Thursday, March 28, 2013

Predicando a los israelíes ya "convertidos" - Seth Frantzman - JPost



"¿Has venido aquí para dar a Israel más armas con las que matar a los palestinos?", gritó una persona que interrumpió en solitario el discurso del presidente Barack Obama en Jerusalén el 21 de marzo. Cuando esa persona  interrumpió el discurso, la mayoría de la gente allí presente para escuchar a Obama asumieron que era un manifestante favorable a la "liberación de Jonathan Pollard". Sin embargo, resultó que era un activista del partido árabe Balad, del pueblo de Eilabun en el norte de Israel, y que había sido seleccionado para asistir al discurso por la Universidad de Haifa.

La presencia de un activista de Balad (un partido árabe antisionista) invitado a ese acto resulta muy interesante, teniendo en cuenta que los estudiantes de la universidad de Ariel fueron excluidos (por suponer que son favorables al sionismo religioso y a los asentamientos). Pero la ausencia de provocadores derechistas fue solamente un elemento más del discurso de Obama y algo que nos debe llevar a cuestionar su efecto a largo plazo.

Obama pareció imitar la oración fúnebre de Mark Anthony en su discurso, comenzando por elogiar el statu quo para cambiar de dirección al final. Mohammed Khalaily, el invitado que interrumpió el discurso, le dijo al New York Times que "cuando empezó a hablar de seguridad sentí como si Netanyahu se hubiera disfrazado de Obama y fuera él quien estuviera dando el discurso".

Obama pareció estar tratando de imitar a John F. Kennedy en Berlín cuando dijo en hebreo, "no están solos". Pero después de tocar los puntos adecuados para que los israelíes de centro se sintieran bien, posteriormente se dedicó a desafiar la política de Israel en la Ribera Occidental: "Teniendo en cuenta los datos demográficos al oeste del río Jordán, la única manera de que Israel pueda resistir y prosperar como un Estado judío y democrático es a través de la creación de una Palestina independiente y viable".

Mencionando la cuestión demográfica, Obama quiso dirigirse a los pragmáticos. Luego trató de animar a la audiencia diciendo que el tiempo de la paz había llegado. "Los días en que Israel intentaba buscar la paz con un puñado de líderes autocráticos árabes han terminado. La paz debe ser hecha entre los pueblos, no sólo entre los gobiernos".

A continuación comentó la difícil situación de los estudiantes y agricultores palestinos y mencionó la necesidad de "justicia". Obama recordó su discurso en El Cairo, cuando había apelado de manera similar a los jóvenes: "las cosas que ellos quieren no son tan diferente de las vuestras. La capacidad de tomar sus propias decisiones, obtener una educación y un buen trabajo".

Fue el momento en que el presidente Obama trató de animar a los estudiantes a forzar a sus líderes para que tomen las decisiones difíciles. "Los líderes políticos no corren riesgos si la gente no les exige que lo hagan. Deben crear el cambio que quieren ver". A través de los aplausos siguió diciendo que, según él, "la única manera de proteger verdaderamente al pueblo de Israel es a través de la ausencia de guerra, porque ningún muro es lo suficientemente alto, y no hay Iron Dome lo suficientemente poderoso".

Los aplausos a cada uno de estos párrafos de su discurso sonaron de una manera extraña para cualquiera que esté familiarizado con la diversidad de Israel. Israel es una sociedad dividida, entre laicos y religiosos, entre judíos y árabes, entre pobres y ricos. ¿Cómo podía haber tanta gente de acuerdo con tantas cosas? Los aplausos relativamente homogéneos y la falta de protestas entre la audiencia eran un claro indicio de un público relativamente homogéneo, tanto a nivel étnico, religioso y económico.

Y ese público relativamente homogéneo fue escogido ​​a partir de las principales universidades de Israel.

Obama asumió que tal vez estos jóvenes representan a Israel, pero se perdió ante el hecho de que muchos jóvenes israelíes estudian en yeshivas o en colegios, y ellos no pudieron asistir (no fueron seleccionados). Cuando el New York Times entrevistó a algunos de los estudiantes que asistieron el discurso, casi todos los estudiantes se mostraron como pertenecientes a la misma franja política de centro-izquierda.

