Saturday, September 29, 2012

Adorno, Butler y la muerte de la ironía - Alex Joffe - Jewish Ideas Daily


La ironía no puede existir en el aislamiento, algo solamente es irónico cuando está en relación con un patrón más amplio de acontecimientos o comportamientos. Cada tres años, en el cumpleaños del filósofo judío alemán Theodore Adorno, el 11 de septiembre, la ciudad de Frankfurt concede su Premio Adorno para honrar los logros académicos en filosofía, música, cine y el teatro, todas áreas en las que Adorno trabajó. Este año, Frankfurt ha otorgado el premio a Judith Butler. Adorno es muy conocido por su afirmación de que "escribir poesía después de Auschwitz es una barbaridad". Darle el premio a Butler, una filósofa y feminista judía estadounidense defensora de un boicot a Israel, plantea la cuestión de si la ironía, como la poesía, aún existe.

Butler, una figura destacada dentro de los "Estudios Queer (Homosexuales, Transexuales)", es más conocida por ser una "académica comprometida". El Premio Adorno, supuestamente otorgado a figuras académicas, se ha entregado a una académica que ha borrado la línea entre el trabajo intelectual y la militancia política. Sus puntos de vista sobre Israel son bien conocidos. Ella apoya el movimiento Boicot, Desinversión y Sanciones a Israel. Ella ha descrito a Hezbollah y a Hamas como "movimientos sociales que son realmente progresistas" y que forman "parte de una izquierda global". Ella se niega a dar conferencias en Israel, prefiriendo las universidades de la Ribera Occidental.

Butler dice preconizar un judaísmo que "no esté asociado con la violencia del Estado". Ella se queja de que "precisamente, como judía, tiene la obligación de criticar la violencia estatal excesiva y el racismo de Estado,,, aunque le califiquen como judío de auto-odio o que participa del antisemitismo". Su último libro "Rutas dispares: el judaísmo y la crítica del sionismo" es una compleja declaración antisionista, explícitamente animada por el espíritu de Hannah Arendt y Edward Said, en una especie de teología secular judía diaspórica que apela al "despojo" de Palestina, una afrenta que solo puede ser rectificada por el "desmantelamiento de la estructura de la soberanía judía y su ventaja demográfica" - es decir , un estado binacional -.

Adorno es mucho más interesante que Butler. Nacido en una familia mixta alemana (su madre era católica, su padre un judío asimilado), era un prodigio musical que descubrió que la música, la filosofía y la estética están unidas y conforman algo único. Con un doctorado en filosofía, actuó y escribió extensamente sobre música y sobre su amistad, entre otros, con Max Horkheimer y Walter Benjamin. Adorno abandonó Alemania en 1934, primero yendo a Gran Bretaña y luego a los Estados Unidos.

Adorno se convirtió en uno de los fundadores de la Escuela de Frankfurt de teoría crítica, fundada en la idea de una comprensión de los escenarios históricos de las ideas y con el objetivo de dar forma a los cambios y a la emancipación. Él se mantuvo firme contra el dogmatismo teórico. Su famoso libro de 1944 con Horkheimer, "Dialéctica de la Ilustración", expresaba que "las explicaciones del mundo como todo o nada son mitologías", también exponía la teoría de la Ilustración como una enmascaramiento de valores dogmáticos y totalitarios. Ambos puntos de vista van en contra de la idea absolutista de Butler sobre la "buena nueva" que representaría la diáspora y el mal endémico de Israel.

Habiendo escapado del nazismo, Adorno fue también una persona completamente realista sobre el antisemitismo y los antisemitas. Recordaba como una mujer alemana, tras ver una dramatización del diario de Ana Frank, comentó: "A esta chica, por lo menos, se le debería haber permitido vivir". Quizás Butler, inconscientemente sin duda, aspira al papel de judío/a inusual que, todos (por ejemplo, sus amigos antisionistas no judíos) lo admitirían, merecería ser salvado/a.

