Saturday, September 22, 2012

¿Un museo judío anti-Israel? La Shana Tova del Museo Judío de Berlín - Petra Marquardt-Bigman - Warped Mirror



 El último sábado por la noche, el Museo Judío de Berlín organizó un "debate" sobre una cuestión que traducida del alemán sería como "¿El sionismo es parte del judaísmo?" o, quizás de una forma más sensata, “¿Forma parte el sionismo de la identidad judía o judaísmo?".

 La respuesta la proporcionó una huésped de honor del museo muy conocida: la académica estadounidense Judith Butler, que apenas unos días antes había recibido el Premio Adorno en Frankfurt en reconocimiento a sus trabajos sobre los géneros, la sexualidad, la teoría crítica y la filosofía moral, y que ha publicado recientemente un libro titulado “Caminos de despedida: judeidad y la crítica del sionismo". Butler es también una conocida partidaria del movimiento de boicot BDS dirigido contra Israel, con campañas de llamamientos al boicot, la desinversión y las sanciones con el fin último de deslegitimar al Estado judío y allanar el camino para la disolución de Israel en una “Isratina bi-nacional”.

Como he señalado anteriormente, el apoyo de Butler al movimiento BDS supone en la práctica que sus declaraciones políticas se pueden encontrar en sitios web frecuentemente criticados por su contenido antisemita, y que mientras ella se negaría a dar una conferencia en la Universidad de Tel Aviv sería perfectamente feliz de poder visitar la Universidad Birzeit, que tiene una reputación bien ganada de fomentar el extremismo y glorificar el terrorismo. De hecho, entre los agradecimientos en su libro reciente, Butler menciona a la Universidad de Birzeit como uno de los lugares donde "ella ha aprendido más de los estudiantes y de la facultad". Esperamos que entre esos estudiantes no se incluyan esos que asistieron a un evento festivo en el campus universitario para honrar a los terroristas liberados el año pasado a cambio de Gilad Shalit.

Mientras Butler ayuda a las campañas de BDS, que por sus iniciales realmente debería significar “Brutal doble sesgo", no hay duda de que los "antisionistas" del mundo apreciarán su estatus de celebridad académica como "reina madre” en activo de los Estudios Queer (homosexuales y transexuales) - lo cual fue reforzado por el Premio Adorno – como un gran activo.

Tampoco hay duda de que el Museo Judío de Berlín era plenamente consciente de las problemáticas implicaciones políticas de la visita de Butler. Sin embargo, los organizadores del evento prefirieron al parecer excluir del "debate" aquellas cuestiones para las que Butler, obviamente, no tiene buenas respuestas.

De acuerdo con un informe en el Jerusalem Post - que señaló directamente que este parece haber sido "el primer acto anti-Israel celebrado en este museo judío desde su apertura en 2001" –, los organizadores permitieron solamente "preguntas por escrito del público" y declararon explícitamente que las preguntas sobre los puntos de vista - ampliamente criticados - de Butler sobre Hamas y Hezbolá, serían ignoradas.
(En un acto contra la guerra en el 2006 señaló el carácter extremadamente importante de "comprender a Hamas / Hezbollah como movimientos sociales que son progresistas, que están a la izquierda y que forman parte de una izquierda global").

Pero a juzgar por los informes de los medios sobre el acto, el público había venido expresamente a animar a Butler, y así lo expresaba un diario alemán de esta manera: "La audiencia estuvo dominada por los típicos groupies de Butler, personas con una educación académica (universitarios) entre 20 y 30 años".

El contrincante de Butler en el debate, el liberal y profesor judío alemán Micha Brumlik, parece que no halló demasiada simpatía en esta audiencia, y sus intentos de argumentar que el entusiasmo supuestamente profesado por Butler por un sionismo exclusivamente "cultural" no se basaba "ni en la tradición judía ni era realista", no pareció causar mucha impresión ante la respuesta de Butler de que "alguien tenía que defender los ideales utópicos". De hecho, varios informes en lengua alemana citan declaraciones pertinentes de Butler, y el Berliner Zeitung concluye subrayando una de sus citas: “una cualidad utópica, después de todo, era una característica esencial de la filosofía”.