Jonathan Helderen, uno de estos estudiantes, repitió como un papagayo las palabras de Obama: "Al final del día, todos queremos la misma cosa fundamental:  vivir nuestras vidas en paz y prosperar".  Otro, Moshe Ashkenazi, afirmó que una "ventana de oportunidad (para la paz) está en el aire". Nimrod Ben-Zeev afirmó que Obama trataba de conseguir que los jóvenes "pierdan nuestra propia imagen de víctimas, alimentada por las políticas y políticos de Israel". Tal Cohen argumentó que la parte pro-Israel del discurso le hizo sentirse "incómodo", y que la única esperanza llegó con sus críticas a Israel. Kevin Rosenblum también estimó que Obama, primeramente, había "apaciguado", y que luego llegó la parte importante de su discurso, cuando "él (Obama) quería que la generación joven presionara a nuestro gobierno para que realizara concesiones para lograr la paz con los palestinos". Nina Ariel afirmó que la unidad provenía "no sobre la base de la memoria de victimización colectiva del pasado judío", sino de la esperanza de que el presidente trajo.

¿Cómo es posible que esos puntos de vista fueran tan similares a los presentes en el discurso de Obama? ¿Cómo es posible que, a juzgar por estos comentarios, muchos de estos estudiantes, que según parecen decirnos representan a la juventud israelí, crean que Israel es un país de ilusos "victimarios"? ¿Realmente la mayoría de los israelíes creen verdaderamente lo que estos estudiantes nos dicen, o es solamente el punto de vista de un pequeño grupo al que se le ha otorgado una especie de representación nacional generacional?

La audiencia que estuvo representada en el discurso de Obama procedía, de hecho y principalmente, de la élite de Israel, los estudiantes seculares de origen ashkenazi. En sus reacciones reflejaban el típico argumento de los votantes del Meretz, Hadash y el partido Laborista. Pero la mayor parte del país no se compone de estos votantes.

Obama quería inspirar a los jóvenes israelíes para que forzaran los cambios, pero en general estaba predicando a esos israelíes ya previamente convertidos a sus argumentos. Ellos son los mismos jóvenes que buscaron protagonizar la protesta justicia social. Casi todos ellos son del "centro" del país, de la zona alrededor de Gush Dan. Son los jóvenes que se sienten incómodos cuando alguien habla con sumo orgullo de Israel, y algunos inclusos se sintieron incómodos cuando Obama etiquetó a Hezbolá de organización terrorista. Ellos son educados para ser ultracríticos en sus clases de ciencias políticas y sociales.

Obama mencionó la demografía en su discurso, pero él no estuvo hablando ante una sección representativa y transversal de la demografía de Israel. Él no pudo [o no quiso] hablar con los jóvenes que votan al Likud, al Shas, o al campo sionista-religioso. Sin embargo, son esos votantes los que han permitido que los partidos que les representan desempeñen un papel tan importante en Israel.

Porque para que Israel continúe por el camino de la paz esos votantes también tienen que ser inspirados y convencidos, y también tienen que comprender que la paz va en su propio interés.

Otra deficiencia importante fue la insinuación de que "es Israel quien tiene que hacer la paz", en lugar de la idea de que la paz es una calle de dos vías. Ciertamente Obama afirmó que "la paz debe ser hecha entre los pueblos, no sólo entre los gobiernos". Pero para hacer la paz entre los pueblos se tiene que exigir lo mismo a los dos pueblos, y subir a bordo a los dos pueblos para que apoyen la paz.

Reconocer esto significaría hablar también a los estudiantes palestinos. Y es que la generación joven de Israel no puede lograr sola la paz. De hecho, meter en las cabezas de los jóvenes seculares israelíes la idea de que pueden conseguir la paz como si tuvieran una varita mágica, alienta su autoengaño de superioridad sobre los palestinos [N.P.: alusión muy importante, semejante a esa paternidad que asumió la izquierda israelí sobre los supuestos objetivos palestinos, haciendo el papel de representante o ventrílocuo de sus supuestos fines, es decir, interpretándolos (¿disimulándolos?) a su gusto, para así "favorecer la paz", con el consiguiente desastre para ella cuando esos objetivos se hicieron evidentes para la mayoría: la destrucción de Israel].

Uno hace las paces con los pueblos, y en ese sentido los palestinos debe formar parte de esta historia. Sin embargo, el viaje de Obama imitó la misma vieja historia de reunirse con los líderes palestinos, mientras hablaba con parte del pueblo israelí. En cierto sentido, esto podría ser visto como un reconocimiento de que los estudiantes palestinos habrían dado al presidente una bienvenida áspera, tal como los activistas palestinos destrozaron sus carteles en la Ribera Occidental y el cónsul general británico fue recientemente atacado en Bir Zeit.

No obstante, Obama podría haber considerado reunirse, por ejemplo, con los estudiantes de Estudios Americanos de la Universidad Al-Quds, al menos podría haber abordado la idea, porque si son los pueblos los que hacen la paz, ambos pueblos deben estar a bordo.

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