La construcción del argumento antisionista y binacionalista por parte de Butler es otra iteración o manifestación de la impotencia judía. Por el contrario, Adorno y Horkheimer, en una carta de 1956 sobre este tema, fueron muy contundentes: "Estos estados árabes se han comportado durante años como ladrones al acecho de una oportunidad para caer sobre Israel y masacrar a los judíos que han encontrado refugio allí".

¿Por qué una ciudad alemana otorga su principal premio cultural, que lleva el nombre de un filósofo judío, a una oscurantista americana? Tal vez porque sea una oportunidad irresistible para utilizar a dos judíos con el fin de acusar a Israel. Como Colin Shindler señala en su reciente y muy importante libro, "Israel y la izquierda europea", los esfuerzos de Alemania para lidiar con el Holocausto siguen generando problemas. La frase atribuida al psicoanalista israelí Zvi Rex, "Los alemanes nunca perdonarán a los judíos (lo ocurrido en) Auschwitz", podría muy bien haber provenido de los labios de Adorno. Qué apropiado - e irónico - ha resultado que el propio Adorno haya sido coaptado a la causa de retratar a Israel como algo similar a la Alemania nazi.

Israel como representación del judío colectivo tiene una larga resonancia en Alemania. Como señala Shindler, los actuales boicots, protestas y violencias europeas anti-israelíes se remontan por lo menos a cuatro décadas. La izquierda europea, en sus múltiples manifestaciones, ha considerado al sionismo como "un mal único", como una "traición a la revolución o como la actual traición a un estado (mundial o universalista) de los trabajadores". Especialmente en el caso de Alemania, Europa heredó de la Unión Soviética el tropo de anatematizar a los sionistas como fascistas, y a esto se añadió, a partir de finales de 1960, una identificación absoluta con los palestinos y con el romanticismo inherente en la violencia de su programa. La servidumbre de Butler al progresismo y a la izquierda global (que se extiende, en su caso, al fascismo religioso de Hamas y Hezbolá) tiene un largo linaje.

Adorno, escribiendo a su amigo Herbert Marcuse, se mostró preocupado por el hecho de que pudieran haber alentado a que los estudiantes a convertirse en izquierdistas totalitarios. Él tenía más razón de lo que creía. A pesar de que la violencia de la izquierda, en última instancia, provocó una oleada de repulsión en Alemania, los hijos y nietos de 1968 dominan ahora el país. Sus pasiones se han atenuado, pero no han cambiado sustancialmente, excepto que ahora les resulta posible utilizar a figuras como Adorno en sus silenciosos y determinados esfuerzos de vilipendiar a Israel.

Maniqueos como ya sólo los verdaderos creyentes puede serlo, muestran lo que Shindler denomina el "síndrome de Mandela", una "polarización en su creencia del bien y el mal, de lo correcto y lo incorrecto", una "retirada o abandono de la complejidad en favor de la celebridad". La misma descripción se aplica a Butler, que halla su mayor popularidad o celebridad cuando se pronuncia sobre un asunto en particular, Israel, aunque en unos términos ​​adecuadamente enrevesados.

En un cierto punto, lo irónico se convierte en algo meramente predecible, ya es una parte del patrón y no algo que contrasta con él. Muchos europeos no pueden perdonar a los judíos la existencia de Auschwitz y el fin de la poesía, algo más imperdonable que lo que sus antepasados ​​podían perdonar a los judíos por la crucifixión de Jesús. Judíos como Adorno, que ya no pueden defenderse por estar muertos, de mala gana sería posible coaptarlos para la causa antisionista; Judíos como Butler, esclavos de unos valores que ellos creen que les eximen de todo, prestan  voluntariamente "su judaísmo a dicha causa". Las contradicciones aumentan, el desenlace se arrastra más cerca en el horizonte, y las luces siguen apagándose por toda Europa.

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