Si "traducimos" lo que Butler está diciendo, (se señala que su nuevo libro incluye reflexiones sobre "Ética, Política y la tarea de traducción"), resulta que ella simplemente quiere tener su parte del pastel y comérselo.

Por un lado, se supone que debemos apreciar que se trata de la actividad principal de un filósofo "el fomentar y defender nobles ideales utópicos que están por encima de las críticas mundanas que cuestionan su realismo", y por otra parte, Butler claramente desea que sus opiniones políticas sean tomadas en serio, y para ello se dota del "prestigio del filósofo para una de las causas más controvertidas de nuestro tiempo".

La conclusión del argumento de Butler es que la solución más ética para el conflicto árabe con Israel es que los "judíos necesitan darse cuenta de que los árabes y los musulmanes estaban en lo cierto cuando insistieron en que Israel no tenía derecho a existir como Estado judío". Butler es obviamente consciente de que con este punto de vista tiene mucha compañía y bastante muy mala, por eso ha de "hacer hincapié en su oposición a todas las formas de racismo, incluido el antisemitismo".

En la controversia sobre su nominación para el Premio Adorno, también se esforzó por venderse a sí misma como una valiente luchadora contra ese popular argumento o espantapájaros que dice que "cualquier persona que se atreva a criticar las políticas de Israel se arriesga a ser denunciado como antisemita".

Pero el "debate" organizado por el Museo Judío de Berlín ilustró una vez más la existencia de un clima en el que se considera legítimo afirmar que "sería ético poder acabar con el Estado judío", dejando en evidencia que antisemitismo nunca anda muy lejos.

Al informar sobre este acto para el Allgemeine Jüdische, Fabian Wolff toma nota de que el moderador del debate, Andreas Öhler, se limitó mayormente a contar algunas historias acerca de sus amigos judíos e israelíes. En un momento dado, Öhler mencionó "el asombro que le supuso darse cuenta de que, a pesar de las políticas de Israel, había también muchos israelíes agradables interesados en la cultura y la música...".

¿Les suena a alguna expresión familiar sobre la tenencia (y con ello la exculpación)  de “algunos amigos judíos”? En definitiva, si bien es posible creer que Öhler no era consciente de ello, ciertamente "se podría esperar que el personal del Museo Judío de Berlín se diera cuenta de que esta observación, sin lugar a dudas, evocaba esas populares historias acerca de oficiales nazis o de las SS amantes de la música clásica, y que luego han pasado a formar parte de películas como 'La lista de Schindler' y 'El pianista'". Sin estos antecedentes, es difícil explicarse por qué Öhler se había sentido "tan asombrado al descubrir que hay muchos israelíes realmente agradables que son amantes de la cultura y de la música".

Cabe señalar en este contexto que los estudios muestran que cerca de un "40% de los alemanes critican a Israel de una manera considerada antisemita”. El informe de la Comisión sobre el Antisemitismo considera que las críticas anti-israelíes cruzan la línea del antisemitismo cuando, por ejemplo, comparan el "tratamiento israelí de los palestinos con el exterminio nazi" de los judíos en los campos de exterminio. Entre otros resultados citados en ese informe: “más del 41% de los alemanes creen que Israel está llevando a cabo una guerra de exterminio contra los palestinos".

En vista de estos hallazgos, es aún más desalentador que un moderador del estilo de Öhler abriera este “debate” declarando que nadie debía estar asustado - lo que significa muy probablemente, no tener miedo dar su opinión ante posibles acusaciones de antisemitismo -, y ello en un "debate" destinado a establecer que la "existencia de Israel como Estado judío viola las normas éticas fundamentales".

Pero en un país donde el 40% de la población cree que, cuando se trata de los palestinos, los judíos de Israel son los nazis de nuestro tiempo, en realidad hay un montón de razones para temer que un organismo como el Museo Judío pueda dar el mensaje de que es "completamente correcto, e intelectual y éticamente noble, criticar a Israel por su maldad de querer existir como un Estado judío".

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