Saturday, October 27, 2012

El padre del sionismo sefardí: Rabí Yehuda Alkalai - Michael Freund



El sionismo moderno es en gran medida una creación ashkenazi, o así es al menos lo que piensa la creencia popular.

Después de todo, la Organización Sionista Mundial fue fundada en Europa en 1897 y estuvo dominada por judíos ashkenazies, los cuales también conformaban la mayor parte de los pioneros que construyeron la tierra y finamente propiciaron el establecimiento del Estado.

Así que no debería ser una sorpresa leer las historias sobre la emergencia del movimiento sionista en el siglo XX sin encontrar la palabra "sefardí" más que de pasada. Pero ignorar la contribución de los judíos sefardíes en el retorno a Sión es una grave injusticia, no sólo para nuestros hermanos orientales, sino para la historia judía en sí.

A pesar de ha pasado en gran medida desapercibido y no ha sido reconocido, el papel sefardí en la preservación de los anhelos sionistas durante los largos siglos del exilio judío ha sido indispensable, y data, por ejemplo, del rabino y poeta español del siglo XII Yehuda Halevi, cuyo poema "Mi corazón está en el Oriente" aún resuena en la actualidad.

De hecho, este mes se celebra el aniversario del fallecimiento en octubre de 1878 (4 de Tishrei en el calendario hebreo) del rabino Yehuda Alkalai, un judío sefardí de Serbia, y esa conmemoración nos presenta una oportunidad para corregir esa falta de reconocimiento y restaurar y devolver el impulso sefardí en la renovación sionista a su legítimo lugar.

Aunque su nombre puede que no sea demasiado familiar para la mayoría de los israelíes, su legado intelectual sentó las bases para el renacimiento moderno de Israel. Aunque nació en Sarajevo en 1798, los años de formación de Alkalai los pasó en Jerusalén, donde se adentró en los antiguos textos judíos impregnándose de misticismo judío.

A la temprana edad de 27 años, se le ofreció el puesto de rabino en la ciudad de Zemun, que hoy forma parte de la capital serbia de Belgrado. En esa época, sin embargo, caía dentro de los límites del Imperio Austro-Húngaro y estaba situada a horcajadas de la frontera con la Serbia ocupada por los turcos.

El nacionalismo estaba en auge en los Balcanes, y los serbios y otros pueblos balcánicos trataban de liberarse del pesado yugo del control otomano. Este movimiento tuvo un efecto notable en el rabino Alkalai, cuyos vecinos serbios anhelaban la liberación y se mostraban cada vez más agitados en busca de la independencia. Como el profesor Arthur Hertzberg señala en “La idea sionista: un análisis histórico y una lectura", las ideas de "libertad nacional y de restauración accedieron fácilmente a la mente de Alkalai gracias a la atmósfera de su tiempo y del lugar".

Pasada una década, en 1834, publicó un folleto titulado Shema Yisrael (Escucha Israel) que proponía algo que en ese momento podía ser considerado como una acción radical: crear colonias judías en la Tierra de Israel como un preludio a su redención. En otras palabras, el rabino Alkalai defendía pasar a la acción: los judíos debían tomar las medidas necesarias para conseguir la emancipación nacional judía.

Este concepto iba en contra de la sabiduría convencional, que principalmente creía que los judíos debían esperar pasivamente a una liberación mesiánica. Sin embargo, el rabino Alkalai desarrolló su idea mucho más lejos, escribiendo más libros y folletos y viajando por toda Europa para difundir su mensaje.

En su obra de 1845, Minḥat Yehudah, el rabino Alkalai escribía: "En la primera conquista, bajo Josué, el Todopoderoso llevó a los hijos de Israel a la tierra que les había preparado: sus casas estaban entonces llenas de cosas útiles, sus pozos daban agua constantemente, y sus viñedos, frutales y olivares estaban cargados de frutos. Sin embargo, esta nueva voluntad de redención - por desgracia, a causa de nuestros pecados – deberá ser diferente. Nuestra tierra ahora será un lugar desolado y residual, y tendremos que construir casas, pozos y plantar vides, árboles frutales y encinas". “La redención", escribió, "deberá venir lentamente. La tierra debe, poco a poco, ser edificada y preparada".

Para lograr esto, el rabino Alkalai ofreció unas novedosas y muy clarividentes sugerencias, que incluían el lanzamiento de un fondo nacional para la compra de tierras en Israel, la convocatoria de una "Gran Asamblea" para supervisar los asuntos nacionales judíos y que se redoblaran los esfuerzos para revivir el hebreo como lengua hablada. En unos momentos en que muchos judíos estaban empezando a desesperarse después de siglos de persecución, el rabino Alkalai ofrecía una esperanza concreta.

Más importante aún, poniendo de relieve las medidas prácticas que los judíos podrían adoptar, invistió de poder al pueblo judío de todo el mundo judío a la hora de participar en un acto nacional de la autoredención que engendraría la misericordia divina. En 1874, a la edad de 76 años, el rabino Alkalai y su esposa hicieron aliyá y se establecieron de nuevo en Jerusalén para cumplir su sueño de toda la vida. Murió cuatro años después.

Haciendo un análisis de sus ideas, fácilmente se podría dar por sentado que muchas de ellas se han convertido en parte integrante de nuestra realidad moderna. Pero eso sólo subrayaría los profundos logros del rabino Alkalai, puesto que simplemente estamos disfrutando de los frutos de su trabajo.

Como cuestión de hecho, el grado de influencia de este sabio sefardí pudo haber sido mayor de lo que nunca sabremos. En uno de esos giros curiosos del destino que incluso el novelista más ingenioso no podría prever o inventar, uno de los más fieles feligreses del rabino Alkalai y uno de sus discípulos más fervientes fue un hombre llamado Simón Loeb Herzl, cuyo nieto Theodor cambiaría un poco más tarde el curso de la sionista y la historia judía.

¿Es posible que Simon Loeb llevara hasta su hogar desde la sinagoga las ideas que alentaban los sermones del rabino Alkalai sobre la necesidad de que los judíos se volvieran hacia Sión, y compartiera luego esta pasión con su descendencia? ¿Es posible que las ideas que habría leído en los escritos de su rabino las transmitiera de una forma u otra a su famosa progenie? La respuesta a esta pregunta, como a muchas otras, se ha perdido en la historia.

Pero el impacto de Rabí Yehuda Alkalai y la de otros judíos sefardíes no puede ni debe sufrir un destino similar. Ellos jugaron un papel clave en el desarrollo del ideal sionista, y les debemos a ellos preservar su memoria y el patrimonio que legaron para nosotros. Porque aun después de más de un siglo, las palabras de Rabí Alkalai tienen el poder de guiarnos e inspirarnos en nuestra misión nacional:

"Nosotros, como pueblo, somos propiamente llamados Israel", escribió una vez, "solamente en la Tierra de Israel... Aunque esta aventura comenzará modestamente, su futuro será muy grande".

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