Thursday, February 28, 2013

Stéphane Hessel, el falso gran hombre - Pierre-André Taguieff



El tiempo no ha llegado aún para pronunciar un juicio de conjunto y matizado sobre este personaje sobrestimado sobre muchos aspectos, y que yo tengo por un falso “gran hombre”.

Pero esa encuesta requerida sobre cada momento de su vida, reconstruida actualmente como un cuento maravilloso,  todavía está pendiente de realizarse. La verdadera cuestión es la siguiente: ¿cómo un individuo cuya contribución a la vida intelectual y política francesa se puede decir que ha sido casi inexistente, ha podido, gracias a su atractivo y a las leyendas que él mismo ha tejido alrededor de él y de una inmensa red de relaciones mundanas, convertirse en un icono de la República (y del progresismo ambulante)?

Ese prestigioso estatuto simbólico que se le ha concedido permite valorar la ingenuidad y credulidad de nuestros contemporáneos. En una sociedad donde se desprecia a los ancianos, percibidos como cargas intolerables, el sistema mediático selecciona de un tiempo a otro a un anciano honorable, destinado a la adoración pública.

Por supuesto, es necesario obligatoriamente que sea de “izquierdas”, como toda figura pública que se precie y que acceda a la categoría de “persona moral”. Es así como una gerontocracia “espiritual” se ha instalado en Francia (y desde luego también más allá). Los medias se muestran ávidos de la palabra más o menos “profética” de esos “viejos sabios” que osan hablar de todo, dando las consabidas lecciones de moral e indicando el camino a las generaciones futuras.

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