Wednesday, February 20, 2013

¿Pertenece Slavoj Zizek a la izquierda-fascista? - Alan Johnson - Telegraph



¿Es este ídolo de la izquierda liberal una especie de fascista?
"Los liberales siempre dicen acerca de los totalitarios que siempre afirman que les gusta la humanidad, como tal, pero que no tienen ninguna empatía por las personas concretas: ¿no es así? OK, eso me encaja perfectamente. ¿Humanidad? Sí, está bien, algunas grandes conversaciones, algunos grandes artes. ¿Personas concretas? No, el 99% son idiotas aburridos" (Slavoj Žižek)
El estudio de Zeev Sternhell, un intelectual israelí de izquierdas, sobre el fascismo francés de entreguerras - o más bien lo que debería haber sido – planteó un cambio de paradigma, porque demostraba que el fascismo no fue "ni de izquierdas ni de derechas". Más bien, los extremos aparentemente opuestos estaban unidos en su odio a lo que ellos llamaban "el desorden establecido por el materialismo, la democracia parlamentaria y la sociedad burguesa”, así como en su  “disgusto ante los tibios” y su fascinación con "la idea de poner violentamente de relieve la mediocridad". Estas ideas, o más precisamente, estos prejuicios, ganaron influencia y crearon un clima intelectual que fue capaz de erosionar "la legitimidad moral de toda una civilización", y promover una incipiente ideología de rebelión basada en el espíritu y en la voluntad.

Mientras el "intelectual cuasi estrella de rock" Slavoj Žižek, un hombre festejado en los campus todo el mundo, está ubicado ostensiblemente en la extrema izquierda del espectro político, gran parte de su sensibilidad - su estructura del sentimiento y su respuesta ante mundo que le rodea – se asemeja a nada tanto como a una reminiscencia del fascismo europeo de entreguerras.

En Francia, los fascistas utilizaron la expresión "desorden establecido" para resumir su odio hacia el materialismo, el liberalismo y la democracia de los que ansiaban liberarse a través de una "revolución nacional" del espíritu. En términos inquietantemente similares Žižek escribe sobre nuestra sociedad como de "un universo artificial aislado", donde todo es "café sin cafeína", un "escenario falsificado, utilitario, desespiritualizado", un "espectáculo espectral" en la que la vida simplemente se "arrastra como su propia sombra".

Al igual que el filósofo fascista italiano Gentile, que fulminaba a una sociedad definida por "el régimen del dinero, con una nivelación esencialista y materialista, y un régimen cosmopolita", Žižek ataca a todo el "espacio de la modernidad europea" como nada más que un "universo miserable, utilitario y egoísta, basado en el cálculo del mercado".

Y así como el revolucionario alemán conservador de entreguerras Ernst Jünger "odiaba a la democracia como a la peste", Žižek la condena como una forma de "corrupción" en su esencia que no puede proporcionar un "lugar para la virtud".

Žižek cree que la civilización liberal occidental es una pesadilla de la que sólo una violenta "revolución" nos puede despertar. Una "violencia extrema" deberá "pelar las capas engañosas de esta realidad", porque sólo estaremos verdaderamente vivos, sólo nos constituiremos como sujetos plenamente humanos cuando "nos comprometemos con una intensidad excesiva que nos sitúa más allá de una vida simple". ¿No era Ernst Jünger quién creía que "el ideal de la libertad individual solo tendrá sentido en un espíritu que contemple la felicidad de una rigurosa disciplina y una voluntad de servicio para las grandes hazañas"? ¿No fue el nacional socialista Edouard Berth, el autor de "Satélites de la ploutocratie (Satélites de la plutocracia)", quien en 1912 afirmó que solamente la violencia podría detener una cultura “que se está convirtiendo en universalmente burguesa"?

Žižek es el heredero de este odio a la burguesía, de ese anhelo de heroísmo y de ese deseo de dar un salto más allá de nosotros, y que toma prestado este término de TS Eliot: el "malestar metafísico".

Y el desprecio de Žižek por ese 99% de la gente que son "idiotas aburridos" no ha hecho explosión únicamente en alguna entrevista. Ese mismo pensamiento se expresa en términos más considerables en sus libros. Desde hace tiempo exuda desprecio por el "burgués", por lo "común" y por la vida "vulgar" con su "ansia egoísta", y ha dejado en claro su desprecio por la "patética figura de un hombre de bien que hace muy poco por mantener una dignidad heroica ante condiciones horribles". En su lugar, Žižek exalta al guerrero político que tiene una "absoluta fidelidad militar”, y que responde a "la llamada del evento eterno (la revolución)" y vive un "proyecto existencial auténtico". (En otras palabras, un fanático).

Encontramos únicamente parecidos apetitos aristocráticos y elitistas en un literato y colaboracionista francés, Drieu La Rochelle, quién escribió "Socialisme fasciste" (sí, había un montón de libros y folletos con títulos como ese en el período de entreguerras), y donde preconizaba que el incentivo "del lucro” debía ser sustituido por el "incentivo del deber", porque "la base de la fuerza moral es una disposición al sacrificio y a la voluntad de luchar".

Otro de los puntos de afinidad con el fascismo de izquierdas - uno piensa en la banda Baader-Meinhof en Alemania Occidental en 1970 - es la espiritualización de Žižek de la muerte sacrificial. El intelectual e historiador Richard Wolin nos informa de como en el período de entreguerras el intelectual de la izquierda fascista  (y padre del post-estructuralismo) Georges Bataille, "alababa efusivamente el fascismo italiano por su morbosa iconografía: sus símbolos mortuorios, sus banderas negras y anhelos de la muerte", en la creencia de que "el hombre vivo que respeta a la muerte como el cumplimiento de toda una vida no la ve como una desgracia". Exactamente ese mismo tipo de atracción morbosa por la muerte autosacrificial se puede encontrar en los escritos de Žižek, y en ninguna parte mejor que en "En defensa de las causas perdidas (2008)",  500 páginas defendiendo el totalitarismo de izquierda.

Cuando un pensador de izquierdas valora tanto el fanatismo al servicio de una idea estetizada y espiritualizada de la "revolución", y pone de manifiesto una sensibilidad que valora la incuestionable fidelidad a una causa trascendente - sin importarle las consecuencias y su nivel de predica del autosacrificio - como el único fundamento posible de una existencia plenamente humana, entonces tal vez no solamente haya "perdido el rumbo", según la feliz expresión utilizada por Nick Cohen.
Tal vez esté de camino a encontrar y adherirse a otra muy distinta ideología política. Algunas veces, hasta el propio Zizek parece sentir hacia donde se dirige.
"La única perspectiva "realista" es la fundación de una nueva [política], optando por lo imposible, asumiendo plenamente el lugar de la excepción, sin tabúes, sin normas a priori (los "derechos humanos",  la "democracia"), cuyo respeto nos impediría el "terror de la resignación", el ejercicio implacable del poder, el espíritu del sacrificio... Si esta opción radical es denunciada por algunos sensibleros liberales como Links: faschismus, que así sea"

Labels: ,

0 Comments:

Post a Comment

<< Home