Sunday, October 14, 2012

¿Es esto lo que llamamos una "diáspora floreciente"? - Dina Porat - Haaretz



"La vida de la diáspora judía nunca ha sido tan libre, tan próspera y tan menos amenazada", a pesar de las divisiones y disputas. Esta declaración sorprendente y alentadora abrió un artículo de David Landau que formó parte de una serie de artículos publicados en The Economist.

El artículo trata principalmente acerca de los judíos estadounidenses y sus buenas relaciones tanto con la sociedad que los rodea y con Israel, y estamos de acuerdo en que las comunidades judías allí disfrutan de un sentido de pertenencia total. El artículo también menciona, pero sin el debido énfasis, graves problemas como los matrimonios exogámicos (que solían ser llamados matrimonios mixtos), que comprenden a más de la mitad de las parejas casadas. Sólo algunos de los conyugues que no son judíos adoptan las costumbres y tradiciones judías o se unen a la comunidad judía.

Un problema no menos grave es el envejecimiento del actual liderazgo. Este liderazgo llevó a los judíos de EEUU hasta lo más alto, y nos quedamos con la pregunta de qué tipo de liderazgo lo reemplazará cuando llegue el momento, y cuál será su actitud hacia la tradición judía e Israel. La actitud hacia los judíos en algunos campus universitarios (donde precisamente el liderazgo se desarrolla), y en particular hacia los judíos que apoyan a Israel, está en constante deterioro, y es un elemento disuasorio para la identificación y la pertenencia. Por todas estas razones, el número de judíos en los Estados Unidos que se identifican con su comunidad está disminuyendo constantemente.

Pero no es sólo allí donde los números están disminuyendo. Landau escribe que el número de judíos en todo el mundo aumentó en 900.000 en los 40 años que van de 1970-2010. Sólo 900.000 en 40 años. Eso significa que cada año, de promedio, el pueblo judío aumentó en alrededor de 22.000 personas. ¿Puede una cifra tan minúscula tildarse de floreciente?

En 1970, había alrededor de 2,6 millones de judíos en Israel. Hoy en día, el número se acerca a los 6 millones, un aumento de 3,5 millones de personas (es necesario añadir cerca de 300.000 inmigrantes rusos, a los que el Rabinato no reconoce plenamente su judeidad). Así, si solamente 900.000 judíos se incrementaron en todo el mundo (incluido Israel) en esos 40 años, eso significa que durante esos años más de 2,5 millones de judíos fueron restados de la cantidad total de judíos en la diáspora.

Hoy en día, la mayoría de los judíos que viven fuera de Israel lo hacen en países occidentales, donde la tasa de natalidad es muy baja (con la excepción de las comunidades ultra-ortodoxos), y las comunidades secualares están fuertemente influenciadas por su entorno. La tasa de matrimonio exogámico (según las estadísticas del Jewish People Policy Planning Institute, encabezado por Avinoam Bar-Yosef) es del aproximadamente 80% en la mayoría de los países de la antigua Unión Soviética, del 60 al 70% en Europa Central, y 40 a 50% en otros países (con la excepción de México).

Las cambiantes circunstancias políticas también están obligando a algunos judíos a abandonar sus comunidades: los judíos se van debido a la presión de la comunidad palestina en Chile, y están dejando Venezuela, ya sea para los Estados Unidos (principalmente Miami) o España, por temor al presidente venezolano Hugo Chávez. La mitad de la comunidad judía ya ha dejado Sudáfrica, principalmente hacia Inglaterra, debido al aumento de la delincuencia, pero a pesar de eso, el número de judíos en Inglaterra se ha reducido en 100.000 desde 1970. Los judíos también están dejando la Europa del Este en busca de economías más fuertes. Sólo en Alemania, Canadá y Australia las comunidades judías han crecido en los últimos 40 años.

Trasladarse de un lugar a otro no cambia el número total, pero sí da fe de la angustia que se refleja en esa migración.

Y aquí llegamos a la declaración de que "la vida judía nunca ha sido tan libre, tan próspera y tan menos amenazada": la crisis económica que estalló en 2008 socavó la seguridad financiera de algunas comunidades, y también afectó a la filantropía judía, sin la cual no hay vida en común y/o organización comunitaria. Los que saben dicen que en el último año se ha producido una recuperación en esta área, y también hay que señalar que el funcionamiento interno de las comunidades y organizaciones judías, con el apoyo de los judíos más ricos que invierten dinero, tiempo y esfuerzo en sus necesidades con gran generosidad y como algo natural, es un fenómeno sin paralelo. Sin embargo, es evidente que en tiempos de crisis económica, la dependencia del capital privado para satisfacer las necesidades de la comunidad implica riesgos, como ya se ha demostrado.

Y todavía tenemos que mencionar el antisemitismo, que hoy va de la mano con el sentimiento anti-Israel (ya hay una nueva expresión: Israelofobia). Aunque las cifras de 2012 aún no se han cerrado y analizado, la impresión general es preocupante, sobre todo en la Europa Central y Occidental. La lista de incidentes en las últimas semanas incluye ataques contra un rabino y un líder comunal en Alemania, un cóctel molotov arrojado contra una tienda kosher en París, un antiguo cementerio profanado en Bélgica, artefactos explosivos detonados en un edificio comunitario en Malmö, Suecia, y más.

Las cuestiones de la circuncisión y el sacrificio animal kosher han despertado emociones dormidas trayéndolas a la superficie, y los admiradores de Mohamed Merah, que mató a cuatro personas en una escuela judía en Toulouse, han provocado un aumento de la violencia. Judíos de varios países que vivían desde hace mucho tiempo en barrios que ahora son problemáticos (a causa de los problemas derivados de la presencia de la inmigración musulmana) están abandonándolos. La norma hoy allí es no salir a la calle con una kipá y tratar de no hacerse reconocer como judío.

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