Tuesday, April 30, 2013

Los sueños de la sinrazón. Gideon Levy nos vende pesadillas por sueños - Lyn Julius - Times of Israel


"El sueño de la razón produce monstruos" de Goya

Gideon Levy puede ser el hombre más odiado de Israel, o quizás el más heroico, pero es menester anunciar que el muy controvertido columnista del Haaretz ha tenido un sueño.

Recientemente ha expresado su entusiasmo por convertir a Israel en "un único Estado para dos pueblos". El utópico "Estado de todos sus ciudadanos" con el que sueña Levy, reemplazaría al sionismo por "algo infinitamente más justo y sostenible". En su ensoñación delirante, el león se acostaría con el cordero y las amenazas se disiparán. Como colofón, la ayuda exterior inundaría a esta especie de nirvana de confesionario.

Se puede suponer que su deseada "política de inmigración como la del resto de las naciones”  equivaldría a no privilegiar a los judíos sobre los árabes. Y teniendo en cuenta las vigentes corrientes migratorias [N.P.: increíblemente, los naturales de aquellas sociedades donde impera el Islam están deseando abandonarlas], muy pronto los árabes y musulmanes se convertirían en la mayoría, El Hatikva dejaría de ser el himno nacional, y los judíos se verían obligados a renunciar a su Estado nacional en provecho del sueño de Levy.

Pero el caso es que la solución o ensoñación de Levy ya ha sido juzgada. Y ha sido un fracaso. Líbano es un “estado mosaico”, pero después de varias sangrientas guerras civiles, ahora es poco más que una colección precaria de sectas que están al borde de otro precipicio. Los cristianos maronitas se han convertido en una minoría asediada, prefigurando el papel que Levy parece querer que jueguen los judíos de Israel.

¿Quién dijo que la definición de locura es proponer siempre la misma (fracasada) solución, pero esperando resultados diferentes cada vez?

El sueño de Gideon Levy es el triunfo de la esperanza utópica sobre la experiencia. Los 650.000 judíos mizrahim que buscaron un refugio en Israel y ahora conforman una mayoría judía del 52% en Israel – y cerca de otros 300.000 que se fueron a países de Occidente -, no escaparon de la violencia y de la represión en los países árabes en los que nacieron con el objetivo de encontrarse una vez más bajo otro dominio árabe-musulmán pero esta vez al gusto de Levy.

Ya estuvieron allí durante 14 siglos, hecho eso, ya han sudado suficientemente la camiseta.

Pero además, y a todos los efectos, el mundo árabe es ahora Judenrein. Y cuanto menor es la presencia judía en el mundo árabe, mayor parece ser el odio a los judíos.

Israel está lejos de ser perfecto, pero ningún estado árabe es ni remotamente comparable. En Israel, las minorías gozan de igualdad ante la ley, y cada vez más se están dando pasos vigorosos para luchar contra la discriminación y los prejuicios sociales. Por el contrario, el registro del mundo árabe en lo que respecta a la tolerancia y al pluralismo es simplemente desastroso.

Siguiendo a los judíos, los coptos, los asirios y los caldeos están huyendo ahora de estos países. Las diversos partidos de la Hermandad Musulmana, ferozmente intolerantes, se han convertido en los actores más importantes en el mundo árabe, y solo parecen prometer un futuro sombrío de subyugación de las mujeres y de los no musulmanes bajo la Sharia.

En última instancia, el sueño de Gideon Levy está condenado, porque se basa en la azucarada mentira de la convivencia entre judíos y musulmanes. Durante una visita a Marruecos hace dos años, Gideon se mostraba emocionado al presenciar la prueba de esa convivencia: el cementerio judío de Fez estaba muy bien cuidado y la sinagoga había sido restaurada, escribió ilusionado en ese momento.

Sin embargo, cuando el 90% de los judíos de Marruecos han abandonado el país, lo que Levy contempló fue la convivencia de los musulmanes con los judíos muertos y con los edificios judíos vacíos (que tienen su utilidad como atracción turística).

Antes de que los franceses llegaran en 1912, esa “convivencia” significaba intimidación, pogromos y coacción por parte de la mayoría musulmana, y una humillación constante que relegaba a la población judía a ciudadanos de segunda clase, a dhimmis.  El cementerio de Fez contiene la tumba de Solika, una mártir del siglo XIX, que eligió morir como una judía en lugar de convertirse al Islam [N.P.: sin duda un acto descortés y provocador por su parte]. Este es el amargo legado al que Gideon Levy tendría que enfrentarse.

Cualquier persona excepto aquellos como Gideon Levy pueden ver que la convivencia entre una población judía que ha disminuido a cerca de 3.000 personas (allí donde una vez hubo 300.000) y la mayoría musulmana ha sido un fracaso total.

Es una perogrullada decir que los que comparten este sueño tan mal concebido de Gideon Levy tienden a ser ashkenazis izquierdistas que sólo tienen desprecio y condescendencia con respecto a los  judíos de ascendencia mizrahim. La gran masa de los judíos sefardíes y mizrahim en Israel han escarmentado por su sufrimiento en el mundo árabe, y suelen apoyar a los partidos de "derechas", por lo tanto son considerados por los visionarios estilo Levy como un "obstáculo" para la paz.

Mientras, los soñadores ashkenazi de izquierdas, cegados por su ilusión, sordos al fragor de las luchas entre árabes desatadas por la Primavera Árabe, imperturbables ante los despiadados poderes políticos árabes regionales, se niegan a valorar y tomar en serio la experiencia llena de inseguridades y opresión de los mizrahim en el mundo árabe .

El sionismo no creó el antisemitismo árabe, allí también fue una respuesta al mismo, y entre otras cosas reivindica a Israel como patria judía y un Estado sionista.

Gideon Levy puede soñar todo lo que quiera, pero a nosotros que no nos venda pesadillas por sueños.

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