la familia), la esclavitud, la mutilación genital femenina, los asesinatos, genocidio, la limpieza étnica, el racismo, la discriminación, la pena de muerte, la ausencia de derechos para los homosexuales, la ausencia de libertad de expresión y de culto, etcétera.
Por el contrario, la actitud de Occidente hacia Israel parte de su comprensión de que está en su mismo lado, forma parte del “yo occidental” por así decirlo, mientras que la Palestina árabe está ubicada en el otro lado de esa “línea” o división moral.
Incluso los sectores de la sociedad israelí que podrían parecer estar ubicados en ese "otro lado", como por ejemplo los judíos ultra-ortodoxos de Mea Shearim, se subsumen dentro del “yo occidental".
Recuerdo a mujer croata no judía que trabajaba para la ONU y que utilizaba cualquier pretexto para criticar a la comunidad haredí (ultra-ortodoxa) cada vez que tenía una oportunidad. Sin embargo, solía viajar bastante a Gaza y disfrutaba de la "cultura" que allí se encontraba. Ella explicaba su odio hacia los haredim diciendo que "esperaba más de los judíos".
Frente a esta mentalidad es imposible actuar, y es no existe un terreno común entre la filosofía ilustrada que defiende la igualdad de derechos del hombre (y de la mujer), y esa otra visión del mundo en que las personas son juzgadas de manera diferente sobre la base de la cultura que dicen haber recibido.
Con respecto al conflicto de Israel, resultaría imposible una empatía similar en ausencia de una conversión en masa al Islam, para así unirse al "otro lado de la línea” y abandonar por lo tanto la “línea occidental”, al igual que sería completamente inapropiado promover que Palestina abandone su "yo oriental".
No importa cuánto se llegue a amar en Israel los derechos de los gays y los bikinis, nada va a cambiar, porque cuando miren a Israel verán a Occidente (el malvado colonialista). El moderno occidental parece depender de esa división entre “el yo y el otro" que se ve representada en una filosofía post-ilustración para la cual no existen derechos absolutos humanos, o normas absolutas de moral. Bajo esta concepción, y a pesar de que Israel apoye los derechos de los homosexuales y posea una potente cultura autocrítica, lo cual es lo correcto y lo moral, nunca ganará puntos ante ese Occidente progresista.
Labels: hasbara, SFrantzman
1 Comments:
Muy interesante tu analisis, pero no creo que sea del todo correcto.
Si seriamos o vendiéramos una imagen mas oriental, aun asi nos atacarian y nos difamarian.
La izquierda mundial es igual a los ejemplos que diste y que esta dispuesta a perdonar todo a los arabes y condenar por lo mismo a Israel.
Eso se ve a diario cuando se condena a EEUU o a cualquier otro pais por hechos similares a los que ocurren en Rusia, Cuba o cualquier pais a fin a su ideología.
Creo que la hasbara esta para llegar al resto de la población, contrarestando la absurda difamación.